Qué es la positividad tóxica y por qué no debes sentirte mal por estar mal
El exceso de optimismo y el bloqueo de emociones negativas no hace que desaparezcan. En todo caso, empeoran la situación.
“Todo va a salir bien”. “Esto pasará pronto”. “¡Actitud positiva! Podría ser peor”.
Si alguna vez has pasado por una etapa complicada, como una ruptura o un despido, probablemente hayas escuchado alguna de esas frases en boca de tus amigos y familiares. Quienes las dicen lo hacen con buena intención y solo intentan que veas la vida con mejores ojos.
Pero si eso es lo único que oyes, todos esos ánimos positivos acaban volviéndose una influencia negativa.
Esa clase de ánimos son tan comunes que los expertos en salud mental les han puesto nombre: positividad tóxica.
“La positividad tóxica es la idea de que solo hay que centrarse en las emociones positivas de la vida”, expone Heather Monroe, trabajadora social y directora de programas de desarrollo en el Newport Institute. “Es esa creencia de que si ignoramos las emociones difíciles y las partes de nuestra vida que no van bien seremos mucho más felices”.
El problema es que la positividad tóxica simplifica demasiado la mente humana y el modo en que se procesan las emociones en detrimento de la salud mental.
“La positividad tóxica provoca consecuencias a largo plazo, sobre todo porque anima a las personas a callarse sus problemas”, advierte Monroe. “Sentirte escuchado por los demás es uno de los antídotos más poderosos contra la depresión y la ansiedad, mientras que el aislamiento agrava los problemas emocionales. A menudo, ocultar o negar ciertos estados de ánimo provoca más estrés y emociones negativas”.
El exceso de optimismo y el bloqueo de emociones negativas no hace que desaparezcan. En todo caso, empeoran la situación.
Teniendo en cuenta el trauma colectivo que estamos viviendo con la pandemia, la positividad tóxica es un concepto especialmente relevante ahora mismo.
Todas esas publicaciones de Instagram que te animan a aprovechar la experiencia, pasar más tiempo con la familia, ponerte en forma, descubrir una nueva afición, aprender un nuevo idioma y escribir esa novela que tienes en mente desde hace tiempo es positividad tóxica, según el psicoterapeuta Noel McDermott.
“Uno de los mayores ejemplos de positividad tóxica es negar la naturaleza traumática de la pandemia”, señala McDermott. “Se da cuando la gente solamente resalta el lado bueno del confinamiento y habla de lo mucho que ha madurado y aprendido a vivir en paz con su mundo interior y todo eso”.
Y añade: “Eso es complicado de conseguir incluso en tiempos normales, ya que todo el mundo tiene sus demonios internos”.
La positividad tóxica sutil (o no tan sutil, como en el tuit de más abajo) sugiere que si no eres productivo durante la pandemia, lo estás haciendo mal.
Esto deslegitimiza las preocupaciones que tiene la gente por su salud, su familia, sus amigos y por si conseguirán llevar comida a la mesa después de haber perdido el empleo.
Con la pandemia, la supervivencia se convierte en un acto mentalmente agotador. A pocas personas les apetece aprender una destreza o un idioma cuando les preocupa la vida de sus familiares o cuando tienen que despedir a sus seres queridos por funerales por Zoom.
Otro hombre respondió: “La mayoría de nosotros estaremos más que satisfechos si superamos la pandemia sin perder a ningún familiar”.
Pero no hay que olvidar que también puedes ser víctima de tu propia positividad tóxica. ¿Te estás obligando a ver el lado positivo de la pandemia? ¿Te has concedido el tiempo suficiente para reflexionar sobre tus emociones negativas y sobre cómo ha cambiado la vida en este tiempo? ¿O evitas esos pensamientos en cuando te vienen a la mente y te centras solo en lo positivo?
Obviamente, no hay nada malo en buscar el lado positivo de las experiencias negativas, pero también puedes hacerlo mientras aceptas tu malestar, asegura la psicóloga Jenny Maenpaa.
“Puedes combatir la positividad tóxica aceptando que sientes varias emociones complejas simultáneamente”, explica Maenpaa. “Puedes estar triste por las pérdidas humanas debido al coronavirus y al mismo tiempo disfrutar del tiempo libre que te concede la cuarentena”.
La positividad tóxica también engloba la reacción de mucha gente ante las injusticias raciales.
Las personas que representan esta positividad tóxica en ocasiones quitan hierro a las experiencias de racismo soltando clichés sobre paz y amor y pensamientos positivos. No quieren fijarse en lo negativo, tal y como señaló Jacquelyn Ogorchukwu Iyamah recientemente en una publicación de Instagram sobre la positividad tóxica y la opresión racial.
Uno de sus argumentos es que centrar la atención en la raza está dañando el progreso y que “evitar cualquier tipo de conversación es una forma más cómoda y positiva de vivir la vida”.
Como es obvio, los afroamericanos y otros grupos de color saben que solo con positividad no se va a terminar el racismo sistémico.
“Es problemático decir que el daño que generan estas realidades sociales solo puede afrontarse mediante psicología individual”, advierte McDermott.
El psicoterapeuta pone el ejemplo de una mujer atrapada en una relación abusiva.
“A una mujer que sufra violencia de género no le sirve de mucho mantenerse positiva para soportar los abusos”, compara. “Lo que debería hacer es recibir asesoramiento que la anime a dar un paso adelante para ponerse físicamente a salvo y después buscar ayuda psicológica para recuperarse de los malos tratos”.
Esos mismos principios son aplicables al racismo. Es necesaria una acción social para corregir las injusticias y acabar con el supremacismo blanco. Colgarles la responsabilidad a las personas negras de “mantener una mentalidad positiva” es un insulto a sus experiencias y un ejemplo de complacencia blanca.
“Nunca va a ser suficiente un enfoque psicológico para abordar esta situación”, asegura McDermott.
Ahora que sabes que la positividad tóxica no es el mejor modo de solucionar los problemas, ¿qué puedes hacer? Esto es lo que recomiendan los expertos.
Recuerda que eres capaz de sentir emociones distintas al mismo tiempo ante una situación incierta o preocupante, así que acepta tanto las positivas como las negativas. Sé realista.
“Agradece lo que tienes, pero habla con honestidad sobre lo que te molesta, lo que echas de menos o lo que te preocupa de cara al futuro”, recomienda Monroe.
Por suerte, hay formas de gestionar la ansiedad, sostiene Maenpaa. Las técnicas de respiración profunda y la meditación te ayudan a seguir adelante sin ignorar tus temores.
“Otra estrategia es escribir un diario antes de irte a la cama o siempre que te supere el agobio, porque el cerebro retiene muchos pensamientos breves al mismo tiempo por si acaso necesitas alguno de inmediato”, explica.
“Eso significa que si piensas sobre tus miedos e inseguridades, tu cerebro lo va a codificar como una información importante y lo va a almacenar en primera fila”, aclara Maenpaa. “Al poner por escrito estos temores y ansiedades, aunque no puedas hacer nada al respecto, le dices a tu cerebro que no pasa nada si se olvida porque ya te estás ocupando de ellos”.
Cuando a Maenpaa le cuesta aceptar y equilibrar emociones contrarias en momentos duros de su vida, le gusta enlazar emociones positivas con emociones negativas:
“Doy gracias por tener un techo bajo el que dormir, aunque odio el trabajo que tengo para pagar ese techo” o “Me da miedo el futuro, pero me emociona pensar en lo que puede cambiar para mejor”.
“Cuando nos damos permiso a nosotros mismos para afrontar emociones complejas, eliminamos la tensión que hay entre las positivas y las negativas”, asegura Maenpaa.
La positividad tóxica no te aporta ningún consejo práctico, se limita a decir: “Aguanta, que ya mejorará la cosa”.
Algo que sí que puedes hacer para lidiar con la incertidumbre es proponerte como tarea cuidar de ti mismo. Estás pasando por una experiencia muy dura y no te va a hacer ningún daño mimarte un poco.
“Cuidar de ti implica dormir bien, comer sano, hidratarte y hablar más sobre tus preocupaciones con tus seres queridos y amigos”, comenta McDermott. “Quizás te interese desarrollar un hábito mental que te permita encontrar algo bueno en el sufrimiento, ya sea la religión u otras prácticas espirituales que te sirvan para relacionarlo con causas superiores”.
Si sigues ese consejo, te estarás dando autoridad sobre tu propio cuerpo, mientras que la positividad tóxica solo te llenará de frases bonitas pero vacías.
La positividad tóxica “nos hace negar los síntomas de estrés que nos intentan advertir de algo, pero en momentos como este es cuando más necesitamos cuidar de nosotros”, concluye.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.