Por qué voy a celebrar mi 'solteraniversario' este año
En muchos sentidos, la sociedad gira en torno a tener pareja. Celebramos los aniversarios, los compromisos y las bodas, pero no celebramos ni de lejos tantos hitos sobre la soltería. Se nos enseña que las relaciones son logros. Aunque encontrar el amor es algo que merece la pena celebrar, la soltería no tiene por qué ser una tragedia.
A veces salir de una relación es igual de meritorio. Me di cuenta de ello cuando salí de una relación de cinco años con mi exnovio, que me hacía maltrato emocional.
No celebrábamos los aniversarios. Me convencí a mí misma de que era porque éramos demasiado geniales como para seguir las celebraciones convencionales de amor. En realidad, lo que hacíamos era ignorar el hecho de que nuestra relación no merecía ninguna celebración.
Echando la vista atrás veo que la relación entera estaba basada en el abuso y la manipulación. Mediante el gaslighting(manipular a otra persona para que dude de su propio juicio), me enseñó a hacer de todo para él sin que yo esperara nada a cambio. Tenía varios trabajos al mismo tiempo y pagaba todos nuestros gastos mientras él se negaba a trabajar. Se pasaba los días en el gimnasio persiguiendo una improbable carrera deportiva a costa de mis ingresos. Mientras él se cincelaba, a mí me iba carcomiendo la autoestima.
Como siempre estaba sin dinero, a mí me parecía absurdo pedirle cualquier cosa. Sin embargo, esto no se limitaba solo a expresiones materiales de amor, sino que también se extendía a las demás muestras de amor. Aprendí a sobrevivir con las migajas de su afecto, a la espera de que me acabara diciendo que yo significaba algo para él. Me quedaba boquiabierta cuando se tomaba la molestia de hacer la cena una o dos veces al año (con ingredientes pagados por mí). Los detalles (grandes o discretos) estaban completamente descartados en nuestros aniversarios, por lo que ni siquiera les dábamos valor.
Lo mismo pasaba en los cumpleaños y en San Valentín. Escurría el bulto argumentando que no necesitaba ni tenía que preocuparme por esas cosas. Para no armarla, yo fingía estar de acuerdo con él. Si en alguna ocasión discrepaba, él me decía que estaba "loca". Era la misma respuesta que me daba si se me ocurría poner en duda su fidelidad, aunque al final resultó que me había estado poniendo los cuernos con varias mujeres desde el principio.
Uno de mis cumpleaños con él fue especialmente memorable, todo por malos motivos. Cumplí 25 años, llegué a casa después de un duro día de trabajo y él no quiso felicitarme y mucho menos celebrarlo. Me enfadé por ello y cuando me preguntó por qué estaba de mal humor, le expresé mi decepción con cuidado para no ofenderle.
"Ve a contárselo a quien le importe una mierda", me chilló, y salió de la habitación como una exhalación. Me quedé sola y llorando el resto de la noche.
Sucesos como este eran habituales en nuestra relación. Cuando estallé y le eché en cara lo que me había hecho, le dio la vuelta a la tortilla y me empezó a manipular para que sintiera lástima por él y me hizo creer que era demasiado exigente. Cada vez que pensaba que ya había sufrido suficiente, él me convencía para que siguiéramos juntos. Esta espiral continuó hasta que corté definitivamente el 3 de marzo de 2018. Después de 5 años, lo expulsé de mi piso y de mi vida.
Eso sí que fue algo digno de celebración.
Muchas personas nunca tienen la ocasión de saber qué se siente siendo feliz por su cuenta porque van de relación en relación. Yo antes era así; saltaba de una relación tóxica a la siguiente, unas veces con hombres maltratadores y otras, con hombres que simplemente no me trataban correctamente. Mi terrible gusto con los hombres era una broma habitual entre mis amigos, que no podían entender cómo acababa con personas de ese tipo.
La raíz del problema estaba en mi completa falta de autoestima. No pensaba mucho en mí y, en consecuencia, aceptaba el tipo de relaciones que pensaba que me merecía. Después de mi ruptura, estar sola me dolió, pero me condujo a un espacio incómodo en el que tuve que hacer frente al problema evidente que había estado ignorando.
En ese espacio, maduré. Me di cuenta de que les había dado todo mi amor a los hombres que habían entrado en mi vida y no me había dejado nada para mí. Me di cuenta de que el único modo de evitar caer en esas viejas trampas era trabajar en mi confianza. Me conciencié a mí misma de que tenía que dejar de buscar el amor y la aprobación en una fuente externa y empezar a darme esas cosas a mí misma. Tras unos ajustes, me volví una soltera con confianza.
Esto no quiere decir que estuviera sola y triste. De hecho, he estado más feliz que nunca. He invertido en mí misma y en mis amigos el tiempo que habría pasado con una pareja. Mis amigos no tardaron en señalar que me veían radiante tanto por dentro como por fuera. Yo también me sentía así.
Me di cuenta de que aunque mucha gente considera la falta de pareja como algo por lo que lamentarse, yo sigo siendo capaz de ser una persona completa y feliz hasta que encuentre pareja. ¿Y si no encuentro? ¿Quedará incompleta mi vida y me condenará para siempre a seguir buscando la parte que me falta? No lo creo.
Ya no espero a que alguien me felicite ni a que me den permiso para quererme a mí misma. Ya no me encojo para no ocupar el espacio reservado para el ego de otras personas. Ahora me celebro a mí misma.
Por eso este 3 de marzo va a ser mi primer "solteraniversario". Voy a darme un masaje, a ir a una cita elegante y a hacer lo que me haga feliz. Mis amigos están invitados a unirse a la celebración.
Un año de amor propio me ha cambiado para bien y he visto cómo he evolucionado hasta ser una versión más feliz y sana de mí misma. No sabía lo que era quererme, conocer mi valía ni sentirme "suficientemente buena" hasta que me convertí en mi prioridad por primera vez en mi vida. Un brindis por un año haciendo todo eso y por los muchos que vendrán.
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.