Por qué el PNV siempre gana en Euskadi
Esta es la imbatible fórmula de los nacionalistas vascos que aspiran a conseguir todavía más escaños el 5-A.
El PNV funciona como un reloj suizo. Pura precisión electoral. Ya tiene preparada toda la maquinaria para volver a ser la indiscutible primera formación en el País Vasco el próximo 5 de abril. Y con un objetivo que le auguran las encuestas: superar los actuales 29 parlamentarios. La fórmula de la Coca-Cola peneuvista sigue funcionando en las urnas cuarenta años después.
En todas las elecciones autonómicas el PNV se ha impuesto en número de votos a sus competidores. Sólo en 1986 el PSOE vasco logró más escaños, pero no papeletas y los nacionalistas lograron retener la Lehendakaritza. La única legislatura en blanco de poder fue entre 2009 y 2012, cuando un pacto entre PSOE y PP hizo presidente a Patxi López en unas circunstancias muy especiales. Aún así, en aquella cita también se impusieron en las urnas los peneuvistas.
¿Y cómo se consigue eso? ¿Qué hace el PNV para ser ese torpedo electoral? ¿Por qué nadie logra el sorpasso? Una mezcla de factores se amontonan detrás de estas preguntas: haber logrado que se identifique Euskadi con sus siglas, el mito de la buena gestión, los logros gracias a los acuerdos con los sucesivos Gobiernos en Madrid, la imagen de partido serio con toques cristianos pero a la vez muy sensible con los temas sociales, la incompatibilidad de la izquierda, el signficado de derecha española que tiene el PP, un electorado más conservador de lo que se imaginan fuera de la autonomía...
¿Qué vende el PNV?
El PNV, según fuentes de la dirección consultadas por El HuffPost, llega otra vez con grandes perspectivas a las urnas: “Acudimos con un balance de legislatura más que satisfactorio y con estabilidad política, no como en Cataluña”. Con el orgullo de haber logrado pactos durante estos años: “Hemos aprobado tres presupuestos, sólo uno se prorrogó”. “Acuerdos que demanda la sociedad vasca”, señalan desde el partido, que pone en valor que se ha podido entender el Gobierno de coalición PNV-PSE en algunos asuntos con Podemos y en otros con el PP.
Iñigo Urkullu sale al ring electoral también vendiendo, añaden las fuentes, que se ha cumplido “con creces” el gran objetivo que se vendió en la anterior campaña: concluir la legislatura con el paro por debajo del diez por ciento. Con el “colofón” del acuerdo con el Gobierno central del “cronograma” para cumplir con el Estatuto de Gernika: “Una reclamación de todos los vascos, no sólo de los votantes del PNV”.
Eso sí, han tenido el sobresalto en las últimas semanas del derrumbe del vertedero de Zaldibar (Bizkaia). “Confiamos en que los ciudadanos sepan valorar en su justa manera la gestión que ha hecho el Gobierno”, comentan fuentes del PNV, que dicen que son conscientes de que algunos partidos políticos quieren hacer oposición con este tema y utilizarlo electoralmente.
Así encara Urkullu estas elecciones. ¿Y por qué son siempre los primeros? Desde la dirección del PNV dicen: “Primero, tenemos 125 años de vida. Por lo tanto, es el partido que lleva más tiempo y tiene muy a gala estar pegado a la sociedad”. “Estamos en la calle, nuestra actividad política se articula en torno a los batzokis, las sedes del partido, donde se juntan los afiliados en cada pueblo. Tiene su espacio de hostelería, su sala para asambleas y reuniones, iniciativas culturales, talleres para los ciudadanos”, indican.
Por eso, el PNV no necesita hacer grandes estudios demoscópicos, apostillan. A lo que hay que sumar su fuerte implantación municipal: “Esto te marca la posición de la sociedad”. Desde la dirección ponen este ejemplo: “Hace cuarenta años el PNV no habría apoyado una ley del aborto como la de ahora, pero evoluciona como la sociedad vasca”. “Hay gente que dice que más que un partido es un movimiento, eso puede explicar lo que sucede”, agregan.
Otro factor que pone el valor el PNV es “que se ha demostrado eficacia en la gestión”. Esa máxima de que lo que puedan gestionar desde allí funcionará mejor. “Pero lo tenemos que hacer siempre con el acuerdo de Madrid, no desde la ruptura”, señalan. Ahondan las fuentes: “No renunciamos a lo que somos, un partido nacionalista que aspira a la construcción de un Estado vasco, pero somos conscientes de que estamos dentro de un ordenamiento jurídico, de Europa y que tampoco existe una mayoría absolutísima o rotunda”.
La gente, entienden en el PNV, precisamente valora eso: “Y más en este tiempo, que existe tanto ruido en otros puntos del Estado como en Cataluña. Los ciudadanos de Euskadi, después de los años tan duros de ETA, necesitan un poco de reposo, calma y tranquilidad. Proporcionamos esa certeza y esa seguridad”.
En este contexto encaja muy bien precisamente la figura del lehendakari y candidato a las elecciones vascas, Iñigo Urkullu, según explica Rafael Leonisio, profesor de Políticas de la UNED y antiguo miembro del equipo del Euskobarómetro. “Es el tipo de dirigente gris, aburrido, soso, serio, sin aspavientos, que gestiona bien. No quiere teatro, no es farandulero ni populista. Eso no casa con la idiosincrasia vasca”, reflexiona. Ese corte parecido al portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban. “Ese esquema, de señor serio de Bilbao, sin zarandajas, al que le comprarías un coche de segunda mano”, subraya.
En la balanza, continúa Leonisio, al PNV le beneficia que no ha habido una alternativa muy clara, “tiene muchos militantes y ha creado también una red clientelar con personas a las que le va en ello su trabajo”. Se agrega la idea de un partido “conseguidor”: sus escaños influyen en Madrid, consiguen cosas, han pactado con González, Aznar, Zapatero, Rajoy y Sánchez. “Tiene ese voto utilitarista”, añade este experto en política vasca.
Asimismo, explica que la sociedad vasca es más conservadora que la imagen que se proyecta: “No quiere mucho cambio, está contenta con el PNV y sigue votando”. “Aun siendo nacionalista, más que a Junts per Catalunya, se parece al PP gallego, es como muy de aquí, de defender la tierra, lo que le permite tener votantes que no son abertzales. Hay gente no nacionalista que les vota, electores medios del PP. Otra cosa es qué pasaría con ellos si se volviera a una época más estilo Ibarretxe”, agrega Leonisio.
Respecto a otros de los mitos, el politólogo considera que sí ha habido también mala gestión y corrupción como el caso De Miguel. Pero, en su opinión, logran vender que “es menos corrupción que la del PP o la del PSOE, tienen ese aura de limpieza y no tiene costes para ellos. Siguen vendiendo la moto de que no hay corrupción”.
El único periodo en el que el PNV no gobernó, a pesar de ser el más votado, fue el comprendido entre 2009 y 2012, cuando el socialista Patxi López logró la mayoría sumando en la investidura los escaños del Partido Popular. Pero fueron unas circunstancias muy especiales, ya que la izquierda abertzale fue ilegalizada por la ley de Partidos. Para el PNV se alteró entonces la aritmética habitual del Parlamento de Vitoria: entonces sumaron socialistas y populares 38 asientos, mientras que actualmente solo tienen 18.
Pocas personas saben más de las tripas del nacionalismo vasco que su exportavoz en el Congreso Iñaki Anasagasti: “El PNV tiene 125 años de historia, ha pasado todo tipo de visicitudes. Es algo más que un partido, es una especie de microcosmos. Nace con Sabino Arana, la voz que se alza, crea la ikurriña”.
“El partido ideológicamente ha sido confesional, aunque ahora no. Pero ha estado adscrito al sociocristianismo, tratar de compatibilizar ese cristianismo con una inquietud social”, retrata para dibujar ese éxito. A lo que sigue: “No nos ha importado pactar con los llamados rojos. Cuando te dicen que somos un partido de derechas… No es esto, es otra cosa”. En esos puntos a favor, continúa, está “la bandera social”: un partido que pone en marcha la renta de garantía de ingresos, por ejemplo. “Conecta muy bien -prosigue- con ese telón de fondo de la religión católica”. Apuntilla: “Es decir, Sabino Arana, cuando creó el PNV, tuvo muy claro que tenía que ir contra el carlismo pero con el crucifijo por delante”.
Hay gente, señala en su análisis, que en los útlimos tiempos ha cogido su papeleta sin ser nacinoalista por el tema de la gestión: “No es un oásis, pero no hay escándalos vinculados al partido, sino a personas”. Luego están, comenta Anasagasti “los clichés de Madrid”: “Dicen que somos católicos, de derechas y racistas. ¡De eso nada!”. “Después del drama y la tensión que ocasionó ETA, con un PP que no defiende los intereses de Euskadi y un PSOE que está ahí, pues eso hace que la fórmula sea como la Coca Cola, no sabemos el brebaje pero la gente la consume”.
Según Anasagasti, en otros partidos la última palabra viene desde Madrid. “Pues les quita legitimidad”, reflexiona. Continúa de esta manera su radiografía: “Bildu también tiene la ilegitimidad de que en este momento quiere blanquear su pasado, todavía la gente no se lo cree, ve a Otegi”.
Fuera y dentro. El PNV también cuenta con un modelo propio de organización bicéfalo: el líder del partido no es el candidato a las elecciones y luego lehendakari. Ahora mismo la tarta se la reparten Andoni Ortuzar e Iñigo Urkullu: “Esa fórmula permite al partido mantener sus criterios y al Gobierno, gobernar”, consagra Anasagasti. Eso es “acertado”, pero depende “de las ambiciones” de cada uno. Rememora tiempos pasados al hilo: “El partido se dividió con Garaikoetxea y Arzaulluz. Funciona si se llevan bien o se repetan. Urkullu y Ortuzar se respetan”.
Si en las elecciones vascas siempre gana el PNV, en 2016 se encontraron en las generales con la sorpresa de que Unidas Podemos les superó por primera vez. Una tendencia, no obstante, que no se ha repetido en las dos citas del año pasado. ¿Por? Anasagasti contesta sobre los ‘morados’: “No son ni carne ni pescado”. “No fue el efecto vasco, nadie sabía quiénes eran los candidatos. Era por Pablo Iglesias, su irrupción ante los escándalos del PP y el deterioro total. La gente dijo ‘vamos a regenerar España’. Siempre ha habido un espacio para el PCE e IU, pero creo que se va a redimensionar”.
Su experiencia vital también en el Congreso y en el Senado le sirve para dar otras pistas: “He estado 30 años. De todo el elenco del PNV que ha pasado por Madrid, ninguno se ha quedado. En cambio la máxima aspiración del PSOE, llámese Almunia, Benegas o Madina, es descapitalizar su partido aquí. O el PP, Mayor Oreja o el último ha sido Borja Sémper, se va a Madrid a vivir ricamente”.
Y en la capital también se han ganado en algunos momentos la fama de ambiguos. Anasagasti responde: “No es así, hacemos política aprovechando la coyuntura. Me hacía gracia cuando decían ‘aprenda de los catalanes’. ¡Mira dónde han acabado!”
Euskadi no es Cataluña. Y el PNV está preparado para volver a ganar.