Política con perspectiva gitana
Nuestro sistema democrático tiene la obligación de reparar tantos siglos de injusticias padecidas por los gitanos y las gitanas.
El pasado 28 de abril se produjo un hecho relevante para el pueblo gitano en nuestro país: la aprobación por amplia mayoría de la creación de la subcomisión para el estudio de un Pacto de Estado contra el antigitanismo y la inclusión del pueblo gitano, en el seno de la comisión de derechos sociales del Congreso de los Diputados.
Una vez más, el Partido Socialista lidera una iniciativa destinada al reconocimiento y protección de los derechos de las minorías sociales. Los y las socialistas hemos demostrado estar plenamente convencidos de que es posible lograr la igualdad tan deseada del pueblo gitano, porque somos conscientes del enorme potencial que existe en los hombres y mujeres gitanos y gitanas, y porque del mismo modo sabemos que la democracia tiene deudas pendientes con la minoría social más importante, cuantitativa y cualitativamente, de nuestro país.
Desde estas líneas no quiero dejar pasar la oportunidad de mostrar mi orgullo por pertenecer a un partido de Gobierno que toma decisiones con perspectiva gitana. Hay que recordar, por ejemplo, que fue un ejecutivo socialista el que puso en marcha el Consejo Estatal del Pueblo Gitano y el Instituto de Cultura Gitana, órganos de participación democrática en la que la voz del pueblo gitano puede ser escuchada.
Del mismo modo, ha sido el grupo parlamentario socialista el que ha presentado ante el Congreso la propuesta de Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, la conocida como “Ley Zerolo”. Una norma de carácter integral con rango de ley en la que por primera vez se condena públicamente el antigitanismo, máxima expresión de la discriminación que sufrimos los gitanos y las gitanas.
Asimismo, la reciente y novedosa ley educativa —que incluye en el currículo escolar la incorporación de la historia y la cultura del pueblo gitano en los libros de texto— y la futura Ley de Memoria Democrática —que prevé la constitución de una comisión estatal de la memoria y la reconciliación con el pueblo gitano— son ejemplos claros de que estamos asistiendo a un cambio histórico. Nuestro sistema democrático tiene la obligación de reparar tantos siglos de injusticias padecidas por los gitanos y las gitanas, y estamos en el principio de ese camino.
Escribió el poeta Virgilio que “la fortuna favorece a los audaces”, y en 142 años de historia del PSOE, los y las socialistas hemos demostrado ser audaces ante el futuro y el progreso de un país, aunque el fruto de lo conseguido no tiene su origen en la suerte, sino en el trabajo intenso y el compromiso inquebrantable con nuestros ideales de igualdad, justicia social y solidaridad.
Por otro lado, es justo destacar que este hecho histórico no hubiera sido posible sin la participación activa de las organizaciones gitanas. Y, en este sentido, quiero poner en valor la labor llevada a cabo por la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas FAKALI, que en el año 2015 puso en funcionamiento su Pacto contra el antigitanismo: protocolo de actuación, la principal semilla de la que hoy ha germinado este hito histórico.
Esta subcomisión nace con el firme deseo de dar respuestas al pueblo gitano en general, sin olvidar las ansias de igualdad de oportunidades existentes especialmente en nuestras mujeres y nuestros jóvenes, que están llamando con fuerza a las puertas del progreso y la libertad.
Pero para tener éxito en esta ingente tarea, debemos hacer un esfuerzo para alcanzar el máximo consenso posible entre todas las fuerzas políticas democráticas, en la firme creencia de que la lucha contra el antigitanismo estructural al que nos enfrentamos, debe contar con el compromiso y la implicación de todas las instituciones.
Aun siendo conscientes de que no son sencillos los tiempos actuales, debemos fortalecernos para enfrentar los mensajes de odio contra las minorías sociales que, por desgracia, están calando peligrosamente en nuestra sociedad. Mensajes de odio promovidos por la ultraderecha que niegan, por ejemplo, la existencia de violencia de género y del propio antigitanismo. La ultraderecha no reconoce el antigitanismo porque para ella los gitanos y las gitanas no somos más que un paisaje, no sujetos de derecho.
No se puede dejar sin respuesta ni una sola de las afirmaciones de las derechas españolas que discutan los valores que, para los y las socialistas, son el corazón de nuestro ideario y de la democracia en sí, y que coinciden plenamente con los valores de la Constitución. Ese es nuestro trabajo y eso es lo que vamos a seguir haciendo.
No me sorprende que los representantes de Vox en la comisión de derecho sociales no estuvieran del lado del pueblo gitano, ya que eso no es nuevo. Dice la ultraderecha que el antigitanismo es fruto de la “manipulación sectaria” y de la “mente calenturienta de la ultraizquierda”. Habría que recordarles a sus señorías que el pueblo gitano cultiva los valores colectivos y solidarios, y que estamos diametralmente en contra de todo tipo de discriminación, que ellos no condenan porque no reconocen su existencia, y que es la base sobre la que se sustentan las ideologías que nos han masacrado durante siglos.
Para quienes dentro de su hipocresía y cinismo quieren seguir fomentando la discriminación contra el pueblo gitano, el mensaje es claro: si nunca han podido someternos, menos podrán ahora que llegamos pisando fuerte, y sin miedo al fascismo, para defender nuestro futuro.