Pedro Sánchez se reunirá la próxima semana con Casado, Rivera e Iglesias pero excluye a Abascal
Se reunirá con los tres dirigentes entre el lunes y el martes próximos “para analizar la situación política tras las elecciones del 28 de abril”.
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, mantendrá reuniones la semana que viene con los líderes de los principales partidos de la oposición, Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias, y mantendrá el primero de estos encuentros con el presidente del PP.
En el Palacio de la Moncloa recibirá en primer lugar al presidente del PP, Pablo Casado, el lunes a las 13.00 horas; al líder de Ciudadanos, Albert Rivera, el martes a las 11.00 horas y ese mismo día a las 17.00 horas se reunirá con el líder de Podemos, Pablo Iglesias, ha anunciado este miércoles el Gobierno.
Aunque las negociaciones para sacar adelante la investidura de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno no se acelerarán hasta pasadas las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo, la idea que tiene el presidente en funciones es poder constituir su nuevo gabinete en el entorno del 20 de junio, admiten a Europa Press distintas fuentes del Gobierno. Contar con un nuevo Ejecutivo antes de que arranque el verano no sólo es lo deseable sino lo que debería ocurrir, señalan.
No contempla permanecer hasta 10 meses en funciones
Lo que no contempla en absoluto el Gobierno es permanecer en funciones hasta 10 meses como lo estuvo el Ejecutivo de Mariano Rajoy desde las elecciones de 2015. La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, lo dejó claro este viernes pasado en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. “El Gobierno no tiene ese planteamiento”, no lo concibe, dijo.
Tan sólo un día después de la victoria del PSOE en las generales del domingo, el secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos, ya avanzó que las conversaciones con las distintas fuerzas parlamentarias para explorar posibles fórmulas de colaboración la próxima legislatura arrancarían en los próximos días.
Sin embargo, ni el PSOE ni el resto de formaciones tiene interés en desvelar completamente sus cartas hasta pasados los comicios del 26 de mayo, para no verse penalizados por la decisión que tomen sobre posibles alianzas.
Los socialistas aspiran a poder gobernar en solitario con apoyos puntuales que no siempre tendrán que venir de las mismas formaciones políticas, bajo la fórmula de la geometría variable.
No quieren formar un Gobierno de coalición con Podemos, precisamente para sentirse más libres para pactar con unos y otros en función de los casos. Coalición Canaria, por ejemplo, se ha abierto a llegar a acuerdos con el PSOE bajo la condición de que Podemos no esté en el Gobierno.
Pero es que además los socialistas consideran que, con 42 escaños, Unidas Podemos no está en condiciones de exigir entrar en el Gobierno, pero sí de pactar un programa de gobierno con el PSOE, que pone en valor la colaboración ensayada con los ‘morados’ esta pasada legislatura y que quiere seguir desarrollando una agenda progresista y de izquierdas.
El 21 de mayo, las Cortes darán las pistas
La fecha de constitución de las Cortes, el próximo 21 de mayo, dará pistas sobre las alianzas en las que piensan apoyarse los socialistas, que tenían como opción ideal antes de las elecciones sumar mayoría con Podemos y el PNV. Esa suma, sin embargo, se queda en 172 escaños contando con el diputado de Compromís.
Sumando dos más de Coalición Canaria y el escaño obtenido por los regionalistas cántabros de Miguel Angel Revilla, el PSOE se quedaría a un escaño de la mayoría absoluta, por lo que para sacar adelante la investidura necesitaría la abstención de alguno de los partidos independentistas en segunda vuelta, donde se necesita tener más síes que noes. Esto teniendo en cuenta que el resto de formaciones del bloque de la derecha vote no a la investidura de Sánchez.
A partir de que el presidente del Congreso, elegido en esa misma sesión del día 21, informe al Rey de las Constitución de la Cámara, el monarca podrá abrir la preceptiva ronda de consultas previa a su designación de candidato a la investidura. En aras de no interferir en la campaña electoral, es previsible que el jefe del Estado no abra esa ronda hasta pasados los comicios.