Operación Reencuentro
Qué supone el trascendental giro de Junqueras.
La política catalana está acostumbrada a grandilocuencias, a escenarios góticos, a palabras mesiánicas, a discursos de púlpito, a destellos emocionantes, a fracasos dolorosos. Y de manera muy sencilla ha vivido este lunes uno de los movimientos tectónicos más determinantes en años.
Oriol Junqueras ha expresado, a través de una carta remitida al diario Ara y a LaSexta, una vía diferente, una ruptura con el pasado, el gesto que se esperaba desde La Moncloa. Ha reconocido públicamente que la ofensiva unilateral no sirve, no da frutos, no es el camino correcto, sino que debe luchar por la vía escocesa (la de un referéndum pactado con el Estado). Y, además, ha dado otro giro de 180 grados: ahora sí apoya los indultos como un medio para “aliviar” el dolor de los presos independentistas y de Cataluña.
Esto supone abrirse al intento de cooperación, al diálogo. Un gesto que allana el camino a Pedro Sánchez para poder conceder más pronto que tarde los indultos (los planes pasan por antes de las vacaciones de verano, incluso para este mes de junio). La medida de gracia está ahora mismo en el Ministerio de Justicia, pero la idea de La Moncloa es aprobarla e intentar ese nuevo tiempo de concordia.
Esquerra había dado hasta ahora algunos pasos, con su intención de esa vía pragmática. El propio Pere Aragonès apuntaba siempre en esta dirección de buscar una solución pactada. Entonces, ¿por qué es tan importante que lo haya verbalizado este lunes Oriol Junqueras? Son varios los factores. Uno es que hasta el momento había rechazado taxativamente el indulto (aunque sigue prefiriendo la amnistía, algo que Sánchez no hará). Llegó a decir sobre esta medida de gracia: “Que se lo metan por donde les quepa”. Pero ahora la postura cambia y reconoce: “pueden aliviar el conflicto, paliar el dolor de la represión y el sufrimiento de la sociedad catalana, y cualquier gesto en la línea de la desjudicialización del conflicto ayuda a poder recorrer este camino”.
¿Por qué es tan importante que lo diga Junqueras?
La importancia de que lo diga Junqueras es capital dentro del independentismo, ya que sigue siendo el líder de ERC y, además, su figura es la mejor valorada por los catalanes. Lo hace también reconociendo ese error unilateral y admitiendo que esa vía no es la posible. Esto supone volver al marco de la Constitución y consagra el espacio de la mesa de diálogo (que se reunirá después de que se vean próximamente Pedro Sánchez y Pere Aragonès en La Moncloa). Otra causa que ha pesado ha sido que ahora ERC está en la Presidencia de la Generalitat (la primera vez en este periodo democrático), y por tanto se quiere mandar la señal de que se va a intentar gobernar para todos. Advierte a los suyos de que esa mesa no dará frutos rápidos, pero que es el camino, y lo deja bien claro para Junts (los posconvergentes son ahora más radicales que Esquerra y han admitido a regañadiente este órgano bilateral).
Este movimiento de Esquerra ha pillado precisamente a Pedro Sánchez en Barcelona, donde ha coincidido por primera vez en un acto de Foment de Treball con Pere Aragonés, tras su elección como presidente. Con saludo afectuoso con puño. Los dos mantienen fuera de foco una buena relación y se han intercambiado llamadas y mensajes. Desde La Moncloa se espera que este gesto sirva para establecer una mejor relación entre administraciones y por buscar ese tiempo de paz.
“Audacia”, esa es la palabra que han repetido tanto Junqueras en su carta como Sánchez durante su discurso ante la élite económica catalana. Sánchez sabe que se trata de un paso delicado, compilado, pero está convencido de que deba darlo, intentar esa nueva etapa. Hay que dejar, según repite, esos debates estériles y cambiar las amenazas por propuestas. Por eso ha pedido a todos los ciudadanos catalanes y españoles “valentía” para lograr ese “reencuentro”.
Sánchez se ha lanzado de lleno en esta vía de los indultos para intentar apaciguar la situación en Cataluña, aunque en el Gobierno saben que esto llevará años. Pero creen que merece la pena intentarlo. Como decía hace unos días muy gráficamente María Jesús Montero: no se pueden tapar los ojos como los monos en Gibraltar. El momento de hacerlo es ahora, cuando se está en el ecuador de la legislatura y queda tiempo para reconducir la situación y no hay elecciones a la vista. Ahora mismo las encuestas soplan a favor del Partido Popular, pero Sánchez diseña ya un segundo tramo de la legislatura que conllevará con toda seguridad cambios en el Gobierno durante los próximos meses.
“Hemos vivido demasiado tiempo encerrados en posiciones estrechas, en callejones sin salida. No podemos seguir así: ha llegado el momento de dar pasos que nos permitan de una vez por todas avanzar y hacerlo con decisión, con serenidad y con un enorme sentido de justicia, buscando en todo momento el beneficio, la tranquilidad, la paz y la convivencia del conjunto de la ciudadanía por encima de la pequeñez de los intereses partidistas”, ha lanzado Sánchez en Barcelona, precedido por un “estimado Pere”. La respuesta de Aragonès ha ido en la línea del entendimiento y haciendo olvidar los tiempos de Torra: hay que abrir una “nueva etapa” de “diálogo y negociación”.
Esto puede tener sus consecuencias dentro del independentismo, con un Junts en la línea más dura, como ha advertido Elsa Artadi -pero sin tener la fuerza ya de la Presidencia de la Generalitat-, y con la CUP en contra. Pero la aritmética parlamentaria no da más opciones, si dejan a Esquerra, la única fórmula viable pasaría por el PSC y los ‘comunes’. Desde el otro lado, la derecha prepara ya sus tambores para el próximo domingo con una nueva foto de Colón y dice que no se cree a Junqueras.
La operación Reencuentro está viento en popa. ¿Hasta dónde llegará?