Notas alrededor del coronavirus
Este artículo también está disponible en catalán.
- ¿Por qué narices en Italia, en España, en otros países europeos, consideraban que el coronavirus se comportaría de manera diferente en Europa que en China y, por tanto, no había que tomar nota ni aprender de lo que allí estaba pasando; por ejemplo, de la fuga incívica de una gran parte de la población de las zonas más afectadas hacia el sur? Racismo puro, podrías pensar, si no fuera que el Estado español consideró que Italia era un país igual de lejano y tampoco era un avance ni un modelo de lo que pasaría en la progresión del coronavirus. ¿Chovinismo?
- El restaurante chino de debajo de mi casa, el lunes o martes ya fue cerrado. Como tantos y tantos comercios chinos. Es decir, se avanzaron casi una semana a algunas de las medidas que ha tomado el Gobierno central. De momento, no se han visto manifestaciones de racismo (ni de temor, al comprobar en manos de quién están) por parte de la población china.
- China ya ha enviado un enorme avión cargado de útiles y de equipos sanitarios a Italia (ningún país de Europa le ha enviado ninguno a pesar de las demandas realizadas), y se ha ofrecido también a ayudar al Estado español. Aterra que esto lo haga un gobierno autoritario, dictatorial y antidemocrático.
- ¿Es razonable decidir un miércoles que se cerrarán las escuelas pero no hasta el lunes siguiente? En Cataluña pasó; finalmente cerraron el viernes.
- El sábado 14 voy a comprar. En la tienda, lo han organizado perfectamente: la cola se hace en la calle, la dependienta que la organiza hace guardar la distancia debida entre las personas, no dejan entrar más de diez compradores a la vez (es una tienda grande). En la cola hay una animada tertulia sobre lo mal organizadas que están las colas en otros establecimientos del ramo y supermercados del barrio.
- Una vez dentro, en las estanterías hay grandes agujeros. La línea entre lo que es realmente importante y básico y lo que no es clara; por ejemplo, no hay aceite, ni arroz, escasea la pasta (el fervor por el papel higiénico merecería un artículo aparte), pero, por ejemplo, hay botellas de vino a espuertas y helados de todos los colores y gustos. La gente que compra, pues, no se ha vuelto loca.
- Es posible que la población a partir de ahora se lave mejor las manos y más a menudo. Dudo que sirva para hacer mejores colas y más esponjadas; dudo que sea útil para establecer maneras de saludar más saludables y menos invasivas.
- También dudo —por mucho que haya gente a la que entusiasme decir, a veces de manera algo ofensiva, que cada crisis es una oportunidad— que se aprenda nada de la pandemia que estamos pasando. La crisis económica de 2008 no ha servido para nada, o al menos no ha servido para tomar ninguna medida a favor de la gente más desfavorecida y no del capital financiero. ¿Veremos desrecortes en la salud pública?; ¿alguien pondrá freno al gasto desbocado en sanidad privada que en justicia debería ir a la pública?
- No es que ministras, ministros, gobernantes y tropa política en general sean población de riesgo o un grupo más proclive al coronavirus que otros, pero a ellos les realizan las pruebas. Parece que vivan en Corea del Sur.
- El virus se ha aliado con las abuelas más o menos en buen estado cuidadoras de nietas y nietos: ya no les llevan indiscriminadamente el niñerío; por el contrario, se ensaña con las abuelas o mujeres mayores de sesenta y cinco que cuidan a madres y padres. Un grupo de riesgo que se ha menospreciado, como si el virus se limitara a contribuir elegantemente a la selección natural.
- La gente, especialmente las mujeres, se organiza para el cuidado de las criaturas. ¿Alguien hará el recuento de cuántas iniciativas masculinas está habiendo en esta imprescindible e ineludible tarea? Si ante una catástrofe y una emergencia como la que estamos viviendo, no hay o hay pocas, quiere decir que no se pondrán nunca a ello. Que siempre creerán que no les toca.
- Efectivamente, es perfectamente viable vivir sin fútbol.
- Cuando pase esta crisis, estaría bien que se prohibieran expresiones vacías, patéticas y grandilocuentes tipo «Haremos lo que haga falta, donde haga falta y cuando haga falta».
- El presidente Torra en un rapto de astucia ha intentado alcanzar la independencia por la vía del confinamiento (de manera no unilateral, por cierto). Pedro Sánchez, por el contrario y sin astucia (no la necesita para nada), ha decretado una recentralización que atufa a 155.