Lo clásico lo peta (1): 'Noche de Reyes', de Helena Pimenta, aquí hay lío
Estamos de enhorabuena
Es un buen momento para el teatro clásico en la cartelera madrileña. Acaba de estar en cartel la magnífica Nise, la tragedia de Inés de Castro de Nao d´amores en el Teatro de la Abadía a la que ya le dedicamos un post hace tiempo, y permanecen Períbañez y el comendador de Ocaña de Lope de Vega de Eduardo Vasco, Lo fingido verdadero de Lope de Vega por Lluís Homar en el Teatro de la Comedia y Noche de reyes de Shakespeare de Helena Pimenta, todo esto mientras los Ron Lalá planean tomar la ciudad en Villa y marte, espectáculo en el que evolucionan del clásico a la zarzuela. Es decir, encontramos una gran presencia del teatro clásico en la villa y corte. Haremos unas crónicas sobre este fenómeno.
Helena Pimenta vuelve al autor fetiche de su compañía Ur, don Guillermo Shakespeare. Recordemos que Pimenta hizo filología inglesa y que algunas de sus versiones del Bardo son auténticos referentes (todavía me acuerdo de aquel Coriolano que hicieron en la Plaza Mayor de Salamanca y de aquel Sueño de una noche de verano que tantas vocaciones despertó). Vuelve, además, de la mano de su mano derecha en su tiempo en la CNTC, Álvato Tato, uno de esos dramaturgos-poetas que estudiaremos en las filologías en unos años.
Se trata de una comedia de engaño al más puso estilo plautino. Dos hermanos gemelos Viola y Sebastián, sobreviven a un naufragio por separado sin que ninguno de ellos conozca la suerte que ha corrido el otro. Viola se disfrazada de hombre y, bajo el nombre de Cesáreo, entra a trabajar en casa del duque de Iliria, Orsino. Este bebe los vientos por la bella Olivia que, tras ser cortejada sin éxito por unos y por otros, queda prendada enseguida de Cesáreo/Viola. Para más inri, a esta le pone Orsino. Vamos que hay lío, mucho lío y un lío divertido.
La dirección es muy limpia y bastante ágil, como corresponde a una persona con tanta mano y experiencia como Pimenta. Esta trata a sus personajes con una tremenda dulzura (se ha llegado a hablar de una poética de la dulzura en su obra). El texto es versátil y divertido. Hay algunas actuaciones que destacan, sobre todo, la del Rafa Castejón más divertido.
Una obra divertida y reseñable en una temporada teatral en la que tenemos a un director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, varios exdirectores y algunos serios candidatos batiéndose el cobre en la cartelera teatral de la villa y corte. Estamos de enhorabuena.
Esperemos, por cierto, que no alcancen a cargarse a Shakespeare como que se quieren cepillar ese clásico moderno de Maus de Art Spiegelman.