No olvidemos a los vecinos de Ucrania
Desde que Rusia comenzó esta guerra, cuatro millones de personas han huido de Ucrania y más de 400.000 han cruzado la frontera hacia Moldavia.
La historia y el destino de los pueblos de Europa están ligados más allá de las fronteras. Es una dura lección que los europeos y las europeas hemos aprendido a base de guerras y de derramamiento de sangre. Ahora, de nuevo, asistimos a una guerra horrible en territorio europeo. Y es precisamente ahora cuando debemos ahondar en nuestra cooperación y nuestra amistad con los países vecinos. Está claro que Ucrania es quien más nos necesita, pero no nos olvidemos de Moldavia.
Cuando estalló la crisis de Ucrania en 2014 ya afectó a sus vecinos y debilitó la seguridad de las fronteras orientales de la Unión Europea. Esto debería haber sido una alerta para que nos implicáramos más en la región para tratar de reducir la tensión y aumentar la cooperación. No lo logramos, y no podemos volver a cometer el mismo error. Esta vez tenemos que estar al lado de las poblaciones de Ucrania, Moldavia y de la ciudadanía comunitaria que vive cerca de la frontera.
Existen fuertes lazos históricos entre Ucrania, la República de Moldavia y Rumanía. La comunidad de habla rumana, compuesta por rumanos y moldavos, es la segunda mayoría más numerosa en Ucrania por detrás de la minoría rusa, y cuenta con más de 400.000 personas. Estas relaciones deben servir de base para una mayor amistad y cooperación. Pero solo sucederá si les ayudamos en estos momentos tan difíciles.
La red ya existe. Desde 2007, un programa conjunto para cooperación transfronteriza se desarrolla entre Rumanía, Moldavia y Ucrania para lograr una economía más competitiva en torno la frontera, para aumentar su preparación para hacer frente al cambio climático y a posibles emergencias, y para promover el contacto entre la ciudadanía. En este periodo hasta 500 entidades de los tres países han participado y se han conocido mejor. Este contacto es mayor poder transformador de la UE para mejorar la democracia, el estado de derecho, y lograr una mayor prosperidad y una vida mejor para todos y todas, a ambos lados de la frontera.
Al entrar en vigor el Acuerdo de Asociación entre la UE y Moldavia, en 2016, la economía de esta república comenzó a recuperarse, y en 2019 su PIB llegó a crecer un 3,6%. Ahora todos estos avances están en peligro. La guerra en Ucrania ha afectado a Moldavia de manera desproporcionada comparado con otros países, por su pequeño tamaño y por sus escasos recursos, sobre todo después de la pandemia.
Desde que Rusia comenzó esta guerra, cuatro millones de personas han huido de Ucrania y más de 400.000 han cruzado la frontera hacia Moldavia. Los moldavos y las moldavas han abierto las puertas de sus casas, y las autoridades locales facilitaron la primera ayuda. Ahora mismo unas 100.000 personas refugiadas permanecen en Moldavia. Más de la mitad son niños y niñas, y casi todos los adultos son mujeres o ancianos. La República de Moldavia está gastando en torno a un millón de euros diarios para ayudar a quien lo necesita.
Es fundamental apoyar al gobierno moldavo para que facilite alojamiento, servicios sociales y educación a los menores, así como a controlar este flujo de personas y evitar que estas personas, sobre todo las más vulnerables, acaben en manos de las mafias.
En los últimos meses, los moldavos y las moldavas ya tenían que hacer frente a un fuerte aumento del precio de la energía y a una inflación galopante, que se espera que alcance el 30% este año. Han perdido a sus principales socios comerciales: Rusia, Ucrania y Bielorrusia, con las dificultades que esto supone para garantizar el suministro de alimentos. La UE está aumentado su asistencia en la frontera y en enero la Comisión Europea aprobó el pago de 150 millones de euros como asistencia macro-financiera. Pero no es suficiente.
Desde las últimas elecciones parlamentarias en julio, el gobierno de Moldavia se ha implicado en una serie de reformas para acercar el país a la UE, con un fuerte compromiso para luchar contra la corrupción y mejorar el estado de derecho. La guerra crea ahora nuevas tensiones entre el gobierno y la oposición prorrusa. A esto hay que sumarle que, en este trágico momento, los moldavos y las moldavas están expuestos a la desinformación promovida desde Rusia. Por eso debemos mostrar a todo el pueblo moldavo, sea cual sea su tendencia política, que solo la democracia, la libertad y los derechos fundamentales abren la vía para un futuro mejor.
Por eso este martes viajamos a Moldavia, atravesando la frontera rumana: para mostrar nuestro apoyo y ver sobre el terreno cuáles son las necesidades a ambos lados de la frontera. Iremos a Isaccea, donde miles de ucranianos y ucranianas han llegado en ferry en las últimas semanas, y a Galați, antes de cruzar la frontera moldava para llegar a la capital, Chisinau. Nos reuniremos con las autoridades para conocer mejor cómo podemos ayudar, y hablaremos también con la sociedad civil. Los países de la UE que tienen frontera con Ucrania también necesitan más ayuda.
Más de 650.000 personas que han huido de la invasión rusa han llegado a Rumanía. Las noticias que alertan de la intención del Ejército ruso de intensificar sus ataques en el este y el sur de Ucrania nos hacen pensar que la presión solo va a aumentar sobre Rumanía y Moldavia. Solo en Isaccea, en el este de Rumanía, cientos de personas cruzan la frontera cada día, y las autoridades locales estiman que la cifra de entradas diarias podría alcanzar las 50.000.
Todas las administraciones contribuyen al esfuerzo: El gobierno rumano ha prometido que facilitará la educación de los 30.000 menores ucranianos en su territorio. Ya hay 50 colegios y siete institutos donde se enseña en rumano, y el Ministerio de Educación ha dicho que pondrá más instalaciones.
Pedimos que se haga un mejor uso de la Plataforma de solidaridad creada por los Estados miembros de la UE para compartir la responsabilidad en esta crisis. Y pedimos a la UE que continúe prestando un apoyo eficaz a Moldavia para que los moldavos y las moldavas puedan seguir ayudando a sus vecinos y vecinas de Ucrania.
Es también hora de empezar a pensar en un plan, inspirado en el Next Generation EU y en la deuda emitida de manera conjunta, pensado para financiar el triple esfuerzo que nos supone esta guerra: la transformación energética, la defensa y la recepción de refugiados. En estos momentos difíciles debemos mostrar que lo que nos une como europeos y europeas es el bienestar de la ciudadanía, ya sea en Ucrania, en Moldavia, en Rumanía o en cualquier otro país de Europa.