No. No tenemos la culpa de que nos maten
¿Dónde termina el derecho a hacer lo que te apetece y dónde empieza el derecho a preocuparse de alguien que te quiere?
Un mensaje más entre los millones que se cruzan en los chats familiares en estos días:
Sí, puede parecerte exagerado montar tanto revuelo desde el feminismo y los movimientos que cuestionan lo supuestamente masculino y femenino. Sí, puede ser que a ratos te canse... Sí a todo, pero a mí que nadie trate de convencerme de algo innegable: existe una cultura del miedo que se impregna en mayor medida en la crianza y educación de las niñas. Una cultura del miedo que contagia la manera de tratar a esas niñas, incluso cuando hace mucho tiempo que dejaron de serlo. Ese padre quiere lo mejor para su hija y quizá no reconocería que hay un doble mensaje en su recomendación, diría que no es sólo por ser chica, que es por si le pasa cualquier cosa, un golpe de calor o algo así, que mejor vaya por otro sitio más transitado. Ya, pero a su hijo no le pregunta por dónde sale a correr.
La cultura del miedo da paso fácilmente a la cultura de la culpa. ¿Hay algo que puede pasarle a una mujer que decide hacer cosas sola, como salir a correr, caminar, viajar o hacer el camino de Santiago? Sí, claro que le pueden pasar cosas. Y a un hombre también. ¿Que la fisiología de la mujer es distinta? ¿que en un momento dado la capacidad de un varón de hacer daño o de forzar físicamente puede estar por encima de la de la mujer? es cuestionable, pero puede ser cierto y ahora... ¿Qué hacemos con esto?
¿Recomendamos a las chicas que no hagan cosas potencialmente peligrosas? ¿Sugerimos que vayan siempre acompañadas? ¿Insinuamos que son víctimas potenciales? ¿intensificamos este tipo de planteamientos después de que se dé algún suceso dramático?.... Y luego lo acompañamos del discurso de la igualdad, que las chicas pueden ser lo que quieran, que nada les puede parar, que pueden construir grandes metas y alcanzarlas, que son capaces de cambiar el mundo, bla, bla, bla.
A mí que no me pregunten por dónde salgo a correr, cuánto de transitado es el camino, ni cuánto de pendiente estoy a las posibles señales de peligro.
Enseñemos a las mujeres, a las niñas, a protegerse, a cuidarse y a frenar cualquier tipo de abuso o agresión, no solo físico, no solo mortal. No formemos parte de una cultura del miedo. Una sociedad que ante un acto cruel o miserable deja traslucir un "algo habrá hecho" / "algo podría haber hecho para evitarlo" es una sociedad enferma. Impulsemos una cultura que enseña a las personas el valor del respeto, la responsabilidad sobre sus propios actos, el buen trato hacia el otro. Claro que existen acciones deleznables y espeluznantes, y no es culpa de la víctima que eso suceda. Cuando sucede una desgracia no sirve dar vueltas a "si hubiera..." "si no hubiera...". No. Ha sucedido. Punto. Es terrible que una mujer inocente encuentre a la vuelta de la esquina una muerte violenta e injusta. Es horroroso que una familia quede rota. No hay palabras que puedan aliviar ese dolor. Es urgente que se tome el pulso a la sociedad en la que todo eso tiene lugar.
No. No tenemos la culpa de que nos violen, nos rapten, nos agredan o nos acosen.
Sí, voy a seguir saliendo a correr sola. Sí, voy a hacer lo que sea por mostrar a mi hijo, pacientes, amistades, familia... que tu vida la construyes tú. Que nadie tiene derecho a recortar tus derechos y libertades. Que una muerte injusta no tiene sentido. Que una vida plena siempre lo tiene, y llegue hasta donde llegue, que merezca la pena.
"No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente".
Virginia Woolf