Salvemos a los humanos
Hace unos años, estaba hablando con Al Gore (sí, voy a decir el nombre). Le hice una pregunta muy sencilla y directa: "La agricultura animal es responsable de un 18% de los gases que causan el cambio climático. ¿Por qué no ha mencionado esto ni en su libro ni en su película Una verdad incómoda?".
Su respuesta fue sincera hasta el punto que resultó desconcertante. Voy a parafrasear, pero dijo: "Para la mayoría de las personas, el papel que desempeña la agricultura animal en el cambio climático es una verdad demasiado incómoda".
Nos gustan los productos animales. Bueno, a vosotros os gustan los productos animales. Yo llevo 28 años siendo vegano, de modo que, si os soy sincero, apenas recuerdo su sabor.
Pero como especie parece que nos gustan los productos animales. Y mucho.
Las cifras son para echarse las manos a la cabeza: cada año, en Estados Unidos se crían y se matan a unos 10.000 millones de animales de ganado. A nivel global, cada año criamos y matamos a unos 56.000 millones de animales. Si hacemos los cálculos, eso quiere decir que cada segundo estamos matando 1.776 animales para tener comida. Y eso sin incluir el pescado o el marisco.
Sin embargo, aunque soy vegano por motivos éticos, no quiero escribir acerca de la ética de la agricultura animal. Quiero escribir acerca de cómo la agricultura animal nos está destruyendo y arruinando nuestro planeta.
Lo sé, suena a una hipérbole de izquierdas. "¡Está destruyendo nuestro planeta!"... Pero, en ocasiones, aunque suene algo hiperbólico, es la cruda realidad. Comenzaré hablando del cambio climático.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura publicó un informe en el que declaraba que la agricultura animal causa aproximadamente un 18% de las emisiones actuales de gases de efecto invernadero. Para poner estos datos en perspectiva: la agricultura animal es responsable de la emisión de gases de cambio climático en mayor medida que cualquier coche, barco, tren y avión juntos.
Pero nos gustan los animales o, al menos, criarlos para comérnoslos. De modo que hacemos un intercambio: queremos productos animales a cambio de sufrir el cambio climático.
El clima es complicado. Y el cambio climático también. Pero el papel que desempeña la agricultura animal en el cambio climático es muy sencillo.
¿Y qué hay de la hambruna? Existen más de 7.000.000.000 personas en el planeta, y muchas de ellas tienen mucha hambre. Continuamente se publican artículos y libros que formulan la pregunta: "¿Cómo alimentaremos a 7 u 8 o 9 miles de millones de personas?". Los debates giran en torno a los fertilizantes, los organismos genéticamente modificados y los terrenos cultivables.
Aquí va otra propuesta dolorosamente sencilla: dejad de alimentar al ganado con comida producida por los humanos. Unos 7 kilos de grano son necesarios para producir menos de medio kilo de ternera, que puede alimentar a un par de personas por unas pocas horas. En comparación, unos 6 kilos de grano pueden alimentar a 13 personas durante casi todo el día.
A nivel global no tenemos un problema de hambruna, tenemos un problema de ganado. Dar de comer a los animales para después comérnoslos es como calentar tu casa durante el invierno comprando madera fuera de casa.
Hablando del invierno: hace unos años, cansado de los fríos inviernos de Nueva York, me mudé a California (Estados Unidos). El año pasado en Los Ángeles, disfrutamos de unos 362 días de sol. La temperatura rondaba los 26 grados en Navidad y no había ni una sola nube en el cielo. Esto es maravilloso, sin contar el hecho de que California y gran parte del oeste de Estados Unidos están experimentando la peor sequía de la historia.
A los californianos nos han pedido que empleemos menos tiempo en la ducha y usemos menos agua para regar. Son buenas ideas. Pero vamos a ponerlas en perspectiva: para una ducha de 10 minutos se necesitan unos 113 litros de agua, y para producir una hamburguesa de 100 gramos se necesitan 2498 litros.
Más del 90% del agua de California es destinada a la agricultura. Hay ciertos tipos de agricultura que son muy responsables con el agua. Se necesitan 817 litros de agua para producir unos 4 kilos de soja, por ejemplo. Pero otros tipos de agricultura emplean cantidades indignantes de agua, entre las que se incluyen la del arroz y el algodón, pero especialmente la agricultura animal. Para 4 kilos de pollo se requieren unos 1892 litros de agua, y para la carne de cerdo se necesitan 2180 litros de agua.
Personalmente, me gustaría hacer un trato con el estado de California. Prometo darme duchas más cortas si vosotros dejáis de subvencionar el uso de agua para el ganado. Si simplemente me diera una ducha rápida, podría rebajar mi gasto a unos 19 litros de agua. Y después de 132 duchas fugaces, habría usado tanta agua como es necesaria para producir una hamburguesa de 100 gramos.
Los 56.000.000.000 animales de ganado del planeta también están produciendo toneladas de heces y orina cada año, tres veces más que los humanos. Hagamos una comparación: los habitantes de Philadelphia (Pennsylvania, Estados Unidos) producen alrededor de 1.000.000 toneladas de orina y heces al año. Y una (solo una) granja grande de cerdos producirá aproximadamente 1.600.000 toneladas de orina y heces al año.
Nuestros lagos y nuestros ríos están repletos de algas. Nuestras aguas subterráneas están cada vez más contaminadas. Y el principal culpable es el ganado.
También está repercutiendo en nuestros hogares. Un estudio de la Universidad de Arizona reveló que había más heces residuales y residuos en la cocina de un omnívoro medio que en el retrete, y esto se debe en gran parte a las bacterias de la carne cruda.
Los animales viven entre sus propias heces y orina, y cuando se les mata y se les empaqueta, traen consigo esas heces y esa orina. A tu casa. También traen consigo pesticidas, antibióticos, hormonas de crecimiento, colesterol y grasas saturadas.
¿Y qué hacemos? Si dejáramos de comer animales y productos de origen animal mañana mismo, los estudios sugieren que seríamos testigos de una fuerte bajada en la obesidad, las enfermedades cardiacas, la diabetes y algunos tipos de cáncer. No tenemos una epidemia mundial de salud, tenemos una epidemia mundial de ganado. Los países occidentales invierten gran parte de su presupuesto en curar a personas de enfermedades causadas por el consumo de alimentos de origen animal.
Cuando hablo con las personas acerca de la agricultura animal y de comer carne, me suelen decir: "Pero la carne es barata". Efectivamente, pero eso es así porque está subvencionada por los impuestos. En Estados Unidos, invertimos miles de millones de dólares en subvencionar granjas productoras de grano, cuyas cosechas se emplean para alimentar al ganado. Miles de millones de nuestros impuestos van destinados a subvencionar una industria que daña al medio ambiente y a nuestra salud.
Además de todo lo anterior, y guardándome lo mejor para el final, la agricultura animal trae consigo enfermedades zoonóticas. El término "zoonótico" suena a una parte especial del zoo donde los animales leen libros y viven en barcos. Pero las enfermedades zoonóticas no son divertidas, ni elegantes. Algunas enfermedades zoonóticas más conocidas son la E-coli, la salmonella, la gripe aviar, el ébola e incluso algunas enfermedades comunes como la gripe y el resfriado común.
Las enfermedades zoonóticas provienen de los animales, incluido el ganado.
Afortunadamente, hasta ahora hemos sido capaces de encontrar un tratamiento con antibióticos para la mayoría de estas enfermedades. Pero he aquí el problema: los animales de las granjas industriales están tan enfermos y en tan mala forma que los antibióticos son el único modo de evitar que mueran antes de su matanza. A los animales se les alimenta con cantidades ingentes de antibióticos durante su vida y, después, esos antibióticos pueden encontrarse en su leche, huevos y en la carne.
Cuando te comes a un animal, estás comiéndote su grasa y su músculo, pero también estás ingiriendo todos los antibióticos que se le han dado a ese animal durante su vida. Por tanto, la agricultura animal contribuye al problema de la resistencia a los antibióticos. Debido a este tipo de agricultura se han creado superbacterias que no responden a los antibióticos convencionales.
Y este es el maravilloso mundo de la agricultura animal. Como especie, nos enfrentamos a problemas muy complicados y, al parecer, intratables (como curar la calvicie). De modo que centrémonos en buscar una solución factible: terminar con la agricultura animal.
Lo único que tenemos que hacer es dejar de subvencionar esta agricultura y dejar de comprar productos de origen animal. De este modo, los gases que contribuyen al cambio climático se reducirán en un 18%.
Podríamos acabar con la hambruna. El agua potable podría estar más limpia y ser más abundante. Se podrían reducir las muertes debidas a enfermedades cardíacas, la diabetes, la obesidad y algunos tipos de cáncer. Y también podrían reducirse las enfermedades zoonóticas.
Ya hemos sido capaces de cosas muy complicadas en el pasado. Hemos acabado con la esclavitud. Hemos otorgado a todas las personas el derecho a votar. Hemos aprobado legislación que prohíbe que los niños trabajen en fábricas. Incluso se está acercando una época en la que fumar será visto como algo lejano.
Podemos conseguirlo. Tenemos que conseguirlo. Nuestra dependencia de la agricultura animal literalmente nos está matando y arruinando nuestro clima y a nuestro planeta.
Terminaré mi artículo citando a Albert Einstein: "Nada beneficiará tanto la salud humana e incrementará las posibilidades de supervivencia de la vida sobre la Tierra como la evolución hacia una dieta vegetariana".
Este artículo fue publicado originalmente en 'The World Post' y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.