Mis cinco consejos para vivir bien sin sujetador
Desde que he dejado de llevar sujetador (el 90% del tiempo), me han llegado cientos de preguntas, ya sea de lectoras o de amigas. Sé que esto puede intrigar, dar envidia o, al contrario, parecer completamente inverosímil. Y, sin embargo, no te imaginas hasta qué punto para mí ha sido una liberación. Me siento más cómoda y libre en mis movimientos, mientras que las pocas veces que me pongo sujetador me siento embutida, incluso oprimida. Sé que no siempre es fácil; por eso tenía ganas de compartir mis consejos para aprender a vivir sin sujetador y descubrir la felicidad que conlleva.
Lógicamente, no consigues deshacerte de él de un día para otro y necesitarás tiempo hasta aceptar plenamente que no vas a volver a ponerte sujetador. Hace tiempo ya escribí un artículo sobre el hecho de vivir sin sujetador, así que espero que con estos pequeños trucos logres ir abandonándolo poco a poco.
También soy consciente de que, en función de nuestra morfología, nuestro pecho y (también) nuestra educación, el dejar de llevar sujetador será más o menos fácil. Por mi parte, tengo poco pecho, así que no tengo problema para mantenerlas en su sitio ni para soportar su peso. Si tienes un pecho más generoso, puede resultar más complicado, aunque me han enviado testimonios y comentarios de mujeres con talla C / D que llevaban muy bien lo de dejar de ponérselo.
Empezar en casa
Primera fase: empezar a no ponérselo en casa (si es que todavía no lo haces). Personalmente, es el primer reflejo que tenía al entrar por la puerta, porque sienta taaaaan bien.
Y, además, estás en tu casa y tienes derecho a hacer lo que te dé la gana. Aunque no vivas sola, no creo que tu pareja (o tus hijos) se sorprendan al ver que no llevas sujetador. Estoy segura de que se acostumbrarán enseguida y, si un día te hacen algún comentario, explícaselo, porque lo entenderán sin problema.
Ir paso a paso y sentirse cómoda
Para que no te sientas incómoda de repente (y te den ganas de echarte atrás), en primer lugar debes elegir bien las personas con las que vas a estar. Seguramente te resultará más cómodo empezar a hacerlo en presencia de tus allegados, y no en una cena llena de desconocidos. En segundo lugar, también conviene hacerlo en lugares donde puedas ir sin necesidad de comerte la cabeza, como a la panadería, al supermercado o, simplemente, a tu jardín. Por último, piensa también en el contexto y el reto. Si te sientes incómoda por no llevar sujetador, no te lances a hacerlo por primera vez durante una conferencia, sino más bien un lunes por la mañana, cuando todo el mundo tenga la cabeza en las nubes.
A medida que pase el tiempo, verás que te vas sintiendo cada vez más confiada y cómoda y que te atreverás cada vez más a salir sin sujetador.
Elegir bien la camiseta
Algo en lo que no pensamos habitualmente y que, sin embargo, es imprescindible: elegir una parte de arriba adaptada a la falta de sujetador. En función del corte, del material y de los colores, será más o menos fácil disimular el hecho de que no llevas sujetador.
Para mí, el kit de camuflaje ideal es una prenda de algodón con motivos, que no sea demasiado fina para evitar transparencias. Presta también atención a los lados de la prenda si es una camiseta, porque algunas son muy holgadas bajo las axilas y, si no tienes ganas de que se sepa que no llevas sujetador, quizá no es lo más recomendable. Y, por supuesto, ten cuidado con que el escote no sea ni demasiado suelto ni demasiado pronunciado, porque te arriesgas a desvelarlo todo al agacharte.
Abstraerse de las miradas de la gente
Lo sé, en general no es fácil... Pero es un paso esencial, pues enseguida tenemos la impresión de que todos los ojos se posan sobre nosotras y de que todo el mundo ve lo mismo. Y no tiene por qué.
Al principio, yo estaba totalmente paranoica. Tenía la impresión de que todo el mundo me miraba al pecho (cuando en realidad tengo unos pechos minúsculos), y que la gente me escrutaba con la mirada y me juzgaba. Pero la verdad es que sólo era una invención de mi mente y la gente no me miraba ni más ni menos que si llevara sujetador.
En todo caso, si alguna vez te ocurre, pregúntate: "¿Y qué pasa?". En el peor de los casos, sentirás algo de vergüenza o incomodidad, pero se pasará. Recuerda que, mientras lo piensas, la persona ya se habrá olvidado y le dará completamente igual que lleves o no sujetador.
Encontrar trucos
Si tienes miedo a que se te marquen los pezones o a que se te note por las transparencias (de ahí el interés de elegir una parte de arriba adaptada), existen ciertos trucos para evitar momentos potencialmente incómodos.
Por ejemplo, puedes comprar cubrepezones o pasties de silicona para ponértelos en los pezones y evitar que se vean. Se pueden comprar en Amazon y en algunas tiendas de ropa. Otro truco consiste en ponerse un fular que llegue hasta el pecho, que sea lo suficientemente largo y que no se mueva demasiado. Además es muy práctico cuando hace fresquito. También hay ropa con la que no se ve absolutamente nada. A veces es un poco complicado, según el ángulo y la luminosidad, pero es posible.
Obviamente, dependiendo de la situación, no siempre es fácil vivir sin sujetador y seguro que habrá momentos en los que te sientas más cómoda llevándolo. Tampoco pasa nada, a mí me ocurre lo mismo. El objetivo es sentirse libre y sin ataduras; el objetivo no es buscar todo el rato la forma de esconder tu pecho. Haz caso a tus deseos y necesidades, y ve paso a paso. Al final verás que vivir sin sujetador es un placer real, enseguida le coges el gusto.
¿Y tú? ¿Llevas siempre sujetador? ¿Te gustaría dejar de ponértelo? ¿O no?
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Francia y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano