Más miedo daba Felipe González en el 82

¡Nos van a quitar el patrimonio, ahora que estoy mayor! ¡Me van a subir los impuestos y tengo un salario de mierda! ¡Van a dejar entrar a todos los mauritanos, y yo marroquí con papeles no quiero que vengan! ¡Mis niños no van a poder ir a un colegio concertado porque nos lo van a prohibir!

Pero lo peor: los empresarios diciendo “preferimos un Gobierno con PP y el PSOE” y los banqueros —que acaban de confirmar que el rescate de la banca costará a los españoles 1.080 euros por persona, porque no serán 60.000 millones de euros, sino más de 65.000— también echando leña al fuego.

Ricos y pobres, mayores y jóvenes, son sometidos al pánico del ‘que vienen los de Pedro y Pablo’ con el arma más vieja del mundo: el miedo.

Un miedo que ya experimentó Felipe González cuando en 1982 ganó las elecciones. “Desde esta noche prepárate a perder tus ahorros”, rezaban los panfletos falangistas listos para repartir esa noche electoral de hace 37 años, tras una campaña en la que el miedo se agitó como arma, tanto por la oposición como por el empresariado patrio, que no tardó en darse codazos por acudir a aquella mítica bodeguilla montada en Moncloa en cuanto se relajó el ambiente. Si no habías pasado por allí, estaba claro que no eras nadie. Presumir de haber sido invitado se puso de moda.

“En el clima, hay similitudes. Aunque nadie piensa que la racionalidad y el sentido de Estado de Felipe la tenga Pablo Iglesias. Entonces había asuntos muy críticos, como la relación con Defensa y con los empresarios. Nombrar a Boyer ministro de Economía y aprobar una reconversión y reindustrialización generó confianza porque se vio que había voluntad de abordar una modernización. Felipe participó, comprometiéndose él, al PSOE y a UGT, en los pactos de la Moncloa. Eso también tranquilizó. Pero es evidente que lo que se está diciendo ahora se estaba diciendo entonces”, explica uno de los protagonistas de ese momento.

El temor paraliza y permite a quien lo extiende dominar a los atemorizados apelando a la pérdida de su estatus. Miedo a perder patrimonio, el cole concertado o a sufrir un aumento impositivo, que en la calle cala rápido. Un miedo que el propio presidente del Gobierno contribuyó a extender cuando, en la investidura fallida, dijo que él no dormiría tranquilo con Pablo Iglesias en el Gobierno —refiriéndose más al problema catalán que al ámbito económico— y ahora va a ser el vicepresidente.

Luego está el miedo a la extrema izquierda, que para los acomodados representa Podemos y que está relacionado con el dinero. “Sánchez, en el debate de candidatos, ya lanzó que nombraría a Nadia Calviño vicepresidenta para amortiguar esos temores. Ese miedo en esas clases acomodadas tiene racionalidad y Sánchez tendrá que gestionarlo, temen una subida de impuestos”, apunta Antón Costas, catedrático de política económica en la universidad de Barcelona y ex presidente del Círculo de Economía catalán.

El segundo temor que identifica Costas es un miedo más sofisticado. El temor a que no sean capaces de controlar las cuentas financieras, de gestionar el déficit público, aunque está Bruselas de por medio instando a la contención. Los organismos europeos no pierden ocasión de presionar, dotando de herramientas adicionales a los generadores de miedo.

Y el tercer miedo es a las reformas del sistema financiero. “No lo veo tanto. Una cosa es lo que Podemos anuncia y otra lo que se puede hacer. ¿Un impuesto a la banca? Francia lo hizo y sigue siendo Francia”, dice el catedrático.

El auténtico experimento es un gobierno con la izquierda en coalición, pugnando ambos partidos por seducir a los mismos votantes. “Pedro Sánchez empieza a negociar con Podemos porque está claro que, si hubiera empezado a negociar con PP y Ciudadanos y hubiera fracasado, Podemos después se hubiera negado a negociar con él. Al contrario, si fracasa con Podemos, el PP y Ciudadanos serán muy presionados para que haya Gobierno”, asegura un empresario veterano que no teme tanto como otros la coalición.

Francisco Fernández Marugán, hoy Defensor del Pueblo y otro de los socialistas que vivieron el arranque del primer gobierno de Felipe, es muy partidario de que las políticas sociales en España sean avanzadas, “como sucede en la mayor parte de los países del norte de Europa y es lo que quiere la sociedad española, muy partidaria de los modelos europeos desde el 82. Entonces alguien podía pensar que los socialistas iban a cometer algún que otro disparate, era un temor inducido y bastante malévolo. Enseguida se vio que lo que quería el nuevo presidente era que la sociedad entrara en una etapa de tranquilidad haciendo reformas. La política es mucho más predecible hoy que en el 82, y no hay razones objetivas y reales para pensar que existan riesgos”.

De lo que nadie duda es de que haya que acometer una reforma fiscal, necesaria para financiar el gasto público, y diseñar unos presupuestos redistributivos. Rajoy ganó las elecciones en noviembre de 2011 prometiendo bajada de impuestos y los subió todos, desde el IRPF al IVA pasando por el de Bienes Inmuebles, el Impuesto de Sociedades y los impuestos especiales, creando hasta un nuevo impuesto al Sol. Quizá haya que temer más, lo que no se espera.

Y por último, el experto y catedrático en Economía Emilio Ontiveros, no precisamente alguien al que se pueda considerar excesivamente arriesgado, añade dos matices más respecto a la época en la que llegó al poder Felipe González y el temor que tratan de extender ahora mismo: “A quien hay que tener miedo en estos momentos es a los aranceles  de Donald Trump más que a un gobierno de izquierdas. Es importante tener en cuenta que nadie en el Parlamento español cuestiona la permanencia en la Unión Europea, y eso es un valor seguro”.