Más Madrid: tenemos un plan para ser comunidad
Frente a los paracaidistas, nosotros y nosotras no necesitamos mandar a nadie mejor a los municipios.
En 2021 nos enfrentamos a unas elecciones autonómicas con Ayuso en volandas del trumpismo, Gabilondo habiendo ganado las últimas elecciones, un Iglesias que se sumaba a las elecciones regionales desde su despacho de la Vicepresidencia y con nuestra organización comenzando a echar raíces en barrios y pueblos de la Comunidad de Madrid. Muchos dieron a Más Madrid por amortizada y, sin embargo, hoy no sólo es la fuerza progresista con mayor fuerza electoral sino la que construye comunidades políticas amplias desde los barrios de la capital hasta en un gran número municipios de la región.
El cortoplacismo en las organizaciones políticas ha condicionado no sólo las estructuras de éstas, sino también sus propósitos, siempre al servicio de una hipótesis electoral basada en un contexto o un hiperliderazgo. Esta visión a corto plazo dejaba el desarrollo organizativo y territorial siempre postergado en función de estrategias relámpago, de dos años como mucho, en busca de resultados que supusiesen un cambio cualitativo para la organización (un gobierno, un sorpasso, un nuevo hiperliderazgo). Pudo tener sentido en su momento y se han logrado avances extraordinarios, pero también vienen mostrando sus límites.
Transitar de esa lógica a una cultura organizativa que favorezca la participación en política para hacer comunidad requiere cambiar el objetivo de nuestra organización. No podemos ser otra organización que base su éxito exclusivamente en una hipótesis concreta y coyuntural de las que sacan un 20% de votos en unas elecciones y un 7% en las siguientes. El objetivo es crear una organización con anclajes ideológicos madurados en todos los espacios de ésta, con la complejidad que tiene ponerse de acuerdo y el tiempo que conlleva la escucha, pero es el proceso necesario para que esos anclajes sean sólidos a medio y largo plazo, es el proceso que nos hace transitar hacia una cultura organizativa enraizada que no tambalee si vienen inclemencias externas o internas y que nos haga permeable a la sociedad.
Ni partimos de cero, pues hemos heredado la memoria de las mejores experiencias del pueblo de Madrid que históricamente se ha organizado para sostener la vida en comunidad, ni somos los primeros en plantear estos objetivos, pero siempre se postergaba construir esa organización que queríamos. Nadie quería renunciar al efecto inmediato ni afrontar la complejidad de una organización que debe velar por el bien común y no por intereses particulares, porque es una mirada a largo plazo y porque rompe la lógica de espacios de participación como capital individualista.
El individualismo propio de las políticas neoliberales es incompatible para construir comunidad y propio de la estrategia territorial de Ayuso, quien designa candidatos para los municipios bajo la lógica de premio o castigo según la familia interna del PP a la que pertenezca. Frente a los paracaidistas, nosotros y nosotras no necesitamos mandar a nadie mejor a los municipios porque hemos construido liderazgos y asambleas territoriales cuyas mayores virtudes son el compromiso con sus entornos y el amor y conocimiento profundo de los mismos.
Y es ahí donde nos encontramos, crecemos a la vez que dotamos de estabilidad a nuestra organización a través de dos factores claves, como es el factor tiempo. Tiempo para descubrir, tiempo para integrar y tiempo para formar. Los hallazgos de candidatos fulgurantes capaces de generar un movimiento temporal en torno a sí pueden seguir dándose no es una táctica que favorezca la cohesión y la estabilidad de la organización además del riesgo que supone el confiarlo todo a encontrarlos. Los liderazgos se construyen en el hacer cotidiano de las asambleas territoriales y como todo proceso colectivo, requiere de tiempo. Nuestros resultados son ya la esperanza de muchos por el propio camino que estamos haciendo y no debemos defraudar eso, pero hay que asumir que para desarrollarnos en todo nuestro potencial necesitaremos más tiempo, especialmente para facilitar la participación de mujeres en primera línea en los municipios, cuyos procesos para esta toma de decisión conlleva más tiempo, dada la desigualdad fruto de las relaciones de poder existentes en la sociedad las relaciones de poder existentes en la sociedad, que hacen que nuestro punto de partida no sea el mismo (o que hacen que a las mujeres nos cueste más dar el paso).
El segundo factor clave son los recursos: hemos escuchado demasiadas veces soflamas sobre cómo la alternativa a las políticas neoliberales se construye barrio a barrio a la vez que se dejaba a esos barrios a su suerte porque todos los recursos de la organización, tanto materiales como simbólicos, se dedicaban a una o dos figuras mediáticas. Porque somos conscientes de la importancia de una representación pública consolidada, queremos que en lugar de pies de barro, tenga raíces profundas que arraiguen y se retroalimenten.
Nuestras asambleas territoriales son nuestras raíces y éstas se nutren con reconocimiento desde todos los espacios de la organización y sobre todo, con recursos económicos, institucionales y mediáticos. Financiamos con miles de euros proyectos que diseñan e implementan de forma colaborativa nuestras asambleas territoriales y sectoriales con el objetivo de mejorar la vida en sus entornos a la vez que tejen lazos de compromiso con quienes aportan al bien común desde lo local. Dedicamos una parte relevante de cada equipo de nuestra organización a asesorar, acompañar y apoyar a nuestros y nuestras coportavoces barriales y municipales, reforzando además la descentralización de nuestra organización como en el trabajo estable con los medios locales, herramientas de comunicación claves para atender a las cuestiones de la vida cotidiana y visibilizar la pluralidad que conforma nuestra región.
Y cuando hablamos de retroalimentación es porque desde Mónica García y Rita Maestre a nuestros diputados, diputadas, concejalas y concejales, todas participamos cada semana en las actividades, asambleas y luchas de las que nuestra militancia forma parte como trabajo necesario para retroalimentar todos los espacios donde Más Madrid construye comunidad. A su vez, esas experiencias y saberes se ponen al servicio del común a través del Plan de Formación, implicando tanto a nuestros cargos públicos y asesores como a expertos y expertas que forman parte de nuestros sectoriales. Talleres, charlas, jornadas con clases teóricas y prácticas para la militancia en torno a la administración local, comunicación o políticas públicas. El aprendizaje entre pares no sólo nos ayuda a crecer sino que cohesiona nuestra organización.
Tiempo y recursos, dos factores que nos consolidan ya que la militancia es lo que marca la diferencia entre una organización que es flor de un día y otra capaz de desestabilizar décadas de dominio neoliberal.
Nuestra cultura organizativa se constata como fórmula para superar la tendencia de continuas refundaciones y vaivenes que nuestro espacio ideológico ha vivido durante los últimos años. Nuestra forma de hacer está favoreciendo la participación en política, ya que la estrategia relámpago constante desgasta a la militancia y no propicia la participación en política de simpatizantes por una estructura cerrada y jerárquica propia de esas estrategias.
Queremos facilitar esta experiencia a quienes se comprometen por el bien común, cuidando su tiempo y sosteniendo juntas la ilusión hacia ese futuro que deseamos traer, y que por eso, no podemos sacrificar esta forma de hacer política, avalada por los resultados y por las encuestas, para seguir a quienes nos proponen participar en un capítulo más de esa cadena de coaliciones, rupturas y desafecciones en la que aún están envueltas otras organizaciones como regla general. Sentimos el máximo respeto por los caminos que elige cada una, y esperamos el mismo respeto hacia el nuestro. Un camino que nos lleva a disputar en 2023 la Comunidad de Madrid a Ayuso, a volver a gobernar el Ayuntamiento de Madrid, a ser parte de los ayuntamientos de nuestra región pero que va mucho más allá, porque nuestro camino no acaba en una noche electoral.
Tenemos amor y una visión de esta tierra, de la buena vida que queremos vivir en ella, la estamos construyendo desde cada barrio, cada escaño y pronto, desde cada Consejería.
Y vamos a seguir hasta que cada madrileño y madrileña, hasta que todas las que convivimos en esta región, vivamos en una comunidad que nos dé la oportunidad de vivir la mejor vida posible.