Uno de los mayores riesgos de la economía española: la autocomplacencia
Si no controlamos los riesgos y nos dejamos llevar por la teoría, la recuperación económica podría volver a estancarse.
Como venimos observando a lo largo de estos primeros compases del año, la economía española presenta un exceso de incertidumbre que mantiene preocupados a los principales expertos en el país. A pesar de que las perspectivas arrojan una leve mejoría, con reajustes al alza en casi todas las economías de la Unión Europea, España vuelve a descolgarse de una recuperación que podría darse de forma más gradual que en otras economías homólogas.
Así lo confirma el propio Banco de España, a través de su presidente Pablo Hernández de Cos. Tras la publicación de indicadores como el adelantado de la OCDE, el organismo supervisor alerta de que la recuperación prevista vuelve a ralentizarse notablemente. Un nuevo jarro de agua fría tras haber sido la economía más dañada por la pandemia del bloque comunitario.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya alertó de estos riesgos, que ahora comienzan a materializarse en nuestra economía y vuelven a lastrar una recuperación que, como en años pasados, parece volver a estancarse.
Así pues, el FMI ya ha avisado de que esta recuperación no está exenta de riesgos. Existen determinados condicionantes que, de comportarse peor de lo previsto, podrían provocar desviaciones en las mismas para muchos países.
En otras palabras, la recuperación de la economía tras la pandemia presentará variaciones muy considerables entre países. ¿De qué dependerá? Las claves serán el acceso a intervenciones médicas, los ritmos de vacunación, la eficacia de las políticas de apoyo, la exposición a repercusiones económicas transfronterizas y las características estructurales de cada economía al inicio de la crisis.
Además de los ritmos de vacunación, algunos riesgos que preocupan son las debilidades estructurales que presenta España, así como la eficacia de las políticas de gasto en un escenario como el que presenta nuestro país. El tejido productivo con el que cuenta nuestro país se encuentra muy debilitado, a la vez que hablamos de un tejido muy vulnerable por la gran presencia de pequeñas y medianas empresas (pymes).
Por otro lado, el paro estructural y el mal funcionamiento de nuestro mercado laboral también dificultan la recuperación. A esto esto hay que añadirle un margen fiscal casi inexistente, donde nuestro escaso fondo de maniobra nos incapacita para apostar por una recuperación al nivel que lo hacen otras economías como Alemania.
Este tipo de situaciones preocupan y mucho, pues son, precisamente, aquellos condicionantes que señala el Fondo Monetario Internacional los que más preocupan a nuestra economía.
En lo que a nuestro tejido productivo se refiere, debemos saber que España es un país muy centrado en las pymes. El 99,8% de nuestro tejido productivo se compone de pymes. A pesar de que este valor relativo es similar al que muestra la media de la Unión Europea, así como otras economías como Alemania, debemos saber que, contrastando los valores absolutos, la locomotora económica europea triplica en número de grandes empresas al país peninsular. Estas, además, son las que más empleo concentran, por encima de la media.
Asimismo, debemos ser conscientes de que en Europa tenemos unas economías que se muestran más capaces que otras. Alemania, a diferencia de una economía como la griega o la española, presenta un gran superávit y una deuda que no llega a superar el 60% del producto interior bruto (PIB). Esta mayor capacidad hace que el país gobernado por Angela Merkel pueda inyectar a su economía cerca del 7% del PIB, mientras que nuestra economía, con la llegada de los fondos europeos incluso, no podría llegar a superar el 4%.
Como vemos, los riesgos existen. La debilidad de nuestro tejido productivo —el 30% de las empresas en el país se encuentran en situación de quiebra— y la falta de capacidad para apoyar los estímulos —la deuda asciende por encima del 120% del PIB— son algunos de los escenarios de los que parte nuestra economía. Aunque la teoría nos diga que el 2021 es un año de crecimiento, la recuperación económica, al igual que la supervivencia de las empresas sin herramientas adicionales a los ERTE, no llegará por sí sola.