Los jóvenes ya no son tan de izquierdas
El triunfo del individualismo en la sociedad ha instalado un marco ideológico en el que las fuerzas progresistas tienen poco que ganar.
Los jóvenes ya no son tan de izquierdas. El triunfo del individualismo como coordenada para orientarse en el mapa de la política en Europa y también en España ha cambiado el viejo mantra de que la juventud suele alinearse con la izquierda.
Hay varias pistas que advierten de este fenómeno, aunque la más concluyente hasta ahora es un estudio reciente de Fondapol, un prestigioso think tank francés, que confirma que los jóvenes europeos entre 18 y 24 años se sitúan en la derecha, más incluso que los mayores de 65.
Pese a que los encuestadores franceses no preguntaron a los jóvenes españoles, el politólogo Javier Lorente, profesor de ciencia política en la Universidad Rey Juan Carlos y experto en el posicionamiento político de la juventud en España, comparte el diagnóstico, aunque lo matiza: “Si comparamos a los jóvenes de hoy con cómo eran los de antes, los de hoy han vuelto a posiciones más o menos normales. No es que los jóvenes sean más de derechas, sino que son menos de izquierdas”.
Para Lorente, lo extraordinario era la adscripción política de quienes se socializaron en las postrimerías de los 60 y 70: “Estuvieron marcados por años de protestas que en distintos países tomaron diferentes formas: las protestas contra la guerra de Vietnam en EEUU; el mayo francés, que también tuvo mucha repercusión en Italia: la primavera de Praga; la revolución cubana… Es más, es que no es casualidad que el franquismo alumbrara por primera vez el estado de excepción en 1969. Las protestas contra el régimen aumentaron en ese año”.
¿Pero qué ha pasado para que los jóvenes ya no vean a la izquierda como solución a sus problemas? El jefe de estudios del think tank francés, Victor Delage, apuntó en La Vanguardia a la hegemonía del individualismo: “Diversos factores explican esta inclinación derechista de la juventud, pero el predominio de los valores individualistas entre las nuevas generaciones está estrechamente ligado a la desconfianza que expresan respecto a las instituciones y al sistema político en su conjunto”.
El problema, explica Lorente, es que tras la caída del Muro de Berlín, la izquierda ha perdido la iniciativa: “Si uno se fija en las propuestas estrella de la izquierda desde los 90, han sido parecerse a la derecha. Se ve claramente al mirar los programas de los partidos a lo largo del tiempo. Por ejemplo, la propuesta estrella del laborismo británico fue la tercera vía, es decir, básicamente asumir los legados de la derecha. No es que la izquierda sea aburrida y no dé opción a los jóvenes. Es que tiene que redefinirse, porque aceptando el discurso de la derecha ha contribuido a crear una serie de principios políticos con los que no tiene mucho que ganar y uno de ellos es el individualismo, es decir, que las comunidades no son importantes y que lo importante es lo que el individuo con su esfuerzo puede lograr”.
Quizá por eso, no es casualidad que una nueva hornada de jóvenes youtubers abandere ese discurso de derechas, un fenómeno que va más allá de España, donde canales como Libertad y lo que Surja, InfloVlogger o un Tío Blanco Hetero marcan tendencia aupados por centenares de miles de seguidores y aún más reproducciones.
Estos nuevos referentes lanzan mensajes desde YouTube, donde sus coetáneos pasan cada día más tiempo al margen de los medios tradicionales, que, en general, reivindican el nacionalismo español y las ideas libertarias. Algunos ponen el acento en lo estrictamente económico con planteamientos de capitalismo extremo y en contra de los impuestos y del papel del Estado.
El periodista argentino Pablo Stefanoni, autor de ¿La rebelión se volvió de derechas? también detecta ese fenómeno al otro lado del Atlántico: “Pasó con Bolsonaro en Brasil, donde movilizó a influencers de derecha, que es un fenómeno que está pasando en varias partes del mundo. En Argentina también con los canales de los libertarios de derecha que van en la onda de Vox en España y que tienen mucha influencia. Y ahora con la pandemia están cogiendo mucho impulso entre los jóvenes gracias el rechazo a las restricciones de la covid”, explica.
“La izquierda tiene las manos muy atadas”
“Los jóvenes son básicamente liberales en lo económico, es decir, defienden un rol pequeño del Estado. El problema de la izquierda es que tiene las manos muy atadas y ahora se topa con que pese a que considera la política como una herramienta de transformación, le cuesta mucho implementar agendas progresistas. Sin embargo, a la derecha no. Es un problema de credibilidad. Si la derecha dice que privatiza, privatiza y punto. Pero luego a la izquierda, por ejemplo, le cuesta mucho derogar la reforma laboral. Así, es normal que los jóvenes no se vean atraídos por el discurso de izquierda porque genera desconfianza. Y pueden pesar: ’Por lo menos me subo al carro del ganador e intento labrarme un futuro yo sin que me suban mucho los impuestos, porque estos lo que me prometen es un quiero y no puedo”, arguye el politólogo de la Rey Juan Carlos.
Stefanoni también apunta al fracaso de la izquierda a la hora de ofrecer un relato halagüeño del futuro, el marco en el que se mueven los jóvenes precisamente porque tienen todo el tiempo del mundo por delante: “La izquierda no es capaz de ofrecer una imagen optimista del futuro. Hay una imagen de él distópica y negativa, especialmente desde años antes de la pandemia. Y eso tiene un efecto sobre la izquierda y las derechas más convencionales que termina generando una crítica total de los jóvenes sin horizonte de emancipación. Todo el mundo critica a todos todo el tiempo. Así, las derechas alternativas canalizan un discurso bastante radical, antipolítico, para alinearse con ellos”.
Lo cierto es que la izquierda parece darse cuenta de que, efectivamente, le toca disputar el futuro a la derecha y a la extrema derecha, que también se hace eco de él. El líder de Más País, Íñigo Errejón, fue uno de los dirigentes progresistas más críticos con la forma en que algunos partidos de izquierda se tomaron la aplastante victoria de la popular Isabel Díaz Ayuso en las elecciones madrileña del 4 de mayo.
Errejón reconoció que el PP captó mejor el estado de ánimo de una sociedad exhausta por la pandemia: “No puedo estar más lejos de las ideas de Ayuso, pero cuando el adversario te gana es que ha entendido algo del ánimo social que el resto hemos entendido menos. ¿Qué es? El optimismo, las perspectivas de futuro”, dijo en la Cadena Ser. Por eso, Errejón empezó a lanzar el discurso sobre un mañana mejor. Y lo hizo, además, atacando al individualismo: “Estoy convencido de que nos espera un futuro mejor y yo creo que el modelo de la empatía es mejor que el del egoísmo”.
Quizá tampoco sea cuestión de azar que el Gobierno de coalición de PSOE y Podemos, que quedó tocado tras el resultado electoral en la Comunidad de Madrid, haya presentado hace apenas una semana el plan España 2050, un esbozo de los problemas y soluciones que tendrán los jóvenes de hoy cuando sean adultos.
Parte de ese plan, una mirada al futuro de más de 600 páginas, termina con un epílogo titulado “Redescubrir el optimismo”, porque, según recoge, “hoy, la fe en el progreso parece más contestada que nunca”. Y sigue: “Los datos hablan de una ola de pesimismo que se está apoderando de la población europea y española. Preguntada si las generaciones futuras vivirán mejor que sus padres, la mayoría de nuestra ciudadanía declara que no”.
“La derecha está capturando mejor la cuestión de la economía de plataformas y el emprendedurismo… y que la izquierda tanto teme. Se ha asentado el discurso que pone a los políticos y al Estado como el obstáculo para la libre realización de las personas. Y la izquierda quedó muy atrapada en eso. Además, hay una percepción de que la izquierda moraliza y todo eso hace que la incorrección política tenga un tinte de derecha. Están capturando mejor el espíritu de la época, de enojo y de falta de perspectivas. La derecha, además, logró transformar la idea de privilegio y ahora quien tiene un empleo público o una subvención son llamados los privilegiados frente a los emprendedores que son casi los atacados por el Estado y los impuestos… Han dado la vuelta a la idea de privilegio de la izquierda de que eran precisamente los ricos y los empresarios los mejor tratados”, zanja Stefanoni.