Los insumisos del 14-F
Presidentes de mesa, vocales, suplentes... Más de 25.000 personas se niegan a enfrentarse a 12 horas de exposición al virus entre cientos de votantes.
Este domingo se vota en Cataluña. Todos, inclusos las personas contagiadas de coronavirus. Un embrollo legal y sanitario que ha dado lugar a una masiva llamada a la insumisión de los elegidos para las mesas electorales. Mitad por miedo, mitad por indignación. Hasta ahora se han presentado más de 25.000 alegaciones —el 35% de las mesas afectadas— bajo el argumento de que “la salud es lo primero”. Es un consigna que repiten en persona y en los foros creados para movilizarse, desde Twitter a Telegram, pasando por la plataforma Change.org
Sus esfuerzos han sido en vano en casi todos los casos. La Junta Electoral no sabe o no contesta. Sobre todo, lo segundo, protestan varios de los afectados, que aseguran no encontrar modo de comunicarse con sus representantes locales para reclamar. De los pocos que han podido argumentar, casi ninguno ha tenido éxito.
“Acabo de terminar un confinamiento por contacto estrecho con dos positivos, mi mujer y mi hija, yo he dado negativo y ahora tengo miedo de contagiarme. No quiero arriesgar mi salud encerrado en un colegio electoral 12 horas con gente que no sé cómo está”, explica Joan, uno de los ‘activistas’ más presentes en las protestas por internet.
“Prefiero pagar la multa que me pongan. Creo que es de hasta 600 euros y de uno a tres años de prisión, que a tanto no creo que llegase...”, prosigue, antes de contar su experiencia. “Llevo tres días llamando a la Junta Electoral de mi zona para saber qué hacer, pero es imposible contactar porque los dos números están comunicando siempre, solo sé que me han llamado de Salud para hacerme un test rápido”.
Su plan, si no cambia nada de aquí al domingo, es dar la cara y una vez en el colegio consumar su insumisión. “Me voy a presentar, pero en cuanto me tomen los datos les diré que no me quedo. Podría poner excusas de que pasé mala noche, pero no tengo por qué mentir. Basta con decir la verdad y si me llegase la multa, recurrirla, claro”.
″¡Y tanto que me he planteado eso mismo!”, responde raudo Víctor al conocer el testimonio de su ‘compañero’. En su caso, está convocado como presidente de mesa. “O no presentarme o decir allí mismo que me voy. Y creo que Joan se queda corto con la multa, porque he leído que alcanzaría hasta los 3.000 euros o cárcel... ¿Pero te va a caer cárcel por querer estar sano? ¡Están vulnerando tu derecho a la salud!, protesta con un tono que deja ver al otro lado de la línea su estado.
Los suplentes, de colegio a colegio
El panorama no es el más alentador para ‘la fiesta de la democracia’. La previsión marca un repunte de la abstención (aparte de la pandemia, también por cierto hartazgo electoral) y la propia Generalitat ha advertido de que posiblemente los resultados no estén la misma noche del 14-F. Si a las 10:00 horas hubiese “un número considerable” de mesas sin constituir, habría “un problema muy gordo”, llegaron a advertir.
Poco después rebajaron las alarmas. “El 98,99% de las mesas tiene miembros suficientes. Con esto ya podríamos hacer elecciones sin problemas”, ha explicado el director general de Procesos Electorales catalán Ismael Peña-López. Habrá más puntos de votación que en condiciones prepandemia, con plazas de toros o mercados como nuevas ‘sedes’.
No obstante, asegura que “siguen trabajando”. Incluso, se cuenta con poner mesas al aire libre para aliviar la situación. Lo que sea para evitarse un disgusto logístico enorme. Entre otras vías abiertas, desde la Junta Electoral de Barcelona contemplan que los suplentes que queden sin ‘colocar’ en sus mesas previstas puedan ser desplazados a aquellas en las que falte personal. Este extremo ha encendido aún más las iras de los posibles afectados.
Joan es uno de esos ‘comodines’ previstos por las autoridades. Para él será su quinta llamada en los últimos 15 años (“y mira, la Primitiva no me toca nunca, qué suerte tengo...”, confiesa entre risas). Más allá de que se le hayan trastocado unos cuantos planes de domingo, ahora ve las elecciones un peligro. Critica especialmente “la incongruencia, la bestialidad, de que puedan votar los positivos de 19 a 20 horas”, la franja recomendada por la Justicia para los contagiados que quieran dejar su papeleta.
14.000 contagiados llamados a las urnas
La Generalitat calcula que serán unos 14.000 los casos activos de coronavirus que podrán depositar su voto. Y, relacionados con ellos, los contactos estrechos subirían a alrededor de 70.000, como estimó el secretario de Salud Pública, Josep María Argimon en Catalunya Radio. De seguirse los protocolos habituales de Sanidad, todos ellos estarían bajo una cuarentena estricta.
“Es una pena que el pueblo tenga que verse obligado a ir, porque si no es un delito penal. Quiero creer que cualquier persona que se niegue quedará en el olvido, entrará el suplente... No, ese juicio no puede celebrarse”, añade Víctor.
Un recurso aceptado por sufrir TEA
El caso de Sara es distinto. Sufre Trastorno del Espectro Autista (TEA) de grado 1, lo que comunmente se conoce como ‘Síndrome de Asperger’, un cuadro que afecta especialmente en sus relaciones sociales. El virus ha complicado aún más su situación, por ello pidió no ser parte de la mesa que le tocó. En su caso sí recibió el ‘ok’ de la administración, de las pocas en lograrlo, asume. Resume sus argumento muy rápidamente: “No salgo casi ni al súper, que voy en bus, ¿y voy a pasarme 12 horas allí? Igual entro en colapso a la hora”.
Asegura que en condiciones prepandemia “quizás” hubiera aceptado a pesar de su cuadro clínico. “De no haber virus y si me sintiese bien quizás hubiera ido, no sé si pidiendo estar seis horas en lugar de 12, pero posiblemente iría, porque lo que quiero y queremos nosotros es hacer lo que el resto de personas”. De hecho, esta vez llegó a pedir adaptar su jornada, pero la respuesta oficial fue directamente cancelar su puesto. Además, de inmediato, recuerda Sara, que lo entiende “porque ahora no van a estar adaptando horarios y casos personales”.
“Los guantes no los tolero, si me pongo nerviosa me da ansiedad... El efecto que ha causado el virus en personas como yo es aún mayor. Exponerme a una interacción social tan bestia sería fatal ahora mismo”, continúa Sara, que ya sabe lo que es pasar el covid. “Estuve malísima dos meses y claro que me da miedo volver a contagiarme ahora, es una situación superinjusta”.
El momento del recuento
Víctor se detiene a hablar de algo “en lo que poca gente repara”, apunta: el momento de contar los votos. “Pensemos que va a haber gente positiva que eche su papel y yo tendré que tocar su papel, ese es un gran foco de contagio. Y nadie nos ha indicado cómo hacerlo con seguridad”.
Una de las vías previstas por la administración es la distribución de trajes EPI para los encargados del recuento. “A mí no me han dado ninguna formación; me he tenido que buscar la vida para ver cómo ponerme uno”, continúa Víctor. “Los sanitarios indican que es muy fácil ponértelo mal y allí nadie te va a corregir. Además, la recomendación es que los positivos vengan de 19 a 20, pero pueden ir a cualquier hora. O sea, que yo puedo atender a gente positiva sin el EPI puesto y sin que nadie me atienda”.
Sus dudas, sus miedos, son los de tantos otros convocados al 14-F. ”¡Tengo tantas preguntas por hacer y nadie está al otro lado! Y como yo, los demás. Solo sé que no te harán ningún tipo de seguimiento posterior. A muchos les han llamado para hacer un test rápido este martes, miércoles... a mí aún no, pero ¿eso de qué vale? De nada, salvo para lavarse la cara ante la prensa. Yo solo pido una PCR posterior y no hay nada de eso”, plantea con especial inquietud por las consecuencias que pueda tener la jornada electoral en su trabajo, su familia o su círculo íntimo.
“Si yo me contagio por coronavirus ¿a quién denuncio, a la Generalitat, a Salud catalana, al Gobierno...? Tememos especialmente el tramo de 8:00 a 9:00, cuando llegue gente con síntomas. Yo me he planteado llegar a las 8 y decir que tengo síntomas, pero es que es inconcebible todo. Para las autoridades son las mismas elecciones las últimas sin virus que estas”, remata Víctor, con el único deseo de que alguien piense en ellos “por una vez”.