Los incel, los misóginos que matan porque no consiguen tener sexo
El asesinato de 10 personas en Toronto, arrolladas por una furgoneta, saca a la luz un movimiento machista que carga contra las mujeres por no satisfacer su "derecho" de tener relaciones.
Hombres que matan porque no pueden tener lo que desean. Sexo, más concretamente. La literatura o el cine están llenos de casos de despechados que masacran al objeto de su egoísta anhelo. Pero ahora asistimos a una variante en sintonía con los nuevos tiempos: la de los incel, un termino en inglés que significa célibes involuntarios. Grupos de hombres que se unen en foros de internet en los que dan rienda suelta a su autocompasión porque no han logrado tener relaciones sexuales con mujeres durante un largo tiempo y que escupen su odio hacia ellas sin rubor. Desprecio que el pasado 23 de abril acabó en el asesinato masivo de 10 personas. En Canadá. Porque ellas se lo buscaron.
Todo ocurrió a primera hora de la tarde. Siguiendo esta filosofía misógina, Alek Minassian, un joven de 25 años, pasó de los foros a los hechos y empotró su furgoneta alquilada contra las personas que estaban en una céntrica calle de Toronto. Mató a 10 -ocho eran mujeres- y causó heridas a otras 15. El caso despertó el fantasma de los atentados yihadistas que se han llevado a cabo recientemente en Europa con similar modus operandi (Barcelona, Niza, Londres), pero pronto las autoridades locales vieron que nada tenía que ver con ello. Que era un terror de otro tipo: la investigación policial encontró en la cuenta de Facebook del conductor un mensaje machista en el que celebraba el inicio de la "rebelión incel".
"El soldado de infantería Minassian desea hablar con el Sargento 4chan, por favor. ¡La rebelión Incel ya ha comenzado! ¡Derrotaremos a los Chad y a las Stacy! ¡Honra al Supremo Caballero Elliot Rodger!", decía el mensaje. Tras su ataque, en vez de lanzar gritos al aire o reivindicar lo que había hecho en nombre de su causa, lo que hizo fue rogarle al agente que lo detuvo que lo matase de un tiro en la cabeza.
Vamos a ir desgranando el mensaje, muy críptico para alguien ajeno al mundo incel (casi cualquiera de nosotros, hasta ahora). Cuando hablaba de 4chan, Minassian alude a una de las comunidades más conocidas y numerosas de Internet, una especie de Forocoches mundial, especialmente presente en EEUU. En un subgrupo de este avispero es donde se dan cita los incel de forma masiva, aunque tienen ramificaciones importantes también en Voat o Reddit. En esta última página llegaron a tener el pasado año un grupo con 40.000 miembros, que debatían sobre temas como el titulado Razones por las que las mujeres encarnan el mal.
Actualmente, la página que más adeptos concentra es Incels.me, en la que los foreros se definen como "personas que no están en una relación ni han tenido relaciones sexuales en una cantidad significativa de tiempo, a pesar de numerosos intentos". Las mujeres no pueden acceder a estos foros porque, sostienen sus administradores, ellas no tienen problemas para tener sexo. El administrador de Incels.me ha declarado a la CNN que su gente no promueve la violencia, "de ningún tipo". "Ser incel no tiene ninguna relación con la violencia, la misoginia ni ninguna otra connotación negativa", sostiene.
Los "Chad" y las "Stacy" son los motes con que la comunidad conoce a los seres humanos que más odian en la tierra: los hombres guapos que tienen éxito con las mujeres y las chicas guapas que se van con otros, los "machos alfa", categoría en la que los incel ansiarían encontrarse, por más que lo nieguen. Vierten su odio, pues, sobre quien tiene relaciones sexuales frecuentes y, peor, si son variadas.
El "Supremo Caballero Elliot Rodger" es, finalmente, el mayor precedente de asesino incel del que se tiene noticia. Se trata de un joven de 22 años que en mayo de 2014 acabó con la vida de siete personas, hirió a 13 más y luego se suicidó, tras grabar un vídeo en el que explicaba por qué lo hacía. "He tenido una existencia de soledad, rechazo y deseos insatisfechos (...), nunca os he atraído pero ahora os voy a castigar por ello (...), putas rubias, mimadas y pretenciosas (...), vais a ver que soy, en realidad, el superior, el verdadero macho", afirmaba en un vídeo escalofriante con casi un millón de visitas que se ha convertido en el evangelio de Minassian y otros seguidores incel, como ha ido desgranando en este interesante hilo el periodista Ernesto Filardi, afincado en Canadá.
Una "conspiración" para humillarlos
La investigadora de la Universidad de Dublín Debbie Ging ha sido la primera que ha indagado en profundidad en este fenómeno. Según sus declaraciones a la agencia Canadian Press, estamos ante un grupo de hombres que, al menos, han pasado periodos de seis meses sin sexo con una mujer -igual que son misóginos, prácticamente el 100% de ellos son heterosexuales y, además, muestran un rechazo profundo contra los gays- y que se unen en un espacio anónimo, en el que usan niks y avatares que ocultan en muchos casos su identidad, para lanzar mensajes contra las mujeres. "Entienden que hay una conspiración para humillarlos y hundirlos por parte de las mujeres, en la que ayudan los hombres que sí logran tener sexo; ellas ejercen una promiscuidad selectiva, dicen, que nunca los escoge a ellos", explica.
Sostiene que sus raíces son profundas, hasta el punto de llamar al movimiento "subcultura", porque se extiende en "grados diversos" a numerosos estratos de la sociedad masculina. La "manosfera", como Ging la denomina, defiende que el sexo es un derecho de los varones que las mujeres les niegan, de ahí que haya corrientes organizadas que, incluso, están reclamando normas que atiendan su derecho, como si del de la educación o la vivienda se tratase. "En el siglo XXI, en el que se quiere saciar cualquier deseo, han entendido que la satisfacción carnal de sus necesidades debe ser garantizada, sin tener en cuenta en absoluto a la mujer", sostiene.
Por eso ya hay propuestas que reclaman a varios estados norteamericanos que se legisle el derecho a mantener relaciones sexuales, siempre que sea con mujeres heterosexuales (además de los gays, vetan también a las féminas con discapacidad), que las mujeres tengan prohibido por ley negarse a acostarse con ellos e, incluso, afinar cada cuánto tiempo ha de darse cumplimiento a los deseos del personal. Lo más rocambolesco es que también abogan por que las administraciones inviertan en robot sexuales y en prostitutas para dar respuesta a su demanda.
Gings destaca la carga de conmiseración, humillación y autodesprecio que destilan las publicaciones de los incel, siempre entendiendo que ellos son las víctimas de una confabulación mundial. Sin embargo, matiza, por ahora son tres los únicos casos conocidos que han acabado en violencia extrema: el de Rodger, el de Minassian y otro más, registrado en 2015 en un instituto de Roseburg (Oregón, EEUU), en el que Chris Harper-Mercer, de 26 años, mató a nueve personas e hirió a ocho más. Luego se suicidó también, tras dejar un texto en el que explicaba que estaba desesperado por no tener pareja. La aversión a las mujeres que de los incel ha provocado que el Southern Poverty Law Center (Centro legal para la pobreza sureña de Estados Unidos) los haya añadido a su mapa de odio de este año. Los denomina "representantes de la supremacía machista".
El mundo real
Bailey Gerrits, doctoranda de la Universidad de Queen´s, ha explicado a la citada agencia que si por algo son peligrosos los incel es porque "no están aislados en sus redes", sino que su "masculinidad tóxica", como la denomina, es un "reflejo de una cultura más amplia", que se manifiesta a diario en los países desarrollados en forma de "agresiones sexuales, abusos de la propia pareja y hasta homicidios". "Estas comunidades online no están separadas de la sociedad. Ellos son el mundo real", concluye.
Es algo que ratifica Caroline Riseboro, presidenta de Plan Internacional en Canadá, quien en un blog publicado por la edición canadiense del HuffPost recuerda que ya hace 10 años se encontraron con la oposición de grupos de hombres por lanzar, sencillamente, una campaña de apoyo a las niñas. Entonces fueron atacados por "innumerables" grupos de este tipo.
Además de por el atropello de Toronto, los incel han salido ahora a la palestra gracias a un polémico artículo en The New York Times que explica por qué para ellos el sexo cubierto es un derecho que las mujeres (las que ellos quieran) les deberían cubrir.
Por el momento, este movimiento se circunscribe sobre todo a EEUU y a Canadá y, casi en exclusiva, el debate se lleva a cabo en inglés. Otra cosa es, como dice Gerrtis, que en realidad sean sólo parte de un todo extendido en todo Occidente: los comentarios masivos de hombres que atacan a las que llaman feminazis, las chanzas en foros sobre la víctima de la violación masiva de La Manada, hasta publicar su identidad, los comentarios en noticias de cualquier medio que acusan a las mujeres de buscarse una agresión, de ser "busconas", "brujas", "zorras", "putas...