Los fans de Harry Potter se merecen un Dumbledore abiertamente gay
Una década después de que J. K. Rowling revelara que siempre había "pensado que [el director de Hogwarts Albus] Dumbledore era gay", los seguidores LGTBQ de Harry Potter y los aliados de la causa todavía están esperando a verse verdaderamente reflejados en el universo de la franquicia.
La nueva película del universo Potter, Animales Fantásticos: Los crímenes de Grindelwald, mostrará a un joven Dumbledore (representado por el actor británico Jude Law) encabezando la lucha contra el mago oscuro Gellert Grindelwald (Johnny Depp). Durante su adolescencia, Dumbledore y Grindelwald conectaron intensamente. Se hicieron inseparables a medida que urdían sus planes de llegar al poder y J. K. Rowling ha confesado que su relación era algo más que una amistad platónica.
No obstante, según el director, David Yates, la nueva película "no mostrará explícitamente" la orientación sexual de Dumbledore. ¿Por qué? Quizás porque David Yates tiene el ojo puesto en la taquilla de los países con menos aceptación de la comunidad LGTBQ. Quizás porque las películas con protagonistas homosexuales aún ocupan un espacio demasiado pequeño para justificar presupuestos de más de 200 millones de dólares. O quizás porque la película sucede años después de la adolescencia de Dumbledore y durante una guerra, cuando los amoríos quedan lejos de la mente de cualquiera. Con tres precuelas más en el horizonte, puede que haya una mayor exploración de la identidad de Dumbledore, pero el mensaje que está mandando David Yates en esta película es demasiado familiar para la comunidad LGTBQ: no pasa nada por ser homosexuales, pero no lo pregonéis mucho.
Los seguidores de Harry Potter no tardaron en expresar su decepción y acusar a J. K. Rowling de hacer promesas que no iba a mantener. Una fan tuiteó: "J. K. Rowling: '¡Sí, claro, Dumbledore es gay! Lo que pasa es que no lo he mencionado en los libros'. Nosotros: 'Ah, bueno, quizás lo hagan mejor en la película que se centra en Dumbledore'. Director: 'No, solamente es gay fuera del guion y de la pantalla. Es gay en vuestros corazones". J. K. Rowling regañó secamente a sus seguidores decepcionados, muchos de los cuales han crecido acostumbrados a sus frecuentes tuits en defensa de la comunidad LGTBQ. Hasta ahora, David Yates ha guardado silencio en respuesta a las críticas de los seguidores.
¿Qué significa que Dumbledore tenga permiso para ser homosexual en el imaginario colectivo pero no en los libros ni en la gran pantalla? ¿Qué mensaje les manda a los fieles seguidores que han estado esperando emocionados otra entrega del universo de Harry Potter? Que la franquicia de Harry Potter se une a una larga lista de películas en las todo lo queer queda relegado al plano de lo implícito.
Durante décadas, los medios dominantes han relegado las historias queer a subtramas y se han reído a costa de la comunidad LGTBQ. Todo, desde la política militar del "No preguntes, no lo digas" hasta los chistes homófobos en las comedias, les ha dicho a los queer que sean un poco menos visibles: un poco más discretos en su amor, un poco más callados con su verdad. Minimizar la sexualidad de Dumbledore manda un mensaje similar, sutil pero poderoso: no tienes cabida en esta historia.
Las propias películas de Harry Potter reconocen la crueldad y el peligro de ese mensaje. La primera película de la nueva pentalogía, Animales fantásticos y dónde encontrarlos, muestra de forma memorable cómo el hecho de suprimir tu verdadera naturaleza te corroe, te deforma y te destruye. Tras años de torturas a manos de su madre adoptiva como castigo por sus poderes mágicos, Credence Barebone desata una enorme ira explosiva y desprecio hacia sí mismo. La represión de su propia magia da lugar a un Obscurus, una energía parásita oscura que acaba consumiéndole a él y a buena parte de Nueva York. Bajo la presión del estigma social, sus poderes mágicos, que podrían haber sido empleados para unir y crear, acaban siendo letales y destructivos.
El poder de la representación, de ver tu historia reflejada, no debe menospreciarse. La representación es un faro en la oscuridad. La representación es un toque de corneta que dice "no estás solo". Para las personas LGBTQ, 74% de las cuales han escondido su orientación sexual por miedo a ser discriminadas, la representación sigue siendo un asunto de vida o muerte.
La representación no trata simplemente de repartir los mismos asientos a la mesa y asegurarse de que todo el mundo tiene su momento bajo los focos. Tal y como subraya la historia de Credence, es esencial para la salud de la sociedad que todo el mundo sea visto y aceptado tal y como es. En una época de creciente polarización y aislamiento por motivos de identidad, nuestro crecimiento colectivo depende de nuestra capacidad de narrar historias más detalladas que no endulcen, editen ni eliminen la verdad de otras personas. Cuando los seguidores reaccionan con enfado contra David Yates y J. K. Rowling por mostrarse esquivos con la identidad de Dumbledore, lo hacen desde el miedo y la vulnerabilidad. Están pidiendo que les presten atención y garanticen plena aceptación, no un amor condicional.
Al elegir representar a Dumbledore homosexual solo de forma implícita, David Yates ha optado por mantener en las sombras a sus seguidores queer. Y, al ignorar sus críticas, J. K. Rowling y él han perdido una oportunidad para que esos seguidores se sientan vistos y oídos. J. K. Rowling podría haber respondido con empatía y claridad: Sí, Dumbledore es gay. Sí, esas películas narrarán toda la verdad de su vida. Y sí, entiende que las historias del colectivo LGTBQ importan y espera que su trabajo ayude a narrarlas. Como dijo el propio Dumbledore: "Las palabras son nuestra más inagotable fuente de magia, capaces de infringir daño y de remediarlo". J. K. Rowling sabe mejor que nadie que sus palabras tienen la capacidad de construir mundos y de socavarlos.
El equipo que trabaja en Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald tiene la oportunidad de hacer justamente eso: narrar una historia detallada sobre un héroe queer. Cuando vayamos en noviembre al cine, espero que veamos a un Dumbledore que reflexiona sobre su identidad y sobre cómo puede alcanzar sus sueños. Espero que veamos a un Dumbledore que trata de encontrarse sentido a sí mismo en un mundo mágico que quizás carece del lenguaje para definir su experiencia queer.
El Dumbledore que conocieron los lectores jóvenes hace más de una década les enseñó (y recordó a los lectores mayores) cómo es ser joven y estar enamorado de una persona y del mundo que parece abrirse ante nosotros. Se arriesgó a abrir su corazón y aprendió que las personas a las que nos arriesgamos a amar son siempre los mejores maestros, aunque no acabemos en esa historia felices para siempre. Esa es una lección que los seguidores queer, al igual que los heterosexuales, necesitan ver en la gran pantalla.
No necesitamos ver un Dumbledore proclamando su amor incondicional por otros hombres y llevando un sombrero de mago con los colores del arcoíris y plumas (aunque eso sí que sería muy divertido). Pero los seguidores queer de Harry Potter (todos los seguidores de Harry Potter, de hecho) necesitan un Dumbledore que sea él mismo, sea cual sea el punto del camino en el que nos lo encontremos. Nos merecemos ver un auténtico retrato de una persona manejándose en el amor y en el poder y desempeñando su papel para construir un mundo mejor. David Yates, J. K. Rowling y su equipo no son los encargados de solucionar el déficit de representación del colectivo LGTBQ, pero tienen la ocasión de narrar una historia sincera y valiente que permita a todo el mundo aprender un poco más sobre lo que significa ser enteramente nosotros mismos.
Aaron Rose es educador, escritor y administrador cultural que trata temas de identidad, transformación de conflictos, empatía y todo lo relativo al colectivo LGTBQ.
Este post fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.