Los expertos no entienden la privatización del rastreo en Madrid: "Es un despropósito"
Con todo, sumar 22 rastreadores no es suficiente.
Este lunes, después de semanas eludiendo la necesidad de reforzar el rastreo de coronavirus, el Gobierno de la Comunidad de Madrid anunció que había adjudicado a la empresa Quirón un contrato por 194.000 euros para incorporar a 22 rastreadores al sistema.
De este modo, el Gobierno regional pretendía dar carpetazo al problema de la baja capacidad de rastreo del virus en la capital de España. Pero algo fallaba en su decisión: varios meses desoyendo esta problemática, el intento fallido de recurrir a voluntarios, el argumento de la falta de tiempo para la formación, un contrato a dedo a una empresa privada y, por si no fuera poco, la ínfima cifra de 22 incorporaciones.
En términos sanitarios, los expertos en salud pública no saben cómo explicar este movimiento de urgencia de la Comunidad de Madrid. Todos coinciden en que con la situación epidemiológica de la región urgía hacer algo; lo que no comparten en ese ‘algo’ al que ha recurrido el Gobierno de Isabel Díaz Ayuso.
“La situación requiere una movilización de efectivos y hay tres fórmulas para hacerlo: la reorganización de la fuerza de trabajo existente, que ya se está haciendo; la incorporación de fuerza de trabajo con bolsas ya existentes; y la tercera fórmula, que consiste en buscar esto fuera”, explica Adrián Hugo Aginagalde, médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Esto último, por lo que ha optado Madrid, “no es el modelo ideal”, reconoce el epidemiólogo.
A Aginagalde le llaman la atención varios aspectos, entre ellos el bajo número de contrataciones. “Veintidós personas es una cifra muy baja, es muy llamativo”, comenta. “Con la fuerza de trabajo propia, deberían poder conseguir esos efectivos”, sostiene. “No sé si es un sistema escalonado, donde a medida que se vayan incrementando los casos irán haciendo más contrataciones, pero reconozco que me parecen insuficientes”, dice.
“Con 22 personas no vamos a ninguna parte”, coincide Javier Padilla, médico de familia y experto en Salud Pública. “Si la situación epidemiológica se pone mal, y teniendo en cuenta que la atención primaria no tiene capacidad de rastreo al estar saturada, necesitaríamos unas 1.000 o 1.300 personas en total, con las que habría un rastreador por cada 5.000 habitantes. Y está claro que a eso no llegamos”, lamenta. Actualmente, la Comunidad cuenta con unos 400 rastreadores.
“Además, se ha optado por contratar a auxiliares de enfermería, porque son más baratas, en lugar de a enfermeras, que ya tienen algo de formación específica en labores de rastreo”, critica Padilla. “Todo esto es un disparate”.
Por otro lado, Aginagalde tampoco comparte el argumento del Gobierno madrileño de que no han tenido tiempo para la formación. “La formación se puede hacer en una semana. Lo hemos hecho en el País Vasco y lo estamos haciendo en Cantabria”, asegura el experto. La clave, dice, es una “formación en cascada”, en la que primero se prepara a los profesionales que serán formadores, quienes luego irán enseñando a nuevos rastreadores. “El modelo en cascada funciona”, apunta Aginagalde. Todo ello, con mucha coordinación entre enfermeros y epidemiólogos, que constituyen el núcleo duro, con hospitales, medicina preventiva, salud laboral y atención primaria, cuyos profesionales habrán sido previamente formados.
“En esto la coordinación es esencialísima”, insiste Javier Padilla. De ahí que le cueste aún más comprender las decisiones de la Comunidad de Madrid en este campo. “Parece que su estrategia para formar un equipo de rastreadores consiste en fragmentar las labores de rastreo: unos pocos que tenía antes en salud pública, otros pocos que contrata de aquí, los voluntarios por un convenio con la Universidad Complutense, luego este pacto con Quirón… es un despropósito”, resume Padilla. “Con la fragmentación de la provisión se corre el riesgo de perder la capacidad de control y de coordinación”, argumenta el coautor de Epidemiocracia (Capitán Swing), que enseguida advierte: “Este proceso de microfragmentar las labores de rastreo puede convertirse en un problema”.
Para Padilla, esta última privatización en la Sanidad madrileña es ‘sólo’ “la gota que colma el vaso”. En este caso, quizás duele más porque “llega después de meses en los que les hemos exigido que contraten rastreadores mientras ellos decían que lo tenían controlado”. “Al final, vamos tarde”, lamenta.
“No hay más que ver las cifras de contagios, y sobre todo de ingresados, que indican que vamos al menos con dos semanas de retraso”, avisa Padilla. Este martes, había 505 personas ingresadas por Covid en hospitales madrileños, cuando hace sólo quince días, los ingresados eran 132.
Con estos datos, los 400 rastreadores que asegura tener Madrid “siguen siendo una cifra muy baja”, opina Padilla. Aunque ni siquiera es eso lo que más le preocupa. “El número en sí puede no decirnos nada”, sostiene el experto, quien cita como ejemplo Asturias, pues al tener una población baja y una situación epidemiológica buena no necesita un elevado número de rastreadores. “Están muy bien organizados, tienen una transmisión baja a nivel comunitario y la atención primaria tiene capacidad para hacer lo que está haciendo”, ilustra.
“El indicador del número de rastreadores por habitantes se mueve dentro de un contexto, y en eso influye el conjunto del sistema. Si tú tienes un sistema sanitario de por sí saturado y sin capacidad para dar más de sí, entonces sí se necesita un rastreador por cada 5.000 habitantes”, explica Javier Padilla.
De nuevo, Padilla no se explica el argumento de la Comunidad de Madrid sobre la falta de tiempo para la formación de rastreadores. “Parece una broma. Una persona lega en la materia probablemente sólo necesita un curso de 20 horas para hacer labores de rastreo”, afirma. “Hasta la plataforma de educación virtual Coursera tiene un curso de Covid contact tracing. Ahora mismo todo el mundo está haciendo estos cursos sin esgrimir que no les da tiempo”, exclama.
Porque rastreadores hay de muchos tipos. “En general, se habla de ellos como si fuesen algo homogéneo, pero lo ideal es tener equipos de personas que hagan esa labor de rastreo telefónico liderados por expertos en Salud Pública para poder coordinar, monitorizar si lo están haciendo bien y resolver dudas”, explica el médico de familia. De este modo, “no es necesario que todo el mundo tenga todos los conocimientos de salud pública; lo que tiene que saber el ‘ejército de base’ es hablar por teléfono y hacer entrevistas”, apunta.
En cualquier caso, el grupo Quirón tampoco contaba previamente con esos profesionales formados. De hecho, el miércoles pasado puso un anuncio en Infojobs buscando a esos 22 rastreadores que días después serían contratados. “Parece que [el Gobierno de Madrid] hubiera contratado a una empresa altamente especializada en labores de rastreo, cuando en absoluto es así. Ahora toca formar a esas personas contratadas”, señala Padilla.