Los 2 minutos que resumen lo que supondría la “nefasta” vuelta del fujimorismo a Perú
Keiko Fujimori, acusada de lavado de dinero e hija del autócrata y criminal Alberto Fujimori, pasó a la segunda vuelta electoral, y esta vez sí tiene posibilidades de ganar.
El 11 de abril de 2021, una buena parte de los peruanos se fue a la cama pensando que las elecciones presidenciales de su país habían arrojado el peor resultado posible. Entre la veintena de candidatos que se habían presentado a los comicios, no había ninguno especialmente popular, pero mucha gente repetía un mantra: “Cualquiera menos Keiko”. Finalmente la sorpresa no fue tanto que Keiko Fujimori —hija y heredera política del expresidente Alberto Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad— quedara segunda con el 13% de los votos, sino que su rival en la segunda vuelta del próximo 6 de junio sería Pedro Castillo, un maestro “de provincias” ex dirigente sindical y de izquierdas. La trituradora mediática se puso entonces en marcha (en este caso, para destruir a Castillo).
“Lo digo yo y lo puede decir cualquier peruano: esta es la peor campaña que he visto en mi vida”, afirma el cineasta peruano Fernando Vílchez. “Está llena de ataques a diario, llena de insultos, llena de mentiras... Las fake news quedaron en nada en comparación con lo que está pasando en Perú”, dice. “Los grandes medios ya no sólo dicen que esto se va a convertir en Venezuela, que eso fue lo primero, sino que están metiendo un miedo terrible a toda la gente, a ancianos, a niños… es deleznable”, lamenta. “Pero aparte de atacar a Pedro Castillo, están lavándole la cara al fujimorismo sin descaro”.
Del otro lado, están las víctimas y los familiares de víctimas del que puso nombre a este sistema, Alberto Fujimori, que en sus diez años de gobierno autoritario (1990-2000) ordenó matanzas y esterilizaciones forzadas a mujeres, y que todavía cumple condena por crímenes de lesa humanidad por las masacres de Barrios Altos (1991), en la que fueron asesinadas 15 personas, y La Cantuta (1992), en la que se asesinó a nueve alumnos y un profesor de universidad.
Cómo parte de la sociedad “ha abrazado a Keiko de manera vergonzosa”
“Mucha gente, durante muchos años, ha visto a Keiko Fujimori como la opción de la dictadura, como alguien que atenta contra la memoria del país, porque siempre ha reivindicado a su padre y sus crímenes pendientes”, señala Vílchez; “pero esta vez parece que es diferente”. El cineasta cita el llamativo caso de Mario Vargas Llosa, “que toda la vida ha sido un líder antifujimorista, que ha dicho muchas veces que el de Fujimori ha sido el peor gobierno de la historia del Perú, y que esta vez ha abrazado a Keiko de una manera vergonzosa”.
La propia Keiko Fujimori también tiene ya su registro penal. En 2018, fue condenada a 36 meses de prisión preventiva por lavado de dinero en relación con el caso Odebrecht, y la Fiscalía peruana pide para ella 30 años de cárcel por “delincuencia organizada, lavado de activos, obstrucción a la Justicia , fraude en procedimientos administrativos y falso testimonio”.
El empeño de una parte de la sociedad peruana por olvidar los crímenes del fujimorismo, y por obviar que la propia Keiko también está acusada de lavado de dinero y organización criminal, es lo que ha llevado a Fernando Víchez a elaborar a contrarreloj un documental titulado Nunca más señora K, que se estrena este lunes, 31 de mayo, en YouTube y Vimeo de forma gratuita.
Esta semana, Vílchez ya ha desvelado el tráiler, que lleva más de 60.000 reproducciones y resume en algo más de dos minutos lo que supondría la vuelta del fujimorismo a Perú. En él aparecen, entre otros, Gisela Ortiz, hermana de Enrique Ortiz, uno de los estudiantes asesinados de La Cantuta; Rute Zúñiga, víctima de esterilización forzada, un crimen cometido contra más de 270.000 mujeres que aún está pendiente de juicio y que Keiko Fujimori no reconoce como tal; Verónika Mendoza, candidata a la primera vuelta que define el fujimorismo como “la expresión de lo más nefasto de la política” peruana; y por último José Domingo Pérez, fiscal del Equipo Especial Lava Jato, que ha llevado a cabo toda la investigación sobre este macrocaso de corrupción que trasciende fronteras, y que solicita 30 años de cárcel para Keiko Fujimori.
“Un puñal para la memoria del país”
“Son miradas críticas que unen y analizan esa herencia del pasado del padre y cómo la hija ya tiene una carrera política criminal”, describe Vílchez, que considera la sola presencia de Fujimori en estas elecciones “un puñal para la memoria del país”. Él defiende “un cine libre” y “desde lo más individual”, pero en este caso cree “en el rol colectivo del cineasta”, matiza. “Durante años he estado grabando a familiares y víctimas del fujimorismo, y ahora he decidido recuperar esos archivos, unirlos y mostrarlos en este documental un poco exprés, con prisa”, explica. “Ojalá pudiera hacerlo con más tiempo, pero estrenarlo ahora me parece importante”, dice.
No es la primera vez que Vílchez se embarca en un trabajo así. En 2016, cuando Keiko Fujimori también pasó a la segunda vuelta electoral, el cineasta estrenó en apenas doce días Su nombre es Fujimori, un documental online y gratuito que vieron más de 700.000 personas a sólo seis días de los comicios, en los que finalmente resultó vencedor Pedro Pablo Kuczynski.
Estas elecciones van mucho más allá de izquierdas o derechas, sostiene Vílchez; dicho de otra manera, Fujimori no representa la derecha en Perú. “Ahora mismo, Fuerza Popular de Keiko Fujimori no es un partido político, es una organización criminal, como ha probado el fiscal”, apunta el cineasta. “Si en la segunda vuelta hubiera un candidato de ultraderecha, por ejemplo un Bolsonaro o un Trump, que también los hay en Perú, me daría mucha rabia, pero ya está”, dice. “Pero el fujimorismo es mucho más, están involucrados en actividades criminales”, reitera. Y si Fujimori fuera finalmente elegida, gozaría de inmunidad presidencial.
Vílchez está convencido de que los apoyos al fujimorismo han caído mucho en los últimos tiempos, pero el que su rival sea el izquierdista Pedro Castillo —y la consiguiente demonización que se ha hecho de este candidato— podría darle posibilidades esta vez. “Si el rival no fuera un profesor de provincia que despertara este racismo y clasismo y el fantasma del comunismo, Keiko perdería de lejos”, afirma el documentalista. “Keiko está viva ahora mismo por el miedo”.