Las vacaciones de los políticos, Brexit, inmigrantes y el futuro del 'balconing'
Reino Unido se va haciendo pequeñito, muy pequeñito.
Estas son las semanas en las que de repente en nuestro país, el Congreso de los Diputados, Senado y muchas instituciones son engullidas por el monstruo del tiempo y desaparecen por varias semanas de nuestras vidas. Por suerte para los políticos, a diferencia de nuestros estudiantes, ellos ni tienen que estudiar más, ni darse prisa por aprobar lo que no se aprobó antes de las vacaciones de verano.
En España nos pillará en plena discusión sobre temas que, o bien no son de trascendencia política, o lo son y mucho, pero se decide pasar a pies juntillas…no levantemos mucha polvareda.
En Reino Unido, más de los mismo. Para esto no somos diferentes, y muchos Members of Parliament llevan de vacaciones desde diciembre pasado, esperando solo que en vez de que los dos meses de verano sean tragados por la inacción política en su país, desaparezcan los 12 meses de 2020 y entrar directamente en el tiempo de unicornios y piruletas de 2021 cuando al fin estarán libres del monstruo europeo.
Esta semana en concreto ha sido muy movida para los fans de la separación de la Unión Europea. Movida que en este caso no ha sido necesariamente positiva, ya que estos días dejaron dos muestras de su ineficiencia y de sus continuos tiros en el pie (a estas alturas le debe quedar poco pie sin agujeros).
La primera decisión que tanto a largo como medio plazo tendrá consecuencias será la instauración de su nuevo sistema de inmigración.
Sera más difícil entrar en el país, y solo querrán la creme de la creme… ¿también para cuidar a sus ancianos y poner sus cafés?
Pues sí, a partir de ahora los que no tengan buen nivel de inglés y no sean capaces de recitar a Shakespeare con acento de Windsor mientras recogen fresas o hacen camas en un B&B de Blackpool no entrarán… y si tienen cualquier tipo de antecedente penal que se olviden de venir a manchar su país.
Todas estas nuevas regulaciones, a muchos españoles, nos encantaría verlas reciprocadas en la Unión Europea, y así asegurarnos de que sufrimos el mismo trato que ofrecemos… pero nunca pasará y nos aseguraremos de que no somos incómodos a los cientos de miles de británicos que viven en nuestro país.
A las imágenes de esta semana de Magalluf con decenas de jóvenes turistas borrachos saltando encima de coches y sin distancia social, ni máscaras, geles o sentido común se les da poca relevancia en Reino Unido. ¿Cuántos de estos jóvenes en Magalluf pasarían el sistema de puntos de inmigración británico?
Y más importante, ¿por qué no se detiene, multa y devuelve a sus países a estos turistas que se saltan las leyes locales a la torera, con el coste a cargo de las arcas británicas?
Si estas imágenes hubieran salido en cualquier ciudad británica por parte de algún colectivo minoritario no les quepa duda de que los poderes políticos y fácticos de Reino Unido hubieran hecho sangre para reforzar sus propios intereses xenófobos y clasistas.
Dejando el revanchismo de lado, los cientos de miles de británicos en España aportan y seguirán aportando mucho a nuestro país, pero está claro que la Unión Europea tendrá que tener en cuenta el tratamiento que se nos dé de ahora en adelante a los mas de 3 millones de ciudadanos europeos que nos quedaremos en Reino Unido tras su salida. RECIPROCIDAD es todo lo que exigimos.
Esta decisión con el sistema de puntos va a costar dinero y trabajadores en sectores como la hostelería, servicios sociales, así como en la dirección empresarial… afectará a todas las industrias. ¿Cuántos llegamos aquí a aprender inglés con trabajos de los que consideran “no cualificados” y años después estamos en trabajos de los que denominan “cualificados”?
La segunda bala en el pie de esta semana ha sido su decisión de prohibir a Huawei en las infraestructuras de telecomunicaciones a partir de 2027, y ningún contrato nuevo con el gigante chino desde ya.
Reino Unido se va haciendo pequeñito, muy pequeñito.
Trump ya ha sacado pecho diciendo que Reino Unido ha expulsado a Huawei siguiendo sus órdenes… tal cual. Ahora pasará de ser uno de los tres países más influyentes y poderosos en la UE a ser un mero satélite de EE UU, tras cortar vínculos con el resto de países al otro lado del Canal de la Mancha, y tras escupir a China y revocar un acuerdo de varios billones de libras, y que sin duda traerá cola.
La salida de la Unión Europea traerá la reducción de su “imperio” a mínimos, con Irlanda del Norte, y más importante, Escocia, haciendo cálculos de cuándo podrán llamar a las urnas para votar su independencia para unirse de nuevo a la UE.
Estos meses de verano, de falta de decisiones políticas, de no sentarse para discutir la salida de la UE, van a favor de los políticos empeñados en destruir y no construir, y nos irán acercando a un futuro próximo con más paro, más inestabilidad y fuerte desinversión.
En España estas semanas de vacaciones políticas traerán una bajada de tensión, y que al menos en los pasillos del Congreso y del Senado se viva cierta paz y tranquilidad, infrecuente estos días.
A los españoles que vivimos en Reino Unido estas vacaciones de 2020 nos suenan a tiempo perdido, lejos de las familias y con políticos que están empujando por ambos lados a una separación aun mayor… los británicos con su Brexit, y los españoles con su despreocupación por la emigración… miren los datos de votos rogados en las elecciones gallegas y vascas.
El mundo está yendo a peor, parece, y a lo mejor dentro de 30 años con el calentamiento global y economía post Brexit tenemos aviones volando de Mallorca a Manchester para que nuestros jóvenes salten encima de coches británicos, y desde los balcones de Cardiff, Scarborough, o Brighton… a mí no me sorprendería.