La verdadera revolución empieza hoy
9 de marzo, el día después. Las sonrisas, las miradas cómplices, el sentimiento de responsabilidad y satisfacción por haber participado en un acontecimiento histórico que traerá consecuencias positivas preside hoy el ambiente en el trabajo, las conversaciones de wasap, las fotos de los medios de comunicación.
Hace unos meses, la hija de una amiga pidió entrevistarme. Quería hacer un trabajo de fin curso sobre el feminismo. Siempre le había llamado la atención y ahora era más consciente (cursa segundo de bachillerato), pero quería conocer mejor su significado (muchas veces deliberadamente distorsionado) y su acepción histórica. Aquello me emocionó, y mucho más el resultado final. La calidad del trabajo me hizo darme cuenta que algo está cambiando en nosotras. En ellas.
Lo mismo me ocurrió el último año, al ver a tantas mujeres en todo el mundo, muchas muy jóvenes, sentirse fuertes, empoderadas, y con la fuerza suficiente para despojarse del sentimiento de culpa y de vergüenza y denunciar agresiones pasadas. Reconozco que todo esto me conmovió, pues llevaba un tiempo entristecida ante los datos sobre el aumento de la violencia machista en menores de 18 años (un 10% en 2015 según el INE), el control a través de las nuevas tecnologías y móviles, el ensalzamiento de los celos, las agresiones masivas, etc.
Ayer volví a comprender de una forma rotunda la sensación de que algo ha cambiado en nosotras, algo trascedente que debemos intentar que sea para siempre. Para quienes desde hace años vivimos las manifestaciones del 8 de marzo, lo vivido ayer tuvo elementos históricos por varios motivos:
- Fue una movilización masiva. Sin precedentes. No sé si conseguimos parar el mundo, pero lo que tengo claro es que conseguimos "okupar" las calles, las plazas, las portadas y las conversaciones. Todos los espacios que se nos presentan de difícil acceso en el día a día. El fenómeno es ya mundial, intergeneracional, transversal a todo tipo de mujeres, y hablamos de FEMINISMOS, hay muchas maneras de ser, sentirse y actuar como feminista y eso es lo que provocó que la movilización fuera masiva, aunque las mujeres sean diversas en sus circunstancias y reivindicaciones.
- Una movilización intergeneracional. Ayer escuchaba a una madre decir "que acompañaba a las que nos relevarán". Había tantas mujeres y hombres jóvenes marchando con sus pancartas caseras contra la desigualdad real, tantas generaciones juntas... Las jóvenes empiezan a ser conscientes de su desventajas sociales y sus riesgos ante la violencia sexual y les parece tan injusto que han decido plantar cara a esta realidad.
- Una movilización amplia y plural. Tengo la sensación de haber visto y reconocido a muchas mujeres que hasta ahora no habían militado visiblemente en el feminismo, o que no eran conscientes de ello; a mujeres social, geográfica e ideológicamente diferentes marchando juntas, amplificando lo que nos une, que es mucho. Ayer la marea violeta, que es ya un tsunami, se compuso de feminismos plurales en su origen, comprensión y expresión, pero comunes en su causa.
- Una movilización global. En plena era de la información digital, las noticas corren como la pólvora, y la globalidad magnifica la contundencia de los hechos. El despertar de este oleaje igualitario ha tenido aportaciones fundamentales en EEUU, Argentina, España o Estambul, sin muchas veces tener conexión, pero despertando al mismo tiempo, haciéndolo enorme. La desigualdad no tiene fronteras, se expresa en todos los lugares por diferentes que sean. Ahora más que nunca, el feminismo también es global. El movimiento feminista, desde su origen, fue un movimiento internacional.
- Una movilización con altavoces muy potentes. No podemos ignorar que el potente altavoz de las actrices estadounidenses, a la cabeza del movimiento #MeToo, de mujeres relevantes en el movimiento #BringBackOurGirls o la repercusión de los medios gracias a las mujeres periodistas nos ha ayudado a hacer más grande y sonoro este movimiento mundial, sin olvidar otros más silenciosos cómo #FeminismInIndia, #ThePadEffect, #StandForDapchiGirls, #NiUnaMenos no por ello menos relevantes. No hay que olvidar, no obstante, que Hollywood ha contribuido con su influencia a esta internacionalización del movimiento.
- Una movilización que ha movido a nuevos actores. En la sociedad del big data, las empresas innovan y lanzan productos fieles a los comportamientos de la población. Que empresas como IKEA o Cabify se sumaran ayer a la lucha demuestra que el mundo está cambiando. Lo mismo ocurre con los y las políticas que hasta ahora no veían relevante, e incluso rechazaban, este movimiento, y que ayer empezaron tímida y todavía incoherentemente a sumarse. La igualdad no es cosa sólo de las leyes y las políticas públicas, sino de todos los actores sociales: empresas, organizaciones sociales, familia, relaciones personales.....es un principio que debe impregnar todas las actuaciones y modificar modelos y roles sociales.
Es verdad que como ayer reivindicábamos, queda mucho por hacer. Pero hoy vamos a disfrutar, aunque sea por un día, del éxito global de ayer. Vamos disfrutar también del éxito particular. Hubo en tiempo en que el mundo nos miraba por nuestras leyes vanguardistas y generadoras de derechos, ayer nos volvieron a mirar. Inmediatamente después, debemos empezar a tejer la agenda del mañana, conservando lo que nos ha unido a tantas, por encima de los intentos y matices que nos puedan separar.
Tengamos presente cada día, como ayer, que juntas nuestra fuerza se multiplica exponencialmente, que si cuando a una la juzgan, agreden o insultan todas decimos basta, se lo pondremos más difícil al siguiente, que si cuando una triunfa sentimos que todas lo hacemos con ella y la acompañamos, todas avanzaremos, que si conseguimos que la política en plural entienda que sin igualdad no hay democracia, ni apoyo de la sociedad, muchas cosas cambiarán. Como cambió el voto un día tras los movimientos sufragistas, o la igualdad jurídica.
La verdadera revolución empieza hoy, el día después, traduciendo lo expresado ayer en hechos unánimes y concretos. Hoy nos sentimos más acompañadas que antes de ayer. Hoy sabemos que algo muy profundo ha cambiado en nosotras. Sabemos que todas las leyes y políticas públicas de los últimos años han tenido impacto. Sabemos por la historia que nunca los avances afectan a quienes pelean por ellos, sino a generaciones posteriores. Y ahora empezamos a recoger el fruto de muchas luchadoras de la tercera ola del feminismo.
Aprovechémoslo. Demos el salto. Pasemos de un día histórico, a hacer historia.