La tentación eurófoba del procés
En el guión del idependentismo, Europa iba a ser neutral o incluso favorable a sus tesis el día en que declarasen la independencia... Pero no ha sido así.
Crece la decepción con la Unión Europea entre los independentistas catalanes. Muchos no contaban con el apoyo que Bruselas y el resto de capitales han dado al gobierno español en la crisis catalana. En el guion que el independentismo elaboró durante años, Europa iba a ser neutral o incluso favorable a sus tesis el día en que declarasen la independencia. La decepción tras lo ocurrido tienta ahora a los líderes del procés a abrazar los discursos anti-europeos que tanto éxito han tenido en Europa en los últimos años.
Bruselas no reconoció el "referéndum" del 1-O. Tampoco la posterior declaración de independencia proclamada en el parlament. Tras una condena por el uso de la fuerza y varias llamadas al diálogo los días posteriores a la fallida consulta, la UE ni siquiera se ofreció para mediar en un asunto que sigue considerando "interno español". Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, habla cada vez con más crudeza sobre el tema. Su última flecha, hace días desde Salamanca tras ser investido doctor honoris causa por la universidad: "Los nacionalismos son un veneno para Europa".
"Durante años los partidos independentistas construyeron un mito sobre lo que haría la Unión Europea el día que hicieran un referéndum: a) apoyar la consulta; b) respaldar el resultado y c) facilitar la permanencia de Cataluña en la UE si se independizaba", explica el europarlamentario del PSC Javi López a El HuffPost. "Como hemos visto, no hay nada más alejado de la realidad. El Estado de Derecho y la integridad territorial son sagrados en la UE", sostiene López.
APOYO EURÓFOBO
La estancia de Puigdemont en Bruselas, lejos de servir para tender puentes entre el independentismo y la UE, ha visto florecer los mensajes eurófobos entre los líderes del procés. El resquemor con la UE fue patente entre el núcleo duro de Puigdemont en el principal acto público que ha realizado el "govern en el exilio".
Josep Maria Terricabras, eurodiputado de ERC, descalificó a Juncker por venir de un país "más pequeño que algunas ciudades catalanas". En el acto, celebrado con doscientos alcaldes independentistas llegados de Cataluña, Terricarbas se burló de Luxemburgo al sugerir que bien podría incorporarse a Alemania. Puigdemont acusó a España de practicar el fascismo con Cataluña y denunció la "connivencia europea" con tal actuación. Algunos eurodiputados de partidos ultra europeos como Liga Norte o el flamenco Vlaams Belang estaban presentes en el acto. Los organizadores se justificaron: habían invitado a "todos los diputados del Parlamento Europeo".
Irrita particularmente a los independentistas que el mensaje de Bruselas no haya variado tras la prisión provisional de los ex consellers y la aplicación del artículo 155. Consideran que la Unión, tan contundente a la hora de vigilar las vulneraciones del Estado de Derecho en países como Polonia, tiene otra vara de medir lo que ellos consideran una vulneración de los derechos fundamentales en Cataluña, que "sufren 7,5 millones de ciudadanos europeos".
"En España los políticos son encarcelados por sus ideas, no hay independencia judicial y gente cercana a la corrupción del PP muere misteriosamente. Pero ¿de qué habla Timmermans [vicepresidente de la Comisión Europea]? Polonia otra vez. Vergüenza, vergüenza, vergüenza", denuncia Aleix Sarri, portavoz de Puigdemont en Bruselas.
El Director de Comunicación de la Generalitat expresaba recientemente el sentir que se va haciendo paso en círculos separatistas: "Al paso que vamos, el argumento de que un Estado catalán estaría fuera de la UE está dejando de ser un elemento disuasorio y se está convirtiendo en un aliciente".
La decepción entre los líderes independentistas se sitúa en la misma línea que la caída al apoyo a la UE entre la mayoría de catalanes. Los últimos datos del Centre d'Estudis d'Ópinió muestran una tendencia a la baja en la confianza en la UE entre los votantes de Junts pel Sí, la CUP y Catalunya Sí que es Pot. Entre los votantes de Ciudadanos, PSC y PP se produce el efecto contrario: una moderada subida en la confianza en Europa respecto al estudio anterior. "El cuento sobre el apoyo europeo que iba a llegar en los momentos clave está generando mucha frustración entre una población que ha sido siempre muy pro-europea", apunta Javi López.
El sentimiento anti-establishment que propició el Brexit o impulsó a Marine Le Pen y otros partidos populistas conecta con el deseo de dar una patada al estatus quo entre algunos sectores del procés, explica Marc López, Director de Agenda Pública. "Si la euro-orden se pone en marcha y Puigdemont es extraditado, ello podría generar más antipatía entre el independentismo hacia la Unión Europea, aunque la decisión pase por un juez belga", vaticina Marc López en conversación con El HuffPost.
La deriva eurófoba del procés coincide con el repliegue y pérdida de influencia de sus dirigentes en el exterior. Ramón Tremosa continúa siendo del Grupo Liberal en el Parlamento Europeo, pero se encuentra cada vez más aislado y más incómodo con la posición de su grupo y de su líder, Guy Verhofstadt, que han cerrado filas con España. Ciudadanos pertenece también a la familia liberal y gana cada vez más influencia.
En el debate sobre Cataluña celebrado hace unas semanas en Estrasburgo, Tremosa se marchó de su escaño y siguió el discurso de Verhofstadt sentado junto a los eurodiputados del euroescéptico grupo conservador ECR. Su posible salida del grupo liberal es un rumor permanente desde hace semanas en Bruselas.
Marta Pascal, dirigente del PDeCAT y hasta ahora vicepresidenta del Partido Liberal Europeo, ha sugerido que dimite por la posición de los liberales en la crisis catalana. No aspirará a ser reelegida en el congreso que la familia liberal europea celebra en Amsterdam dentro de dos semanas. Los catalanes tampoco han presentado ninguna resolución de cara a este encuentro, informan fuentes del partido. El repliegue europeo de los exconvergentes lo completa el diputado Jordi Xuclá que fue obligado a dimitir el pasado 9 de octubre de su puesto de presidente de los liberales en la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa tras un polémico viaje a Siria.