La supuesta cura de Trump para el COVID-19 podría darle la reelección

La supuesta cura de Trump para el COVID-19 podría darle la reelección

El presidente de EEUU quiere atribuirse el mérito de la eficiencia (aún no demostrada) de unos medicamentos en los que (¡sorpresa!) tiene acciones.

TrumpEFE

Está claro que los chuletones de Trump, el vodka de Trump y el desodorante de Trump fueron sonoros fracasos. Sin embargo, la cura que propone el presidente de Estados Unidos para el coronavirus, independientemente de si funciona o no, podría ponerle en bandeja la reelección en noviembre. Los medicamentos que el presidente insiste en utilizar son azitromicina e hidroxicloroquina, este último producido por una farmacéutica en la que posee acciones.

Con más de 400.000 personas contagiadas en Estados Unidos que esperan ansiosas la llegada de una cura, Donald Trump se ha propuesto atribuirse el mérito de todas las personas que logren curarse después de haber tomado estos medicamentos, al margen de que hayan influido en su recuperación o no.

“Su obsesión responde a su interés personal: ser reelegido él y solo él. Para ello tiene que controlar lo que se dice. Hacer creer a la gente que el mérito de la cura es suyo le da una buena baza”, expone el exdiputado Joe Walsh, que no logró vencer a Trump en las primarias republicanas para las elecciones generales de 2020. “Ha perdido la economía, no logra controlar los fallecimientos y sabe que su respuesta al coronavirus ha sido chapucera, así que va a recurrir a ‘curas milagrosas’ para salvar el pellejo”.

Los verdaderos especialistas en enfermedades infecciosas son mucho menos optimistas con el protocolo que quiere impulsar Trump

Sin embargo, la curación de una legisladora de Michigan ofrece un ejemplo de cómo este enfoque podría salirle bien. Según ella, su mejoría se produjo gracias a un medicamento que, de no ser por Trump, no habría tomado, explica en este artículo. Posteriormente, Trump aprovechó para promocionar la noticia a sus 76 millones de seguidores de Twitter el lunes por la tarde junto con el mensaje: “Enhorabuena a la representante estatal Karen Whitsett de Michigan. Me alegro mucho de que estés mejorando”.

Trump adornó la noticia este martes en la Casa Blanca y aprovechó para insistir en el uso extendido de esos medicamentos. “Esta es una mujer que pensaba que iba a morir. Creo que ahora me votará, aunque sea diputada demócrata”, declaró.

Trump ha estado promocionando con entusiasmo la hidroxicloroquina y la azitromicina como un punto de inflexión en la pandemia desde el 19 de marzo, pese a que hay pocas evidencias científicas de que funcionen contra el COVID-19 y muchas llamadas a la cautela por parte de médicos especializados en enfermedades infecciosas.

La promoción que hace Trump de la terapia se convirtió en otro frente más de su guerra contra las ”élites” que desafían sus afirmaciones sin contrastar sobre el mundo que le rodea. Sus seguidores más devotos, que hasta hace poco aún repetían el bulo de que esto no es más que una gripe convencional, se han creído a pies juntillas su afirmación sobre la eficacia del tratamiento, tanto en la cadena Fox News como en la radio.

Hay pocas evidencias científicas de que estos medicamentos funcionen contra el COVID-19 y muchas llamadas a la cautela por parte de médicos especializados

Por insistencia de Trump, muchas personas de su órgano ejecutivo han empezado a hablar también de la hidroxicloroquina y la azitromicina como una cura oficial.

“Estamos trabajando en la distribución para llevar estos medicamentos a las zonas afectadas, a todos los hospitales y farmacias”, aseguró este lunes el contralmirante de la Marina John Polowczyk, encargado de logística de la Casa Blanca contra el coronavirus.

El apoyo del presidente a estos medicamentos ha hecho que los pacientes de COVID-19 insistan en tomarlos, sobre todo al enterarse de que uno de ellos se ha usado para tratar la malaria durante años y el otro es un antibiótico común.  Eso, a su vez, ha provocado que varios funcionarios públicos, incluidos gobernadores demócratas como Andrew Cuomo (Nueva York) y Gretchen Whitmer (Michigan) hayan dado luz verde pensando que “más daño no van a hacer”.

Howard Forman, médico y profesor de Salud Pública de la Universidad de Yale, señala que también recuerda cuando medicamentos como la talidomida, Rofecoxib, la amigdalina y la azidotimidina fueron promocionados como medicamentos efectivos y después fueron abandonados o prohibidos porque no funcionaban, o peor, causaban efectos adversos mortales.

“Tenemos nuestras razones para evitar estas cosas”, comenta Forman sobre las terapias no sometidas a ensayos y añade que es malo para todo el país que Trump se dedique a dar consejos médicos de cualquier tipo. “El precedente que sienta el presidente de Estados Unidos, que no es un experto en la materia ni médico, es peligroso desde el punto de vista de la política pública. Se ha convertido en el mayor soberano pasando por encima de los expertos”, sostiene.

El apoyo del presidente a estos medicamentos ha hecho que los pacientes de COVID-19 insistan en tomarlos

A pesar de los consejos de los expertos, los seguidores de Trump siguen insistiendo en esos dos medicamentos, aunque todavía no se han terminado de realizar ensayos a gran escala.

Mehmet Oz, cirujano cardíaco y colaborador de Fox News que se ha convertido en una de las voces más escuchadas en la Casa Blanca últimamente, explicó en un vídeo publicado en Twitter que el controvertido médico francés que promovió esta terapia tendría pronto nuevos datos que demostrarían que solo un minúsculo porcentaje de los pacientes con síntomas leves de COVID-19 que tomaran estos medicamentos acabarían en la UCI con dificultades respiratorias.

Según asegura, este virus es tan letal porque el cuerpo humano “reacciona de manera desproporcionada” contra él y es eso lo que causa la inflamación pulmonar, no la toxicidad del virus en sí. Por eso afirma Oz que es fundamental que los pacientes empiecen el tratamiento cuando la infección aún es leve.

Los verdaderos especialistas en enfermedades infecciosas, en cambio, son mucho menos optimistas con el protocolo que quiere impulsar Trump.

Anthony Fauci, que encabezó durante años el programa de enfermedades infecciosas del Instituto Nacional de Salud, ha rechazado respaldar estos medicamentos, pese a que comparte atril con Trump en las conferencias de prensa de la Casa Blanca. “No. La respuesta es no”, respondió al ser cuestionado sobre la existencia de pruebas de la eficacia de la hidroxicloroquina contra el coronavirus.

Krutika Kuppalli, experta en enfermedades infecciosas de la Universidad John Hopkins, advierte de que el estudio francés en el que se apoyan los defensores de Trump está plagado de defectos metodológicos.

“Existen hipótesis sobre cómo funciona la azitromicina y la hidroxicloroquina, pero no se ha puesto a prueba con este virus”, explica, y añade que en el caso de esos medicamentos hay que monitorizar a los pacientes para controlar las posibles interacciones.

Otro motivo para desconfiar de este tratamiento es que tener a decenas de millones de personas utilizando un antibiótico como la azitromicina para matar a un coronavirus reducirá su eficacia contra las bacterias. “En la actualidad se utiliza para tratar varias enfermedades y su uso innecesario podría provocar resistencia al antibiótico, lo cual ya es un problema”, lamenta Kuppalli.

Tener a decenas de millones de personas utilizando un antibiótico para matar a un virus reducirá su eficacia contra las bacterias

Estas preocupaciones no parecen inquietar a Trump. Aunque ha admitido que no es un experto (“no lo sé, no soy médico”, dijo este domingo), ha seguido impulsando estos medicamentos y silenciando las discrepancias. Cuando un periodista solicitó específicamente que fuera Fauci quien respondiera a una pregunta sobre estos medicamentos, Trump intervino para impedírselo. El mes pasado, cuando le preguntaron si no consideraba que al promocionar medicamentos de eficacia no demostrada estaba dando “falsas esperanzas” a la gente, Trump replicó de malas maneras: “Eres un periodista terrible”.

Stuart Stevens, veterano asesor político republicano y mano derecha de Mitt Romney en la campaña presidencial de 2012, considera que estos medicamentos pueden funcionar o no funcionar, pero sea como sea, Trump está cimentando la nueva imagen de su partido. “En el panorama general se piensa que lo que ha pasado es una muestra más de la tendencia anticiencia del ‘partido de los tontos’, el Partido Republicano”, explica.

El candidato demócrata, Joe Biden, aseguró en su campaña que se dejaría guiar por los profesionales de la salud pública. “El (ex) vicepresidente Biden considera que esta es una decisión que debería guiarse por la ciencia y que deberían tomar los profesionales pertinentes, algo que ya ha reiterado en los últimos meses”, ha declarado su secretario de campaña, TJ Ducklo. “No es momento de hacer política partidista. Hay vidas en juego”.

Por su parte, Ruth Ben-Ghiat, catedrática de Historia de la Universidad de Nueva York, que lleva tiempo advirtiendo de las tendencias autoritarias de Trump, asegura que su defensa de la hidroxicloroquina es una prueba más de su voluntad de ayudar a sus amigos y a sus donantes, los fabricantes del medicamento, al tiempo que se erige en el único salvador de la gente.

“Es difícil aceptar que tengamos un presidente al que le da igual si vivimos o morimos, sobre todo en un momento tan trágico de nuestra historia, pero cuanto antes nos demos cuenta, mejor estaremos. Salvar vidas o actuar por el bien común no entra en su razonamiento”, concluye.

Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Daniel Templeman Sauco.