La repetida “histórica” Cumbre del Clima
De un tiempo a esta parte, abundan en los titulares las “cumbres históricas”, las “elecciones históricas” y los “acuerdos históricos”.
Una de las críticas más frecuentes que nos hacen a los periodistas (entre muchas otras), es la tendencia a calificar diferentes situaciones como “históricas”. De un tiempo a esta parte, abundan en los titulares las “cumbres históricas”, las “elecciones históricas” y los “acuerdos históricos”.
El primer caso lo tenemos frente a nuestras narices. Seguramente usted ya lo ha escuchado, leído, y vuelto a escuchar cien veces. La famosa COP25 será un hito “histórico”, porque ahora sí es “tiempo de actuar” contra el cambio climático. Menuda frase escogió la organización como lema, cuando la cumbre está cumpliendo un cuarto de siglo. Luego de 25 años juntándose, cerca de 200 países (y sus líderes pensantes) reconocen que en todo este tiempo no han hecho nada.
El último ejemplo de “acuerdo histórico” se vio especialmente reflejado hace unas semanas en Chile. En medio del mayor estallido social desde el retorno de la democracia, las fuerzas políticas alcanzaron un acuerdo transversal titulado como “histórico”. Convocar un plebiscito que, en abril de 2020, podría sellar el adiós definitivo de la Constitución impuesta por la dictadura de Augusto Pinochet. De concretarse este cambio demandado por los chilenos en las calles, sería con todas sus letras “histórico”. Pero elevar a esa categoría un acuerdo político que aún debe ser ratificado por la ciudadanía, no deja ser un riesgo en los tiempos que corren. Citaré dos ejemplos.
El “histórico” acuerdo de paz, firmado con palomas al viento entre el Gobierno de Colombia y las FARC en 2016 (rodeados de varios presidentes de la región), se redujo a la postre en un bochornoso espectáculo. Los ciudadanos fueron llamados para ratificar o rechazar el acuerdo en un plebiscito. El 63% de los votantes habilitados no fue a votar, y entre los que acudieron a las urnas, más del 50% marcó la opción NO. En resumen, el acuerdo de paz quedó en nada.
Por estos días, y transcurridos cinco años desde la firma del “histórico” acuerdo de París, más de 190 naciones se reúnen en Madrid en la Cumbre del Clima. El tema central es precisamente cómo lograr en la práctica, acciones de parte de los países, para limitar la temperatura global por debajo de los 2° C. Estados Unidos, una de las potencias más contaminantes del planeta, ya inició el proceso formal para retirarse del acuerdo, suscrito en su momento por Barack Obama. Organizaciones ciudadanas anuncian protestas para esta semana en el marco de la COP25.
Mientras la joven ambientalista sueca Greta Thunberg recién termina de cruzar el Atlántico en catamarán para llegar a la COP25, más de 50 jefes de Estado aterrizarán en Madrid, y bajarán sonrientes desde sus aviones presidenciales. La alfombra roja para ellos en el aeropuerto, marcará el primer gran contraste entre las acciones y el discurso.
La entendible expectativa por transformaciones que pueden resultar históricas, demostró en estos recientes procesos, no ser buena consejera a la hora de titular. No sólo porque estos acuerdos eran previos, sino porque dichos titulares intentan forzar el curso natural de una noticia con desenlace abierto. En el complejo momento que vive la democracia en el mundo, la ciudadanía parece revelarse no sólo ante liderazgos políticos, sino también ante ciertas lecturas impuestas por los medios.