La nieve, metáfora de un gobierno paralizado
Como explica la primera ley de Newton, un objeto en reposo permanece en reposo o, si está en movimiento, permanece en movimiento a una velocidad constante, a menos que una fuerza externa neta actúe sobre él. La nieve es hoy la mejor metáfora del fin de esta etapa, que retrata a un Gobierno paralizado, incapaz de responder a nada sobrevenido, conducido por quienes, ante la falta de acción, solo responden a la inercia.
Si la incapacidad se demuestra, la descoordinación no se oculta, la desinformación se premia y la irresponsabilidad se defiende, solo podemos estar en la antesala de un cambio irreversible. El pasado 6 de enero, el Gobierno que preside Mariano Rajoy hizo una demostración de todos estos factores a la vez, y mientras miles de ciudadanos se encontraban retenidos bajo un temporal de nieve, los responsables políticos de haber evitado el caos en el que se convirtió la AP- 6 decidieron que la inacción era el mejor instrumento para resolver una crisis.
Mientras los ministros de Interior y Fomento optaron por un imprudente silencio durante las más de dieciocho horas que duró la retención de vehículos en las carreteras, el responsable de la Dirección General de Tráfico prefirió hacer uso de la complicidad que regalan las redes sociales, desde la comodidad de su hogar para desinformar y faltar al respeto a los ciudadanos que, bajo el frío y sin recursos, se encontraban en las carreteras.
Días después seguimos viendo a un Gobierno incapaz de asumir su responsabilidad, que elude cualquier tipo de crítica como si la gestión de la red de carreteras o el control y prevención del tráfico no fueran de su competencia. La ausencia de respuesta, la falta de prevención y la incapacidad para reaccionar a tiempo y poder mitigar las consecuencias que provocó la nieve generaron un caos, del que en ningún caso eran responsables quienes decidieron iniciar el retorno a casa tras las vacaciones.
Fallaron todos los parámetros que deben desarrollarse ante una situación de estas características, cuando además la Agencia Estatal de Meteorología llevaba días advirtiendo la proximidad del temporal. No se informó a los usuarios con la antelación suficiente para evitar iniciar la ruta, no se tomaron las medidas necesarias para que fueran mínimas las perturbaciones al tráfico como consecuencia de las nevadas y tampoco se evitaron la formación de placas de hielo, con dispositivos previos como la distribución de fundentes. Además de la prevención, falló la coordinación en el Gobierno y entre el Gobierno y el resto de administraciones, y también la reacción, al no haber coordinado el establecimiento de puntos estratégicos para disponer de medidas para paliar las consecuencias del temporal como máquinas quitanieves o servicios de emergencia.
El reconocimiento tardío a la Unidad Militar de Emergencia, que se creó en 2015 frente a la crítica furibunda de quienes hoy agradecen su labor en esta fría noche de invierno, es la salvedad a un día de caos y descontrol organizado desde el Gobierno. La mejor demostración de que el tiempo retrata a quienes instrumentalizan la política para disponerla al servicio de sus intereses. Aquellos años difíciles en los que la derecha, de forma reaccionaria, igual pedía la dimisión de una ministra que cuestionaba que esta unidad pudiera dar un buen servicio a la ciudadanía, son hoy reflejo de sus propias contradicciones cuando gobiernan y cuando están en la oposición.
"No fue un sueño, lo vi: la nieve ardía", pensaron, recordando los versos de Ángel González el pasado sábado 6 de enero, quienes se encontraron atrapados en sus vehículos, mientras un Gobierno irresponsable seguía a través del plasma las consecuencias del temporal.