La mujer y las hijas de Millet aseguran no saber nada del dinero que manejaba
Dicen que no sabían nada y que su nivel de vida les pareció normal hasta 2009, cuando estalló el escándalo.
La mujer del expresidente del Palau de la Música Félix Millet, Marta Vallés, ha hecho 'un Ana Mato' o 'un Infanta Cristina' en el juicio por el expolio de la institución. Ha asegurado este lunes que no sabía nada de lo que su marido supuestamente hizo con el dinero de la entidad: "Yo pensaba que era dinero nuestro, teniendo dinero como teníamos".
"Nunca se me hubiese ocurrido que todo lo pagase el Palau: Yo tenía dinero y mi marido también", ha explicado en su comparecencia, al citársele como responsable civil a título lucrativo por beneficiarse del desvío de fondos de su marido para pagar viajes personales y las bodas de sus hijas, entre otros gastos.
Precisamente las hijas de Millet, Clara y Layla, han seguido la misma línea de su madre al afirmar ante el tribunal que no tenían conocimiento de la procedencia del dinero que manejaba su progenitor.
La primera en prestar declaración ha sido Vallès, quien ha asegurado que Millet llevaba toda la gestión económica familiar: "Con él era mejor no discutir. Él mandaba y hacía todo. Yo pensaba que era dinero nuestro. Yo llevaba las cosas de casa, yo no llevaba nada".
Al preguntársele si ella tenía constancia de que una empresa en la que ella figuraba como administradora -Bonoyma- le hacía facturas al Palau por servicios que no existieron, ella ha asegurado que no: "Ni en sueños. No tenía constancia, no tenía ni idea".
La mujer de Millet ha relatado que la pusieron a ella como administradora de esta empresa porque el asesor fiscal decía que estas compañías debían tener esta figura, pero ha dicho que sólo tenían un empleado que iba a "hacer números", aunque lo gestionaba su marido.
"Nunca se me ocurrió en la vida que lo pagara el Palau, cuando mis padres tienen capacidad económica", ha dicho Clara Millet en la Audiencia de Barcelona al declarar como responsable civil a título lucrativo, y a preguntas del abogado de la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música.
Según ella, su suegro no pagó la mitad del convite -40.000 euros-, como se ha dicho, sino sólo sus 80 invitados y el disc-jockey, y que eso sumaba 8.000 euros: "Estoy cansada de tantas mentiras".
Ha asegurado que su padre fue quien impuso que la boda fuera en el Palau y que aseguró que correría con todos los gastos organizativos; según el fiscal, las bodas de Clara y Layla Millet celebradas en 2000 y 2002 en el Palau costaron 164.269 euros.
También ha dicho que ella quería una boda íntima -"El tema social no era lo mío"- pero que aceptó porque ella quería casarse y fue práctica, además de que había un lazo sentimental con el Palau.
Ha relatado que además su padre le limitó a dos el número de mesas para sus invitados entre los 400 que había en total -"Me enfadé porque era mi boda"- aunque al final consiguió alguna mesa más, y que su marido y su familia política solo llevó a 80 invitados.
"Este casamiento ha sido una bomba" -ha lamentado- debido a las críticas que recibió al saberse que la pagó el Palau, y ha añadido que ella se limitó a escoger las flores y el catering, aunque nunca firmó ni pagó ninguna factura.
Considera que en realidad esa boda la aprovechó su padre "para hacer su acto" e invitar a sus compromisos, ya que, por ejemplo se celebró un viernes a las 13 horas para que no les interrumpiera el fin de semana, lo que obligó a que los amigos de ella tuvieran que pedir fiesta, según ella.
Su hermana Layla ha dicho sobre su enlace matrimonial, igual que su hermana, que no sabía que se había sufragado con fondos de la institución: "Nunca se me hubiese ocurrido".
Layla Millet ha explicado que, hasta que estalló el escándalo del Palau en julio de 2009, no imaginaba que su padre estuviese desviando fondos, porque veía "natural" el alto nivel de vida que llevaba, por todo lo que trabajaba y los puestos que tenía en varias instituciones.
Ha asegurado que el escándalo derivado del saqueo les cambió la vida: "Ha habido un antes y un después. He visto a gente girarle la espalda a mi madre". "Lo más duro es estar lejos de la familia -vive con su marido e hijos en Estados Unidos-. Tengo la familia muy lejos, no tengo a mis padres y se están haciendo mayores", ha relatado.
Sobre los 42.000 euros que había en la caja fuerte del Palau y que Clara Millet entregó en un sobre a su padre, ella dicho que el sobre se lo dio la secretaria de Millet Elisabeth Barberá para que se lo entregara a su padre, y que nunca se quedó ese dinero.
A consecuencia de todo este caso, "mediáticamente hubo una masacre contra la familia" y se les ha prejuzgado, metiendo a toda la familia en el mismo saco, y acusando a su familia de quedarse 20 millones de euros cuando es totalmente falso, según ha dicho.
Ha considerado "muy duro" que en ocho años solo se ha podido defender dos veces -la primera en su juicio laboral y la segunda en este juicio-; que perdió su trabajo en el Palau como responsable del departamento de promoción internacional; y que, después, tanto ella como su marido tuvieron problemas en varios procesos de selección.
Por eso, se fue a vivir con su marido y sus tres hijos a Australia: "Vivo tranquila, nadie me juzga porque sea Millet, no hay prejuicios sociales. Nos ha afectado pero tiramos adelante y ya".