'La Ingobernable': nada malo puede salir de donde se cuestiona lo injusto
'La Ingobernable' ha sido la casa de muchos colectivos sociales que no dejarán de luchar por sus causas a pesar del desalojo.
No ha habido ni un día en los últimos dos años en el que no hubiese vida en la calle Gobernador número 39 en Madrid. Allí se encontraba ‘La Ingo’, donde se reunían más de 50 colectivos sociales y por donde pasaban miles de personas a la semana a hacer política a pie de calle, debatir y tratar de construir una ciudad mejor. Este miércoles ha sido desalojada de madrugada por la Policía, como venía anunciando el alcalde popular, José Luis Martínez-Almeida, desde el principio de su campaña.
‘La Ingobernable’ era la casa del activismo en Madrid. Tanto por el lugar en el que se emplazaba el edificio de más de 3000 metros cuadrados (símbolo de años de especulación del PP en la capital), como por la cantidad de colectivos, movimientos sociales y vecinos que confluían allí. En ‘La Ingo’ se han fraguado las primeras acciones de la Juventud por el Clima en Madrid, ha sido el lugar de asambleas y preparación de la manifestación del Orgullo Crítico y el resto de colectivos LGTBI, donde se reunía el movimiento feminista, el sindicato de inquilinos, las kellys...
A través de asambleas, charlas, conciertos, grupos de discusión... La Ingobernable ha sido el punto de conexión de decenas de colectivos y cientos de persona que han compartido ideas para mejorar la ciudad. “Es un lugar para los vecinos de Madrid”, contaban los miembros de la Asamblea General hace unos meses a El HuffPost. Eso ha hecho que las problemáticas de cada grupo pasasen a ser transversales y que los movimientos sociales creasen una red más fuerte entre ellos.
Ningún gobierno madrileño lograría crear un sitio así en la capital. Fomentando de tal manera la participación ciudadana. Un lugar autogestionado, feminista, ecologista, antirracista y antiespecista, donde la juventud se mueve contra las casas de apuestas, el cambio climático o los alquileres abusivos. Donde se aprende sobre nuevas masculinidades, derechos humanos, laborales, sindicalismo...
Las salas de techos altos repletas de jóvenes hablando sobre temas como precariedad y su futuro, el punto de cuidados creado durante la huelga feminista del 8M, las clases de baile, el gimnasio, la tienda gratis, el taller de arte, el cine en la azotea, el Santorini (así es como llamaban al patio interior, que habían decorado con detalles que recuerdan a las islas griegas)... Cada rincón ha sido cuidado y mimado por todos aquellos que han hecho de aquel lugar algo común.
Nada malo puede salir de donde se cuestiona lo injusto, se lucha de manera pacífica, se debate y se crean personalidades críticas y con afán de querer cambiarlo todo sin pedir nada descabellado: un planeta limpio para nuestros futuros hijos, poder tener un sueldo digno para construir una vida y tener esos hijos si queremos, una sociedad abierta y tolerante con lo que consideran “distinto”, igualitaria...
Horas después del anuncio de un preacuerdo de un gobierno progresista en España, el Ayuntamiento de José Luis Martínez-Almeida, como si de una pataleta se tratase, ha desalojado ‘La Ingo’. Pero lo que se ha movido allí (y en otros centros okupados de Madrid como La Dragona, también desalojada hace unas semanas) es imparable. Porque las ideas no se gobiernan y tampoco se desalojan.