La guerra entre Google y Huawei la tiene que ganar Europa
La reciente guerra abierta entre Google y Huawei debe servirnos para abrir los ojos sobre qué estamos haciendo en Europa para liderar el sector tecnológico y a dónde queremos llegar en un futuro.
Sin lugar a duda, el sector de las telecomunicaciones es uno de los puntos estratégicos a controlar en el futuro y el que se quede fuera dependerá exageradamente de otros países. Esto ha ocurrido con el sistema de navegación GPS, el cual nos ha permitido evidenciar los problemas y los continuos retrasos que hemos sufrido en Europa para el despliegue de nuestro propio sistema de navegación, Galileo.
Desde que terminé la carrera y entré de becario en la empresa de I+D+i del principal operador de telefonía de España, tuve claro que la investigación está ligada directamente con el progreso de la sociedad. En esa etapa de mi vida, aparte de comprobar que en España existe mucho talento, rápidamente me di cuenta de que, si queremos avanzar realmente, hace falta un cambio sobre lo que significa la investigación, la innovación y el desarrollo, pues los países y las empresas deben tener una altura de miras que vaya más allá de los beneficios fiscales en un determinado ejercicio o el retorno de inversión a corto plazo. En su lugar, estas deben apostar por grandes proyectos que incluyan diferentes líneas de investigación y tengan un horizonte que permita dentro de algunos años liderar tecnológicamente un sector clave para la economía.
Por supuesto que la actual tensión entre Google y Huawei va mucho más allá de las disputas entre dos gigantes tecnológicos. El avance y el despliegue del 5G es la verdadera causa de la disputa, no ya entre Google y Huawei, sino entre Estados Unidos y China, pues el primero que ofrezca dicha tecnología de forma estable podrá ofrecer el servicio a otras áreas de negocio más allá de la telefonía. Por lo tanto, la guerra no está en ofrecer un teléfono móvil 5G sino que está ligada a la infraestructura de red que permitirá que los dispositivos tecnológicos multipliquen por 20 las velocidades pico de descargas existentes actualmente.
Lo verdaderamente penoso es que Europa poco puede opinar en esta batalla porque las empresas que lideran el sector no son precisamente europeas. Como mucho, la UE podrá poner condiciones futuras dentro de la comercialización de estos servicios, pero tendrá un bajo poder de negociación. Por ello, en Europa tenemos que decidir si queremos ver los toros desde la barrera o vamos a actuar de forma coordinada y conjunta ante una situación clave. La Comisión Europea volvió a recordar esta semana que Europa es un mercado abierto pero mostró cierta debilidad al recordar también que está en manos de cada país poner restricciones por razones de seguridad. Sin lugar a duda, teniendo en cuenta que nuestro continente es uno de los principales consumidores de productos tecnológicos, convendría actuar como un todo en una batalla estratégico-comercial que marcará nuestro futuro.
En definitiva, en los próximos años debemos apostar claramente por la investigación y fortalecer nuestras empresas a nivel europeo de forma que la innovación no se suscriba únicamente al retorno de inversión a corto plazo. Además, tenemos que reducir la burocracia sin que eso suponga una pérdida de control de las inversiones o efectividad de las mismas. Todo ello conforme a nuestros principios europeos de protección de las libertades y de los datos e información que registran las redes y los dispositivos que usamos. ¡Apostemos por una Europa que lidere e imprima sus valores en la cuarta revolución industrial!