La era de la (des)información: Steve Bannon, plátanos, arenques… Brexit
En 2019 tenemos más acceso a la información que en cualquier momento pasado en la historia. A golpe de clic accedemos a noticias publicadas en la otra punta del globo, y podemos elegir quién nos informa.
Todos los medios de comunicación tienen unas preferencias ideológicas y políticas claras, y nos las dan a cucharadas.
El problema viene cuando son los gobiernos y los partidos los que nos obligan a creernos mentiras. Lo que se nos hace pasar como verdades ahora, hace 15 años, no se habrían atrevido ni siquiera a insinuarlo, y han pasado a tratarnos como a estúpidos.
Los gobiernos y partidos en España y Reino Unido, se han unido al Trumpismo (o mejor dicho al “Bannonismo”) y cuando no quieren explicar algo, o hay criticas hacia ellos, nos hablan de las fake news (noticias falsas), y nos engañan desmintiendo categóricamente incluso cuando se dejan claras las pruebas de sus mentiras.
La guerra entre partidos se asemeja a las peleas de preescolares, incluyendo tantrums, y siendo incapaces de articular una defensa articulada de sus puntos.
En Reino Unido, el viernes 9 de agosto se publican datos devastadores de decrecimiento de la economía en 0.2 puntos.
Claramente se puede atribuir al Brexit, acelerado por los mensajes de Boris Johnson, que llegó amenazando con una salida sin acuerdo… pues bien, nos lo desmienten, y se culpa a factores externos/globales/invéntese su palabra.
El Brexit que iba a ser un éxito, con países haciendo cola para firmar acuerdos bilaterales, y que países como Canadá o Estados Unidos han dicho públicamente que será un tratado menor respecto al existente con la Unión Europea, y con condiciones acordes a un mercado 10 veces menor en población.
Canadá explica que no replicaran el CETA en el caso de un Brexit sin tratado, cuando el secretario de exteriores británico, Dominic Raab, menos de 24 horas antes dijo públicamente que el tratado con Canadá sería igual que el tratado con la Unión Europea.
Lo primero que se dice, queda. Aunque sea una mentira hay que usar toda la megafonía posible que haga llegar el mensaje al mayor número de población posible. Las noticias que dan grandes, así como polémicos titulares, consiguen nuestra atención a diario… pero a los desmentidos y clarificaciones no les prestamos ya el mismo nivel de atención.
Se buscan ejemplos falsos que desprestigien a la institución que queremos atacar, y se presentan ante multitudes que jalearan a su Boris o Donald particular, sin entrar a dudar que los hechos que se muestran son verdad.
Boris, el mítico Boris, el que cada vez que habla se mete en 14 charcos, nos dejó otro ejemplo de su nivel de Bannonismo en las últimas jornadas de elección del líder del partido conservador, que acabo aupándole al número 10 de Downing Street.
Boris arengaba a sus creyentes con arenque ahumado en la mano hablándoles de que la malévola Unión Europea había enfadado y mucho a un pescador de la Isla de Man con sus estúpidas leyes. El hombre se quejaba de cómo para mandar envasado al vacío sus arenques, ahora debía empaquetarlos junto a un paquete de hielo.
¡Que injusta la Unión Europea! Ese buen hombre era forzado por los “burócratas no elegidos de Bruselas” a asumir más coste en los envíos, y cambiar la forma de trabajar.
Qué injusto… pero la verdad es que la Unión Europea ni pincha ni corta en cómo se envían los alimentos; esta imposición viene de la Food Standard Agency. Si, la FSA británica nada menos.
Pues oigan, las manos les ardían de aplaudir al Sr. Johnson, y de abuchear a la Unión Europea, y salió en todos los medios. Y en pocas horas la noticia se desmintió, pero no se hizo con tanto ímpetu, ya que lo que vende es la noticia polémica.
Lo que ayuda en estos tiempos de Bannonismo, es provocar y que algo quede, y otro ejemplo ilustre es como en la campaña del Brexit, donde se utilizaron los argumentos más peregrinos, se escuchaban los lamentos de masas enfervorecidas, quejándose porque la Unión Europea “no nos deja tener plátanos con la forma que queramos”. El bananismo y el Bannonismo, así todo junto.
El mito era que la Unión Europea no permitía plátanos con gran curvatura. El apartheid de los plátanos curvos. La opresión de los plátanos rectos hacia los plátanos demasiado curvados que al parecer a los Brexiteers no les dejaba dormir…y otra vez eran esos “burócratas no elegidos de Bruselas” los culpables.
Lo que vende es que hubo una vez que un perro, mermelada, y Ricky Martin compartieron una escena en un programa de máxima audiencia de televisión, y miles de personas lo vieron en directo... aun cuando esta historia nunca sucedió.