El Kremlin advirtió hoy de que la fiabilidad del gasoducto Nord Stream, que transporta gas ruso a Europa, está en peligro, pues no existen equipos de reserva que puedan reemplazar los que se van quedando fuera de servicio.
“No hay reservas tecnológicas, solo una turbina está funcionando. Hagan los cálculos”, señaló el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, en su rueda de prensa telefónica diaria cuando fue preguntado si habrá más paradas del Nord Stream más allá de mañana para mantenimientos técnicos y reparaciones.
Con anterioridad Peskov sostuvo que debido a las sanciones occidentales no se puede renovar el equipo técnico del gasoducto y las turbinas que han sido reparadas no pueden ser devueltas a Rusia sin garantías de que no están bajo el régimen sancionador. “No hay reservas, esto no es culpa de Gazprom, por lo que su operación confiable está en peligro”, enfatizó.
Gazprom ha prometido restaurar el suministro a través del fondo del mar Báltico a los niveles previos al corte, es decir al 20% de su capacidad o 33 millones de metros cúbicos diarios.
Se trata del segundo parón del gasoducto después del de diez días en julio, también por mantenimiento.
Ucrania, volver al colegio en plena guerra
Anna Skiban, de 12 años, en el lugar donde estaba su asiento en su clase del liceo de Mykhailo-Kotsyubynske, Chernihiv, atacado en marzo. "Estoy muy triste, no puedo creer que esto le haya pasado a mi escuela".
Oleksandr Morhunov, de 13 años, entre los escombros de su aula, atacada en marzo pasado, en Chernihiv. "Cuando estoy en mi clase, pienso en las ganas que tengo de que acabe la guerra".
Mykola Kravchenko, de 12 años, mira su destrozada aula de informática en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske. “Cuando estoy en la escuela, pienso en la persona que murió entre los escombros. Lo siento profundament...
Khrystyna Ignatova, de 16 años, mira lo qque queda en pie de su aula, en la escuela Chernihiv. "Lo que pasó es una tragedia. Ya lloré por todo lo que perdí. Extraño a mi escuela, amigos y maestros. Pero habr&aa...
Anastasia Avramenko, de 13 años, en la posición exacta en la que estaba su pupitre en la escuela de Chernihiv. Dice que se quiere graduar en ese centro, porque es donde siente que pertenece.
Ivan Hubenko, de 11 años, camina con su mochila sobre los restos de su escuela bombardeada en Chernihiv. "Me siento ofendido cuando estoy en mi escuela. Un resentimiento porque los rusos la destruyeron".
Oleksii Lytvyn, de 13 años, ante el lugar que ocupaba la pizarra de su clase, en el Mykhailo-Kotsyubynske. “Nunca había visto algo así, no puede ser una realidad”, dice, como si fuera un sueño.
Karina Muzyka tiene 10 años y está retratada en su clase de Chernihiv. "Cuando bombardearon mi escuela, me aterroricé. Vivimos cerca. Nuestras ventanas se dañaron y mi madre pudo morir porque la puerta casi la presion...
Sofia Klyshnia, de 12 años, en el espacio que ocupaba su asiento escolar en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske. "Tengo miedo de pisar la clase destrozada que un día ocupé".
Karina Muzyka, caminando sobre las ruinas de su cole.
Un grupo de estudiantes, reunidos en una clase dañada por los bombardeos en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske, este 30 de agosto, primer día de clase.
Ventanas rotas por la explosión de 4 de marzo en el liceo Mykhailo-Kotsyubynske de Chernihiv.
Libros ucranianos y rusos, apilados en un colegio.
Estudiantes en una clase aún en pie en el Mykhailo-Kotsyubynske.
Un grupo de niños juega en el patio dañado de la Escuela Chernihiv. Comparten historias de cómo han sobrevivido hasta ahora a la guerra.
Un libro destrozado, con un retrato de Lenin.
Estado de una de las clases del liceo Mykhailo-Kotsyubynske
Estado de una de las clases del liceo Mykhailo-Kotsyubynske
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Sofia Zhyr, de 14 años, sentada en su pupitre en su escuela de Chernihiv, atacaba en marzo. Confiesa que tenía miedo de regresar.
Anna Skiban, de 12 años, en el lugar donde estaba su asiento en su clase del liceo de Mykhailo-Kotsyubynske, Chernihiv, atacado en marzo. "Estoy muy triste, no puedo creer que esto le haya pasado a mi escuela".
Oleksandr Morhunov, de 13 años, entre los escombros de su aula, atacada en marzo pasado, en Chernihiv. "Cuando estoy en mi clase, pienso en las ganas que tengo de que acabe la guerra".
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