José M. Faraldo: “No olvidemos que aquí tenemos a nuestros propios Putin con barba”
El historiador sostiene que Rusia ya ha perdido, pero advierte del peligro del putinismo dentro y fuera de sus fronteras: "La ultraderecha española tiene resabios imperialistas similares".
Paradójicamente, el primer post que firmó el historiador José María Faraldo en El HuffPost, el 14 de mayo de 2014, se titula Ucrania como frontera. Hace ocho años, lo que empezó como una revuelta popular contra un Gobierno corrupto en Ucrania y derivó en una amalgama de violencia, disturbios y caos fue aprovechado por el ‘hermano mayor’ ruso para invadir la península ucraniana de Crimea.
Es en ese contexto en el que Faraldo se estrenó como bloguero en este diario. Hoy, este historiador, profesor en la Universidad Complutense de Madrid y autor de Contra Hitler y Stalin (Alianza) sostiene que la guerra que ahora copa nuestros telediarios en realidad “comenzó entonces”, en 2014, y “todavía no se ha cerrado”.
Faraldo lleva casi cuatro décadas enamorado de la Europa del Este, desde que, siendo universitario, comenzó la Perestroika (1985) y entonces descubrió “un continente que había estado cerrado para todos nosotros”. “Fue maravilloso”, confiesa hoy. “Desde entonces, he viajado allí, he vivido allí, he intentado formar a estudiantes para que no tengan miedo de ir, para que aprendan el idioma, para que sepan qué es la otra parte de Europa”, cuenta.
La emoción que destila al otro lado del teléfono no suena impostada. Tampoco su pena. “En dos días Putin ha destruido lo que llevábamos décadas construyendo”, lamenta. “Todas las relaciones que teníamos con universidades de allí, con amigos, se han cortado. En Rusia, por la interrupción institucional. En Ucrania, porque directamente las han volado. La colaboración ahora es imposible”, reconoce Faraldo.
Este fuerte vínculo permitió al investigador seguir la crisis de Ucrania en 2014 y ver cómo en los años posteriores el conflicto en el Este del país se enquistaba. “Ahora estamos muy asustados por la guerra actual, pero es que en Ucrania, en el Donbás, llevan peleando desde 2014”, afirma. “La guerra no ha sido algo que haya venido de pronto, de pronto”, dice Faraldo. Aunque enseguida matiza: “Es verdad que yo jamás pensé que Putin iba a ser tan tonto, tan atrevido y poco inteligente como para atenerse a entrar ahí a una guerra abierta. Jamás lo pensé, porque no le iba a traer nada, aparte de problemas”, sostiene.
Cuenta el historiador que el pasado 24 de febrero, a las pocas horas de la invasión rusa, le pidieron de varios medios que escribiera algo. “Y lo que puse es: ‘Putin ya ha perdido, acaba de empezar la guerra y ya ha perdido’”, recuerda José María Faraldo. Un mes después, está casi convencido de que esa predicción “se ha cumplido”.
Faraldo atiende a El HuffPost justo el día en que se anuncian los primeros avances en las negociaciones de paz en Turquía –un principio de acercamiento que luego no resultó tan veraz–, así que la primera pregunta es obligada.
¿Cómo ha acogido este supuesto avance en las conversaciones, reconocido a priori por ambas partes?
Todavía quedan bastantes cosas. Además, no olvidemos que el presidente ucraniano ha prometido que someterá a referéndum todas las concesiones territoriales que eventualmente tuviera que hacer. En ese sentido, todavía queda bastante. Pero, vamos, está claro, o al menos da la sensación, de que Moscú se ha dado cuenta de que no puede ganar la guerra, y mucho menos de esta forma. Creo que está intentando salir lo mejor que pueda del lío en el que se ha metido.
Claramente, Rusia no estaba preparada para una guerra de este tipo. Tenía unas expectativas distintas. El plan era llegar allí y que se derrumbara el Estado ucraniano. Y resulta que no sólo no se ha derrumbado, sino que ha ocurrido todo lo contrario. Es bastante evidente que no le ha funcionado el plan y necesita recular. Pero yo no tengo todas conmigo de que vaya a ser tan sencillo.
No creo que Putin pueda vender esto como un éxito. El único éxito que podría esgrimir es si consiguen que reconozcan oficialmente Crimea, no mucho más, y vender esto en casa como éxito… no sé. A los rusos no les gustan los perdedores. Por eso me da la sensación de que puede que Rusia no esté todavía negociando realmente, sino viendo a ver qué pasa.
¿Y la propaganda no lo puede todo, hasta el punto de que Putin venda en Rusia esta derrota como una victoria?
No, no. La gente en Rusia sabe muy bien lo que hay, pero no quiere aceptarlo. La gente sabe que están muriendo personas, que están destruyendo Ucrania, pero no quieren reconocerlo. Por otro lado, la gente que sí está saliendo a las calles a protestar se expone a represalias, a ser reprimida. Hay gente absolutamente valiente allí, respondiendo una y otra vez, volviendo a manifestarse, y luego hay otros que, lógicamente, tienen miedo. Pero en todo caso saben lo que está pasando.
Y si la guerra acaba y Rusia se queda como empezó, pero sumando todas las bajas de su bando, me temo que no va a ser nada fácil de digerir.
¿Por qué el mundo le dio la espalda al conflicto de Crimea?
Las democracias han sido cobardes y poco inteligentes, se han dejado llevar por la enorme propaganda y la enorme fuerza de la construcción del discurso ruso en política exterior, así que asumieron que quizás Crimea no necesariamente formaba parte del todo de Ucrania, o que daba un poco igual, que para qué se iban a meter en problemas. Si entonces hubieran hecho todas las sanciones que han puesto ahora, a lo mejor eso no habría seguido así.
¿Es Putin un ′Homo Sovieticus’?
En algunos aspectos sí. Sobre todo, es un chequista. Ellos mismos se llaman así; son personas educadas en los medios de la seguridad del Estado para las que, ya incluso en la época soviética, lo importante era la preservación del Estado, no del socialismo o el comunismo. Estas personas han dedicado su vida a ello, y en ese sentido sí se puede decir que Putin forma parte de ellas.
No es que Putin deba algo al comunismo; todo lo contrario, a Putin le repugna el comunismo. Según él, fue lo que llevó a Rusia al desastre. Con lo que sí se identifica Putin es con la defensa del Estado, entonces la Unión Soviética y hoy la Federación Rusa.
¿El objetivo de esta guerra era restablecer de algún modo el territorio de la Unión Soviética?
No tanto como eso, que es absolutamente imposible, sino más bien extender su influencia y su poder de decisión sobre otros países que son sus fronteras, aprovechar su fuerza militar para imponer determinada influencia sobre los países de sus fronteras. Si consiguieran hacer de Ucrania un Estado títere del tipo bielorruso, ya podrían poner condiciones también al otro lado de la frontera: Polonia, Rumanía, los países bálticos…
Últimamente se ha especulado mucho sobre el estado de salud mental de Putin. ¿Qué opina de esto?
Putin no está loco. Otra cosa es que se haya aislado durante la pandemia, y que tienda a rodearse de gente que le teme y que no le dice la verdad, lo cual es habitual entre jerarcas y líderes con mucho poder. Eso es lo que parece que ha pasado en este caso: o no le han dicho la verdad o no ha hecho caso a los informes de los servicios secretos, porque cualquiera con dos dedos de frente le podría haber dicho que no era una buena idea atacar Ucrania.
Entre su círculo también ha habido ya alguna renuncia, aunque no del todo significativa.
Sí, ha habido alguna, e incluso alguna ‘postergación obligada’, como ha ocurrido con algunos de los miembros de sus servicios secretos, a los que creemos que acusa precisamente de no haber sabido lo que iba a pasar. Yo creo que más bien han tenido miedo de decírselo.
Hace unas semanas, Putin pronunció un discurso especialmente sombrío en el que hablaba de una “autopurificación” del Estado ruso. ¿Qué le pareció?
Algunos politólogos rusos decían que, con este discurso, Putin quería dar el paso del autoritarismo –la dictadura ‘normal’– al totalitarismo. Y es cierto. Si lo que quiere es eliminar a cierta parte de la población, cierta forma de pensar de la población, lo que quiere es cambiar a la sociedad. Y eso es totalitarismo: instaurar un pensamiento monocolor. Creo que ese es un peligro bastante grave a la larga. Resulta especialmente peligroso.
Tras una guerra de estas características, ¿es posible una reconciliación entre el pueblo ucraniano y el ruso?
Va a ser difícil, por lo menos a corto plazo. Lo que ha conseguido Putin es justo lo contrario de lo que pretendía. Quería acercarse a los ucranianos y lo que ha conseguido es que los ucranianos se unan contra él. El crecimiento del odio es clarísimo. Sé, con nombres y apellidos, que muchos ucranianos cuya lengua materna era el ruso ahora mismo hablan de odio hacia Rusia y se niegan a hablar ruso. Putin ha conseguido cosas que nadie se imaginaba.
Ya en 2014, usted advertía en una de sus columnas: “Putin está liderando la revolución conservadora más potente, peligrosa y dañina de los últimos cincuenta años”. ¿El resto del mundo no quiso verlo?
Muchos de los que lo veían lo alababan. No olvidemos que aquí tenemos a nuestros propios Putin con barba. El discurso de la ultraderecha europea no tiene gran diferencia con el discurso de Putin. Y en el caso de la española, incluso con resabios que también podríamos decir imperialistas del tipo putinista. Las relaciones hacia Marruecos de determinado partido político verde, sinceramente, rayan en ese tipo de uso de la historia y de la xenofobia contra otros países. Diría que ni en la época de Franco se daba esto.
Creo que tenemos un grave peligro, porque, de hecho, Putin es un modelo para mucha gente en muchos lugares de Europa.