José Luis Cuerda, el director que inventó el humor surrealista español
'La hora chanante' nunca hubiese existido sin Cuerda. Ni tampoco 'Muchachada Nui' o 'Museo Coconut'. Ni siquiera el humor de Cruz y Raya o de José Mota.
El surrealismo alcanza a veces límites insospechados, tanto que el director José Luis Cuerda (Albacete, 1947-Madrid, 2019) nunca consideró su película Amanece que no es poco una obra surrealista. Él no veía el absurdo en el casting de putas o las clases de ingles (que no de inglés) del que probablemente fue su título más célebre. Siempre con permiso de El bosque animado (1987) o La lengua de las mariposas (1999).
Por no existir, tampoco existía el cine surrealista. “Ni siquiera con Buñuel”, aseguró en una entrevista publicada en agosto de 2012.
Lo que parece paradójico responde a una lógica que el manchego, fallecido este martes 4 de febrero a los 72 años, defendía con muy pocas palabras. “El surrealismo exige, en términos académicos, que sea automático, que no pase casi ni por el filtro cerebral. Y el cine tienes que escribirlo y luego rodarlo. Y planificar, decidir qué plano va o no va. Hay excesivas mediaciones antes de llegar al resultado final”, explicó en aquella entrevista.
Se quitaba así de un plumazo la etiqueta de padre del humor surrealista español, que la crítica se empeñó en ponerle año tras año.
Tampoco sus herederos le dejaron despejarse de ella. “No sólo nos ha inspirado, si no que directamente hemos copiado cosas”, dijo sobre Amanece, que no es poco Joaquín Reyes en una entrevista publicada en 2010 en El País. Él y el resto de chanantes (Raúl Cimas, Julián López, Carlos Areces o Ernesto Sevilla) han llevado siempre a gala la bandera de ser hijos de su humor. La bandera de ser hijos de José Luis Cuerda.
“Nos ha dejado huérfanos”, escribía en Twitter Julián López poco después de conocer la noticia de su fallecimiento.
“Auténtico referente para nosotros, los chanantes, y para cualquier ser humano en general. DEP”, escribió en Instagram Ernesto Sevilla al conocer la noticia.
También ha dejado un mensaje de recuerdo en Twitter Andreu Buenafuente: “Un honor haber remado con amigos para que hicieras tu última peli. No eras mayor. Eras un gigante y nosotros aprendimos de ti”.
La hora chanante (2002) nunca hubiese existido sin José Luis Cuerda. Ni tampoco Muchachada Nui o Museo Coconut. No habría existido Enjuto Mojamuto o El Gañán. Ni siquiera el humor de Cruz y Raya o de José Mota. En el humor del manchego también se reconoce el humor de Cuerda.
Él se quitaba méritos y trasladaba el éxito de esa nueva generación de humoristas absurdos a su ciudad natal. “Están sacando el albaceteñismo que tiene la película (...) Tenemos un lenguaje diferente, una forma de nombrar las cosas, como pasa en León o en Burgos, lo que ocurre es que nosotros lo hemos convertido en una forma de hacer humor”, contó a El HuffPost en 2014.
Aunque el surrealismo de Cuerda no se ha quedado solo en el acento o en la forma de hablar de la ciudad manchega. Ha jugado a la sorpresa, a la incorrección, a lo irreverente, a no pedir permiso.
“La política es uno de los artefactos con los que convivimos, y qué menos que hacer humor con ello de vez en cuando”, dijo en una de sus últimas entrevistas.
Esa fama de genio del absurdo, del Monty Python albaceteño, se la ganó a pulso desde el minuto 1, o mejor, desde el año 1983, cuando estrenó su segunda película: Total. Con ella nació el género con el que tocó techo seis años después al estrenar Amanece, que no es poco (1989).
Solo con esta película se habría hecho con la etiqueta, pero Cuerda quiso hacer una tetralogía que completó con dos películas más mientras seguía rodando otro tipo de trabajos: Así en el cielo como en la tierra (1995) y Tiempo después (2018).
“Es lo mejor que he hecho en mi vida”, dijo sobre ésta en la presentación en diciembre de 2018. Y, lo fuese o no, lo que sí consiguió la ya última película de José Luis Cuerda fue insuflar un toque de humor fresco a la taquilla española. “Me he sentido tratado como un espectador inteligente y, además de provocarme muchas sonrisas y risas, me ha obligado a cuestionarme en qué mundo vivimos y de qué manera yo soy una pieza más del engranaje”, escribió Octavio Salazar en El HuffPost.
Su mérito lo resumió en muy pocas palabras el cineasta Alejandro Amenábar, del que fue mentor, al entregarle el Premio Feroz 2019: “Ha conectado con varias generaciones (...) Hay directores que hagan lo que hagan siempre serán modernos, ese es José Luis”. No había posibilidad de réplica, así que respondió con un discurso de agradecimiento que arrancó numerosos aplausos y risas.
Sin actores que interpretasen su guion, fue él quien se encargó de hacer reír aquella noche. “No hay animal más tonto que el milmillonario. El milmillonario sabe, por poco que la inteligencia lo visite algún día, que no se va a gastar tantos millones. No los necesita para nada. De ahí deriven ustedes todo lo que sean capaces de derivar. Siempre piensen mal del milmillonario. Es el enemigo a batir, por lo menos a romperle un dedo de un pie. Tampoco pasen a más, no soy tan feroz”, sentenció el cineasta que siempre llevó la etiqueta de gruñón. Paradojas de un genio del humor...
Aunque para paradójico, su palmarés. En las estanterías de la casa de José Luis Cuerda hay hoy cuatro premios Goya pero ninguno premió su gran capacidad de hacer reír con lo más insospechado. Dos de sus cabezones fueron a Mejor guion por Los girasoles ciegos (2008) y La educación de las hadas (2006) y los otros dos como productor de Alejandro Amenábar en Tesis (1996) y Los otros (2001).
Surrealista, ¿no?