Los planes de la ministra Belarra
Se fija como prioridad la ley de Vivienda y ya planea la negociación del mercado eléctrico y la futura aprobación de la Ley de Diversidad Familiar.
Llamó a su equipo más cercano y lo reunió. Apenas se había repuesto de la impresión. Pablo Iglesias le había comunicado que dejaba el Gobierno para luchar por la Comunidad de Madrid. Ione Belarra se pasó los primeros diez minutos con los suyos alabando la generosidad y el valor de la decisión del “jefe”. Y parte de ese día estuvo en Urgencias porque su bebé se había puesto malo.
Eran los días del terremoto político que sacudió a toda España. Y la entonces secretaria de Estado de Agenda 2030 es hoy la nueva ministra de Derechos Sociales. Se ha mudado ya de la quinta a la cuarta planta del número 18 del Paseo del Prado. Allí coincide por los pasillos con otros dos ministros: Alberto Garzón (Consumo) y Carolina Darias (Sanidad). Ocupa ahora el despacho que tenía Pablo Iglesias, con vistas al propio Museo del Prado, forrado de estanterías de madera y con el cuadro del rey en una de las paredes.
Belarra sujeta con fuerza la cartera del Ministerio de Derechos Sociales y este martes pisaba por primera vez el Consejo de Ministros, el lugar más poderoso del país y cuyos miembros deben prometer guardar secreto sobre lo que pasa dentro. Los fotógrafos la esperaban en la escalinata de La Moncloa para el ‘paseíllo’, mientras las redes estaban atentas a todos los detalles: se le olvidó quitar la etiqueta a los zapatos que estrenaba. “Buenos días”, decía ante los flashes.
Era la nueva en el Consejo de Ministros, pero sabe (mucho) del Ejecutivo de coalición. Ella estuvo en las negociaciones del mismo (y en las fallidas) y fue la encargada de pactar la propia estructura con el socialista Félix Bolaños. Es una de las personas más cercanas a Pablo Iglesias e Irene Montero, con asiento en la comisión de seguimiento del acuerdo, donde se veía cara a cara con Iván Redondo, Adriana Lastra, Isabel Valldecabres y Miguel Ángel Oliver. Tras la foto de ‘familia’ del nuevo Gobierno, entraba abrazada al palacio con el socialista Luis Planas (Agricultura), en el mismo grupo junto a Juan Carlos Campo (Justicia) y Yolanda Díaz, flamante vicepresidenta tercera.
Belarra encara esta etapa como ministra, según fuentes de su entorno, concentrada especialmente en sacar adelante la ley de Vivienda, con la regulación de los alquileres. Ella lleva precisamente meses negociando con el equipo del Ministerio de Transportes, aunque no consiguen ponerse de acuerdo. Es uno de los objetos que está tensionando la coalición. A pesar de las “reticencias” socialistas, en el Ministerio de Derechos Sociales confían en que habrá luz verde, como sucedió en las negociaciones para prohibir los desahucios hasta el 9 de mayo o el Ingreso Mínimo Vital. Pedro Sánchez también ha dicho públicamente esta semana que espera que haya consenso entre los dos socios.
A pesar de que ahora Yolanda Díaz asume el ‘control’ de Unidas Podemos dentro del Ejecutivo y se convierte en la interlocutora directa con Sánchez, Belarra seguirá liderando esta negociación sobre vivienda “por responsabilidad y operatividad”, comentan fuentes cercanas. Ya conoce a los interlocutores y, a pesar de haber subido de rango a ministra, seguirá discutiendo con el equipo de Transportes. En las próximas semana se tendrán que elevar las conversaciones y lo tratará directamente con José Luis Ábalos. En el primer encuentro como ministros ya le dijo que tenían que hablar. En todo momento defiende que se debe cumplir lo pactado en el acuerdo y le molesta que algunos ministros lo vean como recomendaciones.
Sobre su mesa tiene también otro gran objetivo: desplegar el plan de choque en dependencia. Los cálculos del Ministerio es que se van a inyectar 3.600 millones de euros en el sistema hasta 2023 -año en el que acaba la legislatura-. La idea es que de verdad “sea efectiva” y suponga un “tremendo avance” tras la década paralizada por los recortes del Partido Popular.
La nueva ministra tiene asimismo en la cabeza negociar este año la reforma del mercado eléctrico, otro punto pactado por PSOE y UP y que ha levantado roces durante los primeros meses por los subidones en la factura de la luz en pleno temporal. Ya ha habido algunas conversaciones con la Vicepresidencia Cuarta de Transición Ecológica, que ostenta Teresa Ribera. “Una vez que se termine con la ley de Vivienda, este melón se abrirá”, comentan fuentes del entorno de Belarra. Con el equipo socialista también ha habido algunas conversaciones para el tema del bono social, pero están en un estado inicial.
En Derechos Sociales están empezando a planificar también la futura ley de Diversidad Familiar. Aunque está en un estado muy germinal, la nueva ministra la tiene ya planteada en la cabeza. Se trataría de una norma que reconozca los diferentes tipos de familia y se igualen los derechos. Será especialmente muy importante para las familias monoporentales y podría incluir prestaciones por hijo a cargo. Este es uno de los temas que más le preocupan, fue portavoz del grupo parlamentario anteriormente en la comisión de Infancia. Por eso, considera siempre que la presencia de menores debe ser determinante, por ejemplo, para la paralización de un desahucio.
La transición en el Ministerio no está siendo traumática tras la marcha de Iglesias. Ella conoce todos los vericuetos y ha mantenido a su equipo más cercano. En la Secretaría de Estado de Derechos Sociales se ha quedado Nacho Álvarez, otra persona de la máxima confianza y que negoció los presupuestos con María Jesús Montero, y para el hueco que ha dejado ella en la Secretaría de Estado para la Agenda 2030 han fichado a Enrique Santiago, líder del PCE y al que consideran un muy buen negociador.
Durante estos primeros días como ministra también ha saltado otra noticia buena para ella: la Fiscalía ha pedido que no se impute a Belarra ni a la Ejecutiva de Podemos por el caso Neurona. Considera que no hay indicios probatorios de irregularidades. La ministra está tranquila con este asunto, convencida de que no ha hecho nada ilegal y de que el asunto quedará archivado, como casi todas las causas contra su partido.
La “hormiguita trabajadora”, como la definen los suyos, ya está en el despacho principal. El día de su toma de posesión quiso acordarse y citar a Toñi e Isabel, ordenanzas del ministerio, y a Lili, del equipo de limpieza. Y otro ‘logro’ que luce con orgullo la nueva ministra: ha logrado que casi todo el personal se ponga el pin de la agenda 2030.