Hugo toca el tambor, pero no tiene talento
No, de ninguna manera. Con dos años no se tiene talento.
Got Talent es uno de esos programas importados y relativamente modernos donde personas anónimas hacen valer ante un jurado todo tipo de habilidades. Como es harto probable que usted lo conozca, no voy a incidir en su mecánica.
En su última edición, Hugo, un niño de dos años, ha resultado ser para el jurado el más talentoso de todos los participantes, y así se lo ha reconocido, otorgándole el primer premio. Si no conocía este hecho, le cuento que Hugo ha demostrado una destreza especial tocando el tambor. Busque las imágenes y verá lo tierno de la escena, para solaz de sus progenitores, protagonizada por el infante y sus párvulas manos en perfecta sincronía con una marcha procesional.
Todos podemos reconocer el valor de su actuación (yo mismo soy incapaz de hacer redoblar la baqueta como lo hace Hugo), pero desde que conocí la noticia ha habido algo que me ha chirriado enormemente: ¿existe el talento a los dos años?
El talento se podría definir como un conjunto de habilidades cuya interacción produce resultados extraordinarios en comparación con el grupo. Así, decimos que un estudiante de violín tiene talento si su virtuosismo con el instrumento es significativamente superior al del resto de alumnos. Lo mismo podríamos decir de un jugador de fútbol, un escritor, o un matemático.
Y aquí viene la controversia: Hugo no tiene talento. No, de ninguna manera. Con dos años no se tiene talento.
Es cierto que la habilidad de Hugo con el tambor llama la atención y le hace ser especial en ese aspecto frente a sus iguales, pero lo que Hugo tiene es un desarrollo neuromotor adelantado a su edad que muy probablemente se corregirá en unos años. ¿Se acuerda usted de aquel compañero de clase que daba antes el estirón y luego se quedaba como uno más? Pues eso.
El talento es otra cosa, es algo diferente. Estás son sus principales características:
- Complejidad. El estudiante que toca el violín sabe cómo llevar el arco a las cuerdas, cómo cogerlo, aplicar presión y ritmo, dónde poner la mano izquierda, integrarse con otros instrumentos, leer una partitura, entender las indicaciones del director de orquesta, etc. La destreza de Hugo es mucho más simple y se limita a golpear el tambor con las baquetas.
- Estabilidad. El talento real tiene un componente de permanencia en el tiempo, de trayectoria. Hugo de momento no lo ha demostrado.
- Versatilidad. Hay un vídeo de una actuación de Hugo en otro programa donde se equivocan de música, le ponen una que desconoce y no sabe qué hacer. El talento es flexible, dúctil y se adapta a todas las situaciones donde es relevante.
- Diversidad. El talento no es un elemento estanco, se filtra hacia otras actividades. Quien sabe tocar bien el violín probablemente sepa hacerlo igual con otros instrumentos. Quien sabe de matemáticas, probablemente sepa también de física.
- Consciencia. El individuo con talento reconoce su don, disfruta con su desempeño y trabaja por mejorarlo. No es el caso de Hugo que todavía no entiende nada.
- Evolución. Generalmente talento va unido a potencial, aunque no siempre. Quien tiene hoy un desempeño extraordinario, con práctica suficiente, puede llegar a alcanzar cotas aún más destacadas. Hugo está en las etapas iniciales de su desarrollo neurológico y, al igual que no podemos adelantar el sabor del pastel viendo los ingredientes sobre la mesa, no se puede concluir nada, de momento, sobre los éxitos futuros de Hugo.
Por tanto, y sin que se me malinterprete, la habilidad de Hugo es similar a la que puede tener un elefante en un circo: una destreza entrenada que lo hace diferente, pero circunscrita a unas condiciones estándar.
No cabe duda de que Hugo es especial en la faceta de tocar el tambor, pero hay que esperar para ver si no es más que una maduración neurológica temprana o por el contrario el preámbulo de un batería de éxito. De momento no hay nada más.