Historias que merecen ser contadas: Sarah, The Nomadic Dreamer
Pocas historias personales me han impactado tanto como la de Sarah Dodd, la que hoy vengo a contaros. Tanto es así, que llevo desde que la escuché pensando cómo enfocarla, ya entenderéis por qué... Sin duda, la suya es una de esas que merecen ser contadas.
La conocí hace unas semanas, en Futurismo, uno de los eventos para profesionales del sector turístico en el que participábamos ambos. Ella era la ponente que cerraba el evento, justo después de mi intervención y las de las representantes de empresas como Microsoft, Google u Oracle entre otras (¡todas mujeres!) sobre tecnología turística. Una ponencia atípica la suya, pues ya habían avanzado que contaría una historia, su historia, nada técnico. Muy humano, lo que contrastaba mucho con la temática del día.
El hecho de escuchar a una joven Americana de Arkansas, afincada en Zaragoza, hablar sobre turismo en un español con acentazo americano y deje mañico despertó mi curiosidad y me senté en primerísima fila para no perder detalle.
Su historia era la típica de una familia humilde que vivía en un pequeño y tranquilo pueblo de Arkansas, un estado del centro del país del que nadie supo decir nada cuando nos preguntó durante su charla. Su infancia transcurrió sin sobresaltos hasta que un buen día, siendo pequeña todavía, entró en casa y vio a su madre llorando desconsolada en el suelo. Su padre se habría marchado para siempre, lejos, muy lejos, y tardaría en volver a verle. Eso fue todo lo que su madre le dijo en ese momento.
Un tiempo más tarde descubrió el motivo real por el que su padre, y parte importante de sus familiares directos, habían dejado el pueblo; lo pudo leer en todos los periódicos del país. El motivo lo dijo, para asombro del público allí presente, cuyos ojos se nos abrieron hasta límites insospechados. Un hecho que provocó un tsunami para ella y toda su familia que vivía en un pueblo en el que nunca pasa nada, imaginad.
Los años posteriores fueron difíciles en todos los sentidos, os podréis imaginar, pero cuando se quemó su casa y perdieron lo poco que les quedaba, Sarah sintió la necesidad de poner tierra de por medio. Estaba casi obligada a ello.
Con 16 años salió de su casa con una beca para estudiar enfermería en la Universidad de Palm Beach Atlantic y un destino, Florida. Era la primera vez que salía de su entorno, dejando atrás a su familia, amigos, y sobre todo la reputación. Comenzaba una nueva vida, sin apoyo de ningún tipo y a 3.000 Km de casa. Dos trabajos simultáneos le permitieron acabar la carrera y empezó a ejercer inmediatamente de enfermera, ayudando a los demás durante las prácticas en Neonatos, cardio Emergencias – la que más le gustaba por la acción constante, reconoce-, y trabajando en Salud Mental. Empezó a ganar dinero, a plantearse el sentido de su vida y sus sueños, que permanecían aletargados desde niña.
Un buen día cayó en sus manos un artículo con un título que le cautivó: ¿Por qué deberías viajar mientras eres joven? Y desde ese preciso instante - confiesa- algo cambió en mí. Empezó a doblar turnos y trabajar fines de semana y festivos, dos años sin vacaciones para acabar de pagar cuanto antes el crédito bancario que le permitió estudiar, pero que ahora le ataba a su vida, algo más de 50 mil dólares. Cuando acabó de pagarlo, con 23 años y sin ataduras de ningún tipo, decidió que era momento de escapar más lejos, y compró un billete de sólo ida a España, país del que no sabía absolutamente nada, para afincarse en Zaragoza.
A partir de ahí y gracias a los muchos viajes que compartió con otros viajeros y viajeras por España y Europa, empezó una evolución personal que ahora te cuenta con el mayor de los descaros y sin el más leve atisbo de sonrojo –sorprende, y mucho, la naturalidad y espontaneidad con la que esta chica reconoce que era profundamente religiosa (protestante), racista, y materialista, lo normal en su pueblo, pero ya no! -.
"Pensaba que tenía una idea de cómo era el mundo a través de mis experiencia, pero todavía tenía miedo a enfrentarme al reto de viajar sola. Viajaba siempre con otros americanas, en sitios muy turísticos y pensaba que no era capaz de viajar sin tener a alguien a mi lado, pero en 2015 decidí enfrentarme a mis miedos y empezar un blog para contar mis experiencias viajando sola. Al principio era un hobby, una forma de tener al día de mis aventuras a mis familiares y amigos. Pero poco a poco fui conectando con mucha gente en mis viajes, moviéndome mucho en redes sociales y personas de todo el mundo comenzaron a seguir mis locuras. Me involucré más en el proyecto, hasta que lo convertí en mi trabajo y, con mucho esfuerzo, ha llegado hasta donde está ahora."
Hace un par de años, ya estando de viaje contínuo, aprovechó la "relativa soledad" que le ofrece el viajar sola para graduarse con Honores Summa Cum Laude por la Universidad de Arkansas en Comunicación y Lenguaje.
Hoy se gana la vida como blogger en Nomadic Dreamer, comparte sus viajes en solitario a través de Instagram (no dejéis de escucharla en sus Stories, que es súper graciosa) y dando charlas inspiradoras en eventos como TedX.
Si tenéis oportunidad de verla en algún evento, por favor, no dejéis de hacerlo. Escuchar su historia es motivador, enriquecedor, y una vía muy eficaz para darse cuenta de que, en muchas ocasiones, nos quejamos de las dificultades por puro vicio.
Ole tú, mañica.