Habitación 206: el embarazo oculto
Ha llegado el momento de desmitificar el embarazo, el parto y el postparto. Sí. Cuando juegas a las mamás de pequeña con tus amiguitos no te enseñan a permanecer tumbada en la cama durante un tiempo para poder cuidar después al nenuco o mecer a la nancy en el carrito. Te compran el muñeco y ya eres madre. ¿Recordáis alguna sola película infantil donde se vea a alguna princesa de turno embarazada? ¡Ninguna! Sólo segundas partes con los hijos ya criados. «¡Es fácil ser mamá!», piensas.
Creces con esta idea. Inmersa en tu ingenuidad llegas a escoger el número de hijos que tendrás con tu futura pareja: dos, tres, cuatro... Te imaginas feliz, recorriendo las calles con tu tripota al ritmo que marcan las piernas separadas de cualquier gestante. Te haces mayor. Van pasando los años. Tus amigas y conocidas comienzan a tener a sus criaturas con gestaciones idílicas, partos divinos acompañados del ineludible, imperioso, vital e imprescindible piel con piel con el bebé para uniros de por vida como el tabaco a la nicotina. Ellas son las embarazadas de la habitación 205, la mayoría.
En otro mundo paralelo, en el del cuarto de la 206, está la realidad de otras mujeres a las que «el milagro de la vida» se les torció algún día del calendario. Levanto la mano. Ahí estaba ya como madre, en esa cama, sin el rastro de una cuna junto a mi lecho, y escuchando el llanto de otros bebés recién nacidos cuyo eco acrecentaban los pasillos de aquel hospital. Como yo, otro ejército de mamás ha conseguido o logrará ser mamá a duras penas.
Nos cuentan que el embarazo es la etapa más bonita de la mujer y la pareja. ¡JA! Pasé toda la gestación sin saber si conseguiría ser madre por diferentes complicaciones que se me iban sumando. Todo lo que leía en la red era negativo. ¡Nunca miréis internet! ¿Nadie tenía tiempo para contar finales felices? A mí me sobraba. Así que, en el sofá de mi casa, cuando estaba en la semana 22 de mi gestación catalogada de alto riesgo comencé a escribir la otra versión, la de los «Embarazos contra las cuerdas». La temática le gustó a Ediciones Cydonia y apostó por convertirlo en libro. Aceptó el trato: sólo vería la luz si conseguía tener a mi pequeña entre mis brazos. ¡Y aquí estamos los tres! Con el deseo de que los relatos reales que se narran insuflen fuerzas a otras premamis que necesiten sentirse identificadas.
La incompetencia cervical, la preeclampsia, el cerclaje, la hiperémesis gravídica, el embarazo ectópico, el hematoma retrocorial, la inseminación artificial o la incompatibilidad de la gestación con una enfermedad renal son algunos de los temas que se tratan en esta obra. ¿Cómo convives con una gestación en la que vomitas doce veces al día hasta el momento del parto? ¿Y si te prohíben concebir porque tienes una enfermedad incompatible con traer un hijo al mundo? ¿Y si tu máximo objetivo es ser mamá, pero no llega ese principito azul? ¿Y si el embarazo te dispara la tensión hasta poner en riesgo tu vida? ¿O el óvulo anida en un lugar que te puede matar en cuestión de horas? ¿Y si en el tercer mes necesitas pasar por quirófano para evitar un parto prematuro? ¿Te imaginas que llegas al sexto mes del embarazo y el cuello del útero se ha borrado completamente? El bebé casi asoma y no está listo para venir al mundo. Tienes que aguantar lo máximo posible sin moverte de la cama de un hospital para no dar a luz. A tu alrededor sólo hay bebés llegando al mundo. Los llantos animan las contracciones. Sí, queridos y queridas, la espera se puede torcer de formas infinitas, pero estas páginas son la prueba de que difícil no es imposible.