El Gobierno anuncia que Sánchez y Aragonès se reunirán próximamente pero Cataluña niega que se hayan "descongelado" las relaciones
De la primera reunión con la Generalitat tras el caso Pegasus han salido las bases de un nuevo acuerdo para "presidir las relaciones" entre España y Cataluña, según Moncloa.
Primeros pasos hacia la normalización tras la crisis. El Gobierno central y el catalán se han reunido este miércoles por primera vez desde que estalló el caso Pegasus por el espionaje al independentismo. Del encuentro “cordial, sincero y constructivo”, como lo ha definido Félix Bolaños, ha salido el compromiso de una futura reunión entre Sánchez y Aragonès.
Será “tan pronto lo permitan sus agendas”, ha apuntado el ministro de Presidencia, que ha dejado caer que, por ahora, la del líder del Ejecutivo está muy llena. Pero la otra parte, la Generalitat, ha frenado un tanto las expectativas al asegurar que aún no se han “descongelado” las relaciones.
Son los primeros compases de “un tiempo nuevo”, expresión usada por Bolaños, que se ha reunido con la consellera de Presidencia catalana, Laura Vilagrà durante dos horas en La Moncloa. En ellas, ha indicado el ministro, se ha empezado a trabajar en las bases “de un acuerdo que sirva de marco” para presidir las relaciones entre gobiernos y el funcionamiento de la mesa de dialogo entre Cataluña y el resto del estado.
En su comparecencia desde Moncloa, Bolaños ha marcado los principios de ese futuro acuerdo marco de relaciones bipartitas, compuesto por tres ideas centrales: la “defensa a ultranza del diálogo”, la necesidad de “más política” y no judicializar la política y el “pleno respeto a todos los planteamientos políticos”.
La visión de Cataluña
Sin embargo, el relato de la otra parte es menos optimista. “No podemos hablar de normalización de las relaciones institucionales en este momento”, ha matizado Vilagrà en su respectiva rueda de prensa desde el centro Blanquerna. “No hay motivos para hablar de descongelación aún”, ha añadido.
La portavoz del Govern no solo ha hablado de Pegasus como elemento de tensión. Se ha referido a una “acumulación” de hechos que han “deteriorado aún más la confianza”, como la baja cifra de inversiones del Estado en Cataluña el año pasado, un 35 % de lo presupuestado.
Una muestra de buena voluntad para la Generalitat que se valora pero que se considera insuficiente “hasta que no haya garantías”. “Trabajaremos en los próximos días, nos esforzaremos porque sea así (se normalicen las relaciones), pero por el momento no es posible”, ha añadido la consellera, que no ha adelantado posibles fechas de una nueva mesa de diálogo.
Esas garantías, ha añadido, pasarían por cumplir una serie de condiciones que Vilagrà ha expuesto ante los medios, entre ellas avanzar en la “agenda antirrepresiva” y de “desjudicialización” en relación a la causa independentista.
Sobre Pegasus, Félix Bolaños ha admitido “discrepancias” con su homóloga regional. Si bien el ministro no ha mentado el nombre concreto, sí se ha referido “las informaciones recientes”, sobre las que ha dado cuenta de todas las medidas de control de Moncloa. Esto, en cambio, “no ha sido suficiente” para Vilagrà, siempre según el relato de Bolaños.
Los antecedentes
El pasado 9 de mayo, con los ecos de ‘Pegasus’ aún en la cresta de la ola, Sánchez y Aragonès se encontraron en un evento del Cercle d´Economía en Barcelona. Allí, de forma visible, se saludaron y el presidente catalán le pidió una reunión urgente. En el discurso oficial, el líder del Ejecutivo mandó un mensaje de calor al representante autonómico —“querido president”— y le expresó su “voluntad de negociación y diálogo”.
Fue el último encuentro conocido entre ambos y llegó cuatro días después de que la ya cesada directora del CNI, Paz Esteban, confirmase que la Inteligencia española había espiado, con autorización judicial a 17 figuras relevantes del movimiento independentista, entre ellos el actual cabeza de Gobierno de Cataluña, Pere Aragonès. Los hechos, que saltaron semanas antes, desataron las iras de ERC, Junts y el resto de formaciones catalanas en el Congreso, que amenazaron con romper con el Gobierno.
Por ello, Sánchez reaccionó prometiendo una nueva ley de secretos oficiales y la reforma de la del CNI para mejorar el control judicial. Entre los cambios inmediatos, la entrada de líderes secesionistas catalanes y vascos en la Comisión de Secretos Oficiales en la Cámara Baja.