Georgia y los hispanos: El desempate del 5 de enero para las elecciones al Senado
Si los demócratas no ganan estos dos escaños, los republicanos continuarán dominando el Senado y Joe Biden tendrá muy poca libertad de movimientos.
El 5 de enero se celebrará en Georgia el desempate para dos escaños al Senado de los Estados Unidos. En este desempate se enfrentan los demócratas Jon Ossof y Raphael Warnock con los republicanos David Perdue y Kelly Loeffler, respectivamente. Los resultados de estas elecciones especiales determinarán el giro que tome la política nacional, ya que de ellos dependerá el control del poder legislativo. Si los demócratas ganan los dos escaños, el Senado quedará dividido a la mitad, con cincuenta republicanos y cincuenta demócratas, lo que en la práctica significa que lo controlan los demócratas, ya que Kamala Harris, como vicepresidenta de Estados Unidos, será presidenta del Senado y podrá votar cuando se produzca un empate, lo cual eleva el número de votos demócratas a cincuenta y uno. Si los demócratas no ganan estos dos escaños, los republicanos continuarán dominando el Senado y Joe Biden tendrá muy poca libertad de movimientos, ya que en los Estados Unidos este organismo tiene mucho poder y puede bloquear las iniciativas del presidente, desde sus nombramientos de ministros y jueces hasta sus propuestas programáticas y presupuestarias.
Dado que normalmente los demócratas no suelen votar en las elecciones especiales con tanta asiduidad como los republicanos y que Biden ha ganado las elecciones presidenciales en Georgia por un margen muy pequeño, la ventaja en principio está a favor de los republicanos. Sin embargo, en Georgia éstos se encuentran muy divididos a causa de Donald Trump, que se niega a reconocer su derrota en ese estado, lo que ha causado un cisma. Por un lado, el gobernador republicano, Brian Kemp, y sus subordinados han certificado los resultados de las elecciones presidenciales, como es su obligación legal. Por otra, Trump y sus seguidores, incluidos los candidatos Perdue y Loeffler, dicen que ha habido fraude electoral. Los más incautos admiradores de Trump podrían no votar si de verdad creen que va a haber fraude electoral y que su voto no va a servir de nada. Por esta razón, los republicanos temen perder este desempate.
Ante esta situación, los republicanos han recurrido al truco con el que se han mantenido en el poder durante tanto tiempo, a saber, la supresión del voto de los miembros de las minorías étnicas, la mayor parte de los cuales apoyan a los demócratas. En Georgia, los blancos constituyen aproximadamente el 51% de la población y las minorías étnicas son alrededor del 49%. Dentro de las minorías étnicas, los grupos más grandes son los negros, que constituyen aproximadamente el 31% de la población y los hispanos, que son alrededor del 10%. Estos son los votos que los republicanos desean suprimir. Parece que en algunos condados en los que abundan estos grupos demográficos los republicanos quieren reducir drásticamente el número de locales para votar, lo que obligaría a la gente a desplazarse a lugares más alejados y a guardar largas colas. Además, los republicanos quieren poner restricciones al voto por correo, que favorece a los demócratas, cuyos partidarios usan este método de participación en los comicios mucho más que los republicanos. Estos intentos de suprimir el voto no son una sorpresa para los demócratas, que llevan mucho tiempo luchando contra este tipo de maniobras. Si Biden pudo obtener una victoria histórica en Georgia en las elecciones presidenciales fue gracias a los esfuerzos de la famosa activista negra Stacey Abrams y de su organización Fair Fight Action, dedicada a combatir la supresión del voto de los miembros de las minorías étnicas a base de poner pleitos contra los republicanos por sus iniciativas ilegales por un lado y de informar a los ciudadanos de sus derechos y ayudarles a registrarse para votar por otro. Esta lucha continúa.
The Black Voters Matter Fund, organización dedicada a proteger los derechos de los votantes negros, puso un pleito el 2 de diciembre contra el secretario del Estado de Georgia, Brad Raffensperger, por haber depurado, a su juicio injustificadamente, la lista de votantes registrados, eliminando de ella a casi 200.000 ciudadanos, los cuales pertenecen en buena parte a grupos demográficos que favorecen a los demócratas. Al parecer, se borró de la lista de votantes registrados a todos aquellos que no habían votado recientemente ni respondido a una carta que se les envió, dando por sentado que habían abandonado el estado, lo cual no era cierto. Cuando algunos de esos ciudadanos acudieron luego a las urnas se encontraron con que no podían votar porque su nombre no aparecía en la lista. Este problema no se ha subsanado y por eso esta organización ha llevado el caso a los tribunales. Si este pleito se fallase a su favor antes del 5 de enero, se ampliaría la lista de votantes registrados, lo que en unas elecciones muy reñidas podría ser importante, al impedir que hubiese ciudadanos que se quedasen sin votar por descubrir demasiado tarde que su nombre no estaba la lista. Mientras tanto, los demócratas están intentando localizar a estos ciudadanos para informarles de su situación y animarles a participar en los comicios. Es una guerra sin cuartel.
En tanto que los republicanos tratan por todos los medios de suprimir el voto de los miembros de las minorías étnicas y los demócratas se esfuerzan por protegerlo y fomentarlo, los candidatos a los escaños del Senado hacen campaña electoral y los pesos pesados de ambos partidos acuden a Georgia a apoyar a los suyos. Muy conscientes de su transcendencia, los ciudadanos del resto del país contemplan las elecciones especiales del 5 de enero con enorme expectación. Los hispanos, en particular, siguen las noticias de Georgia con gran interés, ya que cerca de un 10% de la población de ese estado es de origen hispano y podría tener un impacto decisivo en las elecciones si sale a votar en números considerables, puesto que, en general, dos terceras partes de los hispanos son demócratas. Así que en Georgia hay una gran campaña para solicitar su voto y los líderes demócratas hispanos más destacados del país están allí dando discursos a favor de los candidatos Ossof y Warnock. En particular, el conocido político hispano Julián Castro, que fue candidato a la Presidencia, está muy dedicado a este proyecto, usando su extensa red de contactos para solicitar donativos por toda la geografía nacional con el objeto de apoyar a Ossof y a Warnock en Georgia. Muchos hispanos de otros estados están enviando dinero para esta causa. Con el futuro del Senado y del país en juego, la actitud que impera es: ¡Por mí que no quede!