El debut de Feijóo: pacto con la ultraderecha y la sombra de la corrupción del PP
El nuevo líder del Partido Popular intenta centrar su discurso en la economía y logra recuperar a la formación en las encuestas.
Alberto Núñez Feijóo ya domina el Partido Popular. Se acabó el tiempo de criticar lo que hacía la anterior dirección del PP y es hora de llevar las riendas del principal partido de la oposición. Ya no hay ni cien días de gracia en un escenario endiablado. Hace dos semanas era ratificado en el congreso de Sevilla y le toca mover fichas. Y lo ha hecho con uno de los pasos más potentes en la política nacional en los últimos años: consagrando el primer Gobierno de coalición con la extrema derecha.
Feijóo ha dado su visto bueno a formar parte de un Ejecutivo en Castilla y León con la extrema derecha, algo que no había pasado desde la Transición. Y que va en contra de los principios de sus colegas europeos. De hecho, los conservadores franceses, tras la debacle en la primera vuelta, han decidido apoyar a Emmanuel Macron frente a la ultraderechista Marine Le Pen en la segunda votación.
En un intento de maquillar el pacto, Génova 13, a través de Elías Bendodo, ha llegado a decir que ellos se asemejan a Macron (obviando al partido hermano de Los Republicanos). Lo que no han podido explicar es cómo se combina eso con darle una Vicepresidencia a los de Santiago Abascal, cuando es conocida la posición del presidente francés de rechazo absoluto a la extrema derecha.
En apenas unos días, Feijóo ha cruzado una línea roja que no se atrevió Casado, que rechazaba esos pactos con Vox en las comunidades. No sólo eso: la dirección del Partido Popular no ha negado que pueda repetirse uno parecido en La Moncloa después de las elecciones generales del año que viene.
Por el momento Feijóo no ha aparecido en Castilla y León durante el debate de investidura. Tiene previsto desplazarse a Valladolid -hay “interés”, según Génova- para la toma de posesión, pero siempre que la agenda lo permita. El PP ha cedido ante Vox en aspectos clave, como su compromiso de aprobar leyes de violencia intrafamiliar y de la concordia (ideadas en la guerra cultural de la extrema derecha para opacar las de violencia de género y de memoria histórica). Pero, además, Vox ha consagrado su idea de intentar derogar el título VIII de la Constitución, el que sustenta el Estado de las Autonomías.
Feijóo está intentando pasar de puntillas ese cruce de la línea roja y su intención es poner el foco en la economía. El análisis que ha hecho, frente a la etapa de Pablo Casado, es que las elecciones se ganarán por el bolsillo y no por entrar en guerras ideológicas con la izquierda. Por ello, emprenderá en breve una ronda de contactos con sindicatos y empresarios para trasladar sus recetas económicas, con bajadas de impuestos y recortes en gasto burocrático. Su principal promesa es reducir el IRPF a los ciudadanos ante la subida de la inflación.
El gallego insiste en esta visión económica, apoyado en su nuevo ideólogo económico, Juan Bravo, frente a la posición del Gobierno, que insiste en que no hay margen para más bajadas fiscales distintas a las ya aplicadas para minorar el precio de la factura de la luz (que costará a las arcas públicas unos 12.000 millones de euros). Por lo tanto, se prevé un choque por el decreto de ayudas, ya que Génova 13 no ve posible apoyarlo de esta manera (ahora tendrá que decidir si se abstiene o vota en contra las próximas semanas).
De la reunión con Pedro Sánchez hace diez días se salió con un buen tono institucional pero sin ningún acuerdo económico. Fuentes de La Moncloa siguen insistiendo: “No ha tenido ninguna concreción”. El Gobierno espera que Feijóo se abra a pactar la renovación del Consejo General del Poder Judicial, cumpliendo con la Constitución, y es consciente de que el PP necesita todavía “tiempo”. El presidente tiene previsto dárselo, pero con una fecha tope: el 12 de junio. Ni siquiera está claro quiénes serán los negociadores.
Lo que se ha encontrado Feijóo nada más sentarse en Génova 13 es la alargada sombra de la corrupción del Partido Popular. La formación ha vuelto a ser condenada (y van tres) por Gürtel. La última ha sido por la trama en el ayuntamiento de Boadilla del Monte (Madrid), con la Audiencia Nacional declarando culpable al partido también a título lucrativo por la financiación de las campañas con “fondos ilícitos” a través de un “entramado delictivo” en las municipales de 2003 y 2007. El nuevo líder ha enmarcado esto en el “pasado”: “Sobre los errores se aprende”. Pero no ha vuelto a tomar ninguna decisión y no se sabe qué pasará con la sede de Génova 13, que Casado decidió vender al ser un símbolo de esa corrupción.
Mucho revuelo también ha causado estos días su posicionamiento sobre el escándalo de la causa de las mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid, que ha supuesto el cobro de casi seis millones de euros por parte de los comisionistas (Luis Medina y Alberto Luceño). Los ciudadanos ven con estupor cómo se compraron, gracias a un contrato con el consistorio, coches de lujo, yates y relojes de oro por sobrecostes al traer mascarillas, test y guantes defectuosos. El gallego los ha tildado solamente de “pillos” y no ha pedido responsabilidades políticas. Desde La Moncloa se ha advertido de la “condescendencia” y se ha lanzado este mensaje: “No era un juego de niños, es una cosa de adultos y se llama corrupción”.
El PP de Madrid vuelve a estar en el epicentro de las prácticas más oscuras, con la condena por Boadilla, el caso de las mascarillas y la investigación por el contrato del hermano de Isabel Diaz Ayuso (que cobró una comisión de 55.000 euros por intermediar en una compra de material sanitario en China en marzo de 2020 y que fue el detonante de la salida de Pablo Casado). Feijóo quiere calmar las aguas internas de los populares madrileños dando todo el poder ya a Isabel Díaz Ayuso, por eso ha puesto el acelerador en marcha y ha convocado el congreso regional para los días 20 y 21 de mayo.
Todo esto mirando siempre a Galicia también, pues Feijóo es todavía presidente de la Xunta. De forma discreta está intentando ensamblar su sucesión allí, que no está siendo tan fácil, con los barones provinciales reclamando poder. Su idea pasa, por el momento, en intentar un congreso de unidad, con lista única y con Alfonso Rueda como el ‘delfín’ favorito.
Lo que ha logrado Feijóo durante estas dos semanas es recuperar ya al partido en las encuestas. En el último barómetro del CIS, el PP lograba subir 3,4 puntos en un mes y situarse ya a 3,1 detrás del PSOE -que seguiría ganando las elecciones-. Además, logra frenar a Vox y arranca votos de Cs. Los ciudadanos lo aprueban, aunque todavía sigue por delante en valoración Yolanda Díaz.