'Fake news' versus realidad
En esta crisis de la Covid-19 estamos viendo cómo proliferan noticias y bulos con contenido falso o engañoso.
Los bulos siempre han existido a lo largo de la historia. Todos hemos oído hablar de la legendaria belleza de Cleopatra, una leyenda que fue creciendo con el tiempo, incluso potenciada por la meca del cine estadounidense en la que para interpretarla eligieron a las actrices más bellas de la época como Elizabeth Taylor, Vivien Leigh… Nada más lejos de la realidad. A través del descubrimiento de algunos retratos en monedas de la época se sabe que la belleza de la reina de Egipto no se correspondía con su fama.
En la actualidad, con la inmediatez que nos proporcionan las aplicaciones de mensajería instantánea y las redes sociales, los bulos, lejos de desaparecer, han ido aumentando hasta tal punto que muchas veces resulta complicado distinguir la información falsa de la veraz. Si antes una creencia repetida a lo largo de los años se convertía en verdadera, ahora basta un clic para que muchos la tomen por cierta.
Blaise Pascal escribió en el S.XVII que: “si la nariz de Cleopatra hubiese sido más corta, toda la faz de la tierra habría cambiado”. Esto es precisamente lo que está ocurriendo ahora cuando millones de personas, naciones enteras y prácticamente todo el mundo recibe a diario contenidos que no se ajustan a la realidad y que pueden cambiar y alterar la opinión de las personas en cuestión de segundos.
Lo que siempre se ha llamado bulos o noticias falsas ahora lo conocemos como fake news. Las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos que enfrentaron a Donald Trump y Hillary Clinton fueron el gran ejemplo de cómo estas noticias falsas que tienen el objetivo de generar el caos y la desinformación en la sociedad, y tienen la fuerza de determinar el futuro de una nación. Por lo tanto, ¿está en riesgo la democracia de los países a causa de las fake news? Según el ultimo eurobarómetro, para el 83% de los europeos la respuesta es un sí rotundo.
En esta crisis de la Covid-19 estamos viendo cómo proliferan noticias y bulos con contenido falso o engañoso. En una crisis que está afectando a todo el mundo, que no entiende de fronteras ni de razas y en un momento en el que mas de 2.000 millones de personas están confinadas en sus hogares, se están utilizando de manera indebida las redes sociales para, a través de bots –perfiles falsos en redes sociales para desestabilizarlas– confundir a la población. En España ya se han detectado millones de estas cuentas falsas. Esta práctica ha sido, incluso, utilizada por algunos partidos políticos con el fin de desestabilizar al Gobierno y alimentar el germen de la desafección hacia la política y los políticos.
Por otro lado, otra de las consecuencias de las medidas de confinamiento para tratar de evitar la propagación del virus, ha supuesto un aumento de la compra de productos online. Esta comercialización online ha traído consigo un aumento de la venta de productos falsos o engañosos, que no cumplen con las condiciones que establece la UE para su venta. En líneas generales, los resultados de estos timos producidos a los consumidores pueden conllevar daños en la salud física de los mismos, ya que la mayor parte de ellos se han desarrollado en la compra de material sanitario.
Por todo ello y en aras de proteger a los consumidores y ciudadanos de la Unión Europea, en 2018 la Comisión llegó a un acuerdo con las principales plataformas online para establecer un código de buenas prácticas con el fin de aumentar la transparencia y mejorar la protección en general de la población, estableciendo unos estándares europeos más exigentes. Es importante tener en cuenta el esfuerzo de voluntad política que se está teniendo durante esta crisis para combatir las noticias falsas, así como todos los recursos que la Unión Europea está destinando para ello. Aun así, esta crisis ha puesto frente al espejo la necesidad de establecer más mecanismos de control y más severidad contra las fake news o incluso una nueva legislación para luchar contra la desinformación, ya que su único objetivo es desestabilizar y provocar el caos y ni nuestras democracias ni nosotros mismos debemos permitirlo.
En los momentos tan complicados que estamos viviendo, donde tenemos más incertidumbres que certezas, nuestra mejor medicina es una información veraz. Con el objetivo de evitar que de nuevo una mentira cambie el rumbo de la historia.