Expedición #RíoDeHielo2017 de Trineo del Viento: comienza la aventura
Ya estamos en Kangerlussuaq. Es un hervidero de científicos, pues desde aquí, en este enclave junto a una base militar de EEUU en Groenlandia, se reúnen los investigadores que viajan a las bases científicas del interior de la isla durante esta campaña. También el Trineo de Viento está a punto de iniciar la expedición Río de Hielo Groenlandia 2017, la primera en la que la ciencia es la principal protagonista, pues llevamos hasta cinco proyectos científicos a bordo para los que hay que recabar datos.
Para quien no lo conozca, recordar que el Trineo de Viento es un medio de transporte que consta de cuatro módulos con 12 metros de largo y casi cuatro de ancho, tirado por gigantescas cometas capaces de arrastrar hasta dos toneladas de peso con viento favorable. Sobre la plataforma, construida con cinco rieles y cientos de travesados, atados con cuerdas, se coloca la carga y las tiendas de pilotaje y de habitabilidad. También lleva placas solares que permiten cargar los dispositivos científicos y los de comunicaciones que llevamos a bordo.
Para el proyecto Trineo de Viento es todo un reto. Ya hemos demostrado que nuestro vehículo eólico funciona, que es un medio de transporte limpio, eficiente y económico para recorrer miles de kilómetros. Y ya hemos hecho ciencia con él, pues datos recabados en anteriores expediciones han sido publicados en prestigiosas revistas. Pero ahora se trata de dejar claro que es una plataforma-laboratorio y que puede abrir la puerta a la ciencia de España en lugares donde ahora no está con ninguna infraestructura, como es el Ártico. También es el momento de que más científicos en todo el mundo puedan incorporarlo a sus proyectos y, de este modo, financiar expediciones que ahora paga, casi exclusivamente, la agencia de viajes Tierras Polares.
En esta ocasión, recorreremos 1.200 kilómetros, atravesando Groenlandia de suroeste a noreste, y nos situaremos sobre una corriente de hielo que se mueve 100 metros al año y que aún es un misterio. Somos cinco tripulantes, entre ellos el científico australiano Ross Edwards, que trabaja con Jason Box en el proyecto Dark Snow. Es un equipo que trata de averiguar cómo la contaminación industrial actual y los incendios favorecen el deshielo en el Ártico. También recogeremos datos para otros proyectos relacionados con el cambio climático a lo largo de los 1.200 kilómetros y seis semanas que tenemos por delante.
Estos primeros días en Kangerlussuaq, donde dejamos el eco-trineo desmontado el año pasado, han sido muy intensos de trabajo. Los primeros en llegar fueron Jens Jacob Simonsen, Ross Edwards e Hilo Moreno. Los últimos, Nacho García y Ramón Larramendi, el director de expedición.
Y como suele pasar, tenemos tensión hasta el último momento. Primero, porque la compañía aérea nos perdió un equipaje, justo en el que iba el georadar preparado por el equipo del glaciólogo Francisco Navarro (Universidad Autónoma de Madrid). Afortunadamente, acabó por aparecer a tiempo. Y segundo, porque se han incrementado las medidas de seguridad por parte de Estados Unidos, y en la base militar americana nos han exigido unos controles que no sabíamos el tiempo que podían durar. Como el helicóptero para llegar al hielo estaba contratado para el sábado día 20, teníamos lo peor.
Esta primera semana en Kangerlussuaq, teníamos mucha tarea pendiente. Lo fundamental, empezar a montar el Trineo de Viento, que estaba totalmente desarmado. Poco a poco va tomando forma, pero lleva su tiempo...
A nuestro alrededor, con unas temperaturas que nos gustarían más frías, pasamos estas últimas horas en la civilización haciendo nudos para unir los travesaños y explicando a los investigadores que llegan de todo el mundo cómo es un vehículo que, en principio, no se imaginan, pero que finalmente ven con muchas posibilidades para su trabajo, una vez superada la perplejidad.
Para seguir día a día la expedición: www.trineodeviento.org
#RíoDeHielo2017 en redes sociales.
