Es el momento de impulsar un cambio en la evaluación
No podemos seguir enseñando como hace 50 años.
El físico y matemático británico William Thomson decía que “lo que no se mide, no se puede mejorar”. Esta idea, llevada a la educación, nos indica un aspecto clave: que la evaluación es necesaria para impulsar un cambio a mejor. No obstante, en buena parte del mundo y en particular en España llevamos años anclados bajo un mismo modelo de evaluación cuyo fin último es aprobar o suspender, dejando a un lado el proceso de aprendizaje en sí. Llegados a este punto parece necesario plantearse lo siguiente: si la sociedad ha evolucionado, ¿por qué el sistema de evaluación sigue estancado en el pasado?
Esa idea de Thomson nos viene a decir que el proceso de aprendizaje requiere flexibilidad y adaptación para poder identificar los puntos fuertes y débiles del alumnado. Los estándares de éxito o fracaso no muestran realmente el verdadero estado de la competencia, ni las áreas de mejora y, lo que es más importante, inciden negativamente sobre la motivación del alumno, esencial para fomentar un proceso de aprendizaje óptimo. Esta premisa llevada al aprendizaje de idiomas nos hace indudablemente cuestionarnos si los exámenes actuales de nivel muestran realmente lo que los alumnos son capaces de hacer.
En una sociedad como la actual, en la que los cambios se producen de manera acelerada, es importante ser capaces de adaptarnos para ofrecer a los estudiantes de hoy las herramientas que les permitan desarrollar al máximo su potencial, para poder tomar las oportunidades que la sociedad del futuro les brindará. En este sentido, es esencial que la enseñanza de idiomas, clave para abrir oportunidades dentro y fuera del país, también se adapte a los nuevos tiempos.
La situación de crisis sanitaria actual ha puesto sobre la mesa retos en materia educativa como la brecha digital, pero también ha permitido que nos terminemos de dar cuenta de que sin motivación los estudiantes no pueden avanzar correctamente. La pandemia, entonces, también nos brinda una oportunidad: este es un buen momento para impulsar un cambio que nos permita desarrollar una evaluación continua y adaptada a las competencias diversas de los alumnos.
En nuestro caso, todo esto nos lleva a buscar opciones que, en el aprendizaje de idiomas, impulsen al alumnado a seguir buscando siempre nuevos retos a los que enfrentarse. En la actualidad, no podemos seguir enseñando como hace 50 años, pues, aunque la memoria es clave para sentar las bases del conocimiento, si no tenemos una hoja de ruta clara sobre cómo va evolucionando el alumno, el proceso de aprendizaje se queda a medias, obnubilado por la obtención de una calificación, en lugar de prestar atención a unas competencias claras.
A lo largo de nuestros años de experiencia hemos podido identificar aquellas claves que nos permiten conocer cómo es el nivel actual del alumno, qué hay que hacer para mejorar áreas concretas y cómo llegar a ese objetivo, para así impulsar el proceso de aprendizaje de cada estudiante. Y es que los modelos de evaluación continua nos permiten elaborar una radiografía de las competencias diversas que hay en la clase, así como facilitar a los docentes el poder guiar los objetivos de la enseñanza de inglés, tanto a nivel grupal como individual, a la par que permite que los estudiantes entiendan, de verdad, qué objetivos hay detrás de los exámenes.
Desde Macmillan Education estamos promoviendo este sistema de evaluación de la mano de Capman Testing Solutions, a través de la implementación de TOEFL Young Students Series, un programa de evaluación continua, con el fin último de que los alumnos sean capaces de mejorar día a día a lo largo de toda su etapa educativa.
Los cambios traen consigo nuevos paradigmas a los que enfrentarse, pero lejos de verlos como un problema, deberíamos posicionarlos como una oportunidad. En materia de evaluación, es importante ser capaces de salir de la comodidad heredada y tomar las riendas de los resultados de los alumnos.
En el último evento que organizamos para debatir sobre el futuro de la evaluación, decía María García-Sauco, Premio Educa Abanca 2018 a la mejor docente de España, que es posible aprender disfrutando y que la motivación al alumnado permite tanto impulsar su confianza como buscar nuevas maneras de enseñar por parte de los propios docentes.
Si aplicamos su filosofía, está claro que, si estamos buscando nuevas maneras de enseñar, también debemos buscar esas nuevas formas de evaluar que, en fin último, contribuyan a hacer de los alumnos de hoy adultos altamente preparados, con confianza en los conocimientos adquiridos y capaces de adaptarse fácilmente a cualquier cambio que se les presente.