Rita Maestre: "Entre Almeida y Ortega Smith hay un buen rollo que no se va a romper"
Entrevista con la portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento: "Ayuso trata de suplir esa incapacidad de gestión con un extra de ideología y polarización".
En el número 71 de la calle Mayor está el edificio de los grupos municipales de Madrid, al calor de la coqueta plaza de la Villa. Pura historia castiza. Pero llegar allí ahora supone cruzar una zona fantasmal, con decenas de negocios con la persiana bajada, sin turistas, sin terrazas llenas. El gris del otoño es mucho más crudo este octubre de 2020.
“Tenemos una ciudad triste, en una situación sanitaria y económica grave”, reflexiona Rita Maestre, la portavoz de Más Madrid en el Ayuntamiento de la capital. Madrid ha vuelto a ser epicentro de la segunda ola del coronavirus en Europa y ella culpa directamente a las políticas “por acción o por omisión” de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad, y de José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la principal ciudad.
Maestre dice rotundamente que estos dos políticos del Partido Popular solo gobiernan a base de titulares. Lo tiene claro: “Ayuso trata de suplir esa incapacidad de gestión con un extra de ideología y polarización”. Para decir al hilo sobre el regidor: “Hace de alcalde escudero, está entre Génova y la Puerta del Sol”. Y avisa de que, a pesar del duro discurso de Pablo Casado contra Abascal, no se romperá el pacto entre el PP y la ultraderecha Vox en el Ayuntamiento: “Entre Almeida y Ortega Smith hay una sólida alianza política y personal”.
¿Qué Madrid tenemos en este final de octubre de 2020?
Tenemos una ciudad triste, en una situación sanitaria y económica grave. Sobre todo, una ciudad con poco horizonte, con poca perspectiva de futuro. Ni el Gobierno de la Comunidad ni el de la capital tienen capacidad de ofrecer un horizonte esperanzador o motivante. Entre marzo y septiembre se han ido de Madrid ocho mil personas de entre veinte y treinta años. Una ciudad que ahora mismo está expulsando a la gente joven que ve que no tiene ningún derecho al futuro. Eso tiene que ver por supuesto con el contexto de la pandemia, que no es responsabilidad de algún gobierno en concreto, pero la gestión sí lo es especialmente en la segunda ola. En Madrid no tenemos gestión, sino bronca política permanentemente.
Han remitido un poco los datos, ¿pero por qué Madrid se ha convertido en el centro neurálgico del coronavirus en Europa?
Por segunda vez. Lo fue en la primera ola y ahora también en la segunda. El dato de mortalidad en Madrid es muy superior al de la media española. Hay dos tipos de razones. Unas tienen que ver con el déficit estructural que tiene Madrid, con una media más baja de médicos por habitante (50 frente a 75 de la media nacional). Es decir, una política pública estructural que ha durado mucho tiempo de desmantelamiento del servicio sanitario. De aquellos lodos, estos problemas hoy. Y otro coyuntural: sobre esa mala base se ha gestionado la pandemia. Sí sabíamos lo que iba a pasar en la segunda ola y en Madrid no se ha hecho nada. Nada es literalmente nada más que un hospital vacío de médicos, que es un nuevo plató para Ayuso y Almeida. Durante siete meses Madrid habría podido dotarse de los recursos sanitarios, de refuerzo de atención primaria y hospitalaria, de un sistema de rastreo… y no ha hecho nada. Por eso Madrid tiene los peores datos de España y de Europa.
Finalmente se ha decidido el confinamiento perimetral de Madrid unos días durante el Puente. ¿Qué le parece?
Correcta, pero no suficiente para luchar contra el virus. Vivimos inmersos en el debate sobre las restricciones de movilidad, es normal porque es lo que afecta a los ciudadanos y su capacidad de movimiento. Pero al coronavirus no se va a ganar sólo con esto, sino con sistemas estructurales de pruebas, rastreo y refuerzo del sistema sanitario.
Ayuso y Almeida dicen que la izquierda tiene una obsesión con la Comunidad de Madrid.
Bueno, tenemos una profunda preocupación y creo que esa es nuestra tarea y responsabilidad como personas que hacen política en Madrid. ¿A qué vamos a dedicarnos si no es a tratar de visibilizar todos los fallos que se van encadenando mes tras mes, señalarlos y tratar de incidir en ellos? La señora Ayuso y el señor Almeida en mayo nos decían que Madrid estaba preparado para salir de la fase 1. Es una mentira flagrante, se puede comprobar siete meses después que era mentira. No es una obsesión, es una responsabilidad.
El plan de la Comunidad, en connivencia con el Ayuntamiento, ha sido el confinamiento por áreas sanitarias. ¿Es Madrid una ciudad segregada?
En primer lugar, lo que ha tenido Madrid es una presidenta que no ha asumido ninguna responsabilidad y, al contrario, lo que ha hecho es culpar a los demás, a los jóvenes, a los vecinos de los barrios del sur y a los de origen migrante. Después de esos discursos que buscan culpabilizar a los barrios y municipios del sur, se dedicó a aislarlos en una estrategia que no tiene demasiado respaldo científico y que, además, no se complementa con un refuerzo sanitario. Tenemos dos gobiernos en Madrid que viven a golpe de titulares, que cada vez caducan más pronto. Un día prometen una gran estrategia y dos semanas después ha desaparecido.
¿Quién manda es Miguel Ángel Rodríguez?
El problema es que manda más el director de comunicación que los técnicos o incluso que los propios consejeros de las áreas implicadas. Si uno trabaja pensando en colocar titulares, a lo mejor consigue colocar la noticia, pero difícilmente va a estar luchando también contra la pandemia.
¿Qué papel está jugando el alcalde de Madrid?
Ahora durante los últimos meses se ha dedicado fundamentalmente a dos cosas. Una es acatar sin rechistar todas y cada una de las decisiones que salen del Gobierno de Ayuso, que es su compañera de partido. Y dos: a criticar todas y cada una de las cosas que hace el Gobierno de España en calidad de portavoz del PP. Dedica el 95% de tiempo a hacer de portavoz del PP y le deja menos tiempo para ser alcalde. Eso se nota en Madrid porque tenemos una ciudad en la que no hay ningún tipo de iniciativa política por parte del Ayuntamiento. El alcalde se comporta como una especie de director general que sólo acata lo que viene de la Comunidad de Madrid, como si no fuera el responsable de la ciudad. Se nota en sus declaraciones, lo oigo muy poco hablar de movilidad, de servicios sociales, de limpieza y de las calles, pero lo escucho hablar muchísimo del estado de alarma, de Sánchez y de todas las polémicas diarias del Congreso.
¿Se acabó la coletilla del alcalde de todos?
Creo que el alcalde de todos Almeida no lo ha sido jamás. No lo he dicho nunca. Consiguió construir durante un tiempo esa burbuja transversal, pero los que lo conocemos desde hace varios años porque hemos trabajado con él en los roles inversos sabemos que es una persona muy inteligente pero extraordinariamente conservadora y hostil. Una persona con la que era muy difícil trabajar desde la diferencia política. Consiguió construir durante unos meses esa idea de que estaba por encima de la pelea partidista, pero era un paréntesis del verdadero Almeida. Ha tratado muy poco en salir, especialmente vinculado con ese rol de portavoz del PP, que él ha aceptado y que le obliga a estar defendiendo un lunes la operación Kitchen en el plató de televisión y al día siguiente criticando a Sánchez.
El Ayuntamiento de Madrid fue uno de los pocos ejemplos de consenso. ¿Está en peligro por esa deriva del alcalde?
Fue un ejemplo porque se dio una excepción: la oposición que tuvo Almeida. Fuimos extraordinariamente generosos porque era lo que había que hacer en ese momento. Es algo que jamás hubiera hecho él. No se ha correspondido suficientemente por su parte.
¿Piensa el alcalde de Madrid más en clave Génova que en clave Cibeles?
Creo que su cabeza está decididamente entre Génova y la Puerta del Sol. Hace de alcalde escudero de Ayuso y de Casado y muy poco de alcalde madrileño.
Se escuchó la semana pasada un discurso durísimo y que sorprendió a todo el mundo de Pablo Casado contra Santiago Abascal: “Hasta aquí hemos llegado”. Todo el mundo interpretó como una ruptura entre el PP y Vox. ¿Cree que esto se va a producir en el Ayuntamiento de Madrid o son solo palabras?
No hay ningún interés más allá de la politiquería de los discursos parlamentarios. De ninguna manera va a romperse lo que es una sólida alianza política y personal entre Almeida y Ortega Smith, que se nota en la gestión. Sólo con observarles se da cuenta uno de que entre Ortega Smith y Almeida hay muy buen feeling y muy buen rollo que no se va a romper.
¿Ideológicamente Almeida es más cercano a Vox o a Ciudadanos?
En su fuero interno creo que es una persona conservadora a la antigua, un poco a lo que es el PP de Madrid. El PP de Galicia o Cataluña no tienen nada que ver con lo que en Madrid ha sido una escuela de cuadros, simpatizantes y votantes que está más cerca de Vox que de otros partidos. El PP de Aguirre y de Aznar, del que sale Almeida, está muy cerca de Vox, excepto en las partes en las que Vox se convierte en un partido de gorra de aluminio, cuando se pone hablar de Soros, de las conspiraciones mundiales y de la masonería. Esas cosas de la extrema derecha trumpista. En lo demás, en lo que tiene que ver con la memoria histórica, el feminismo, los derechos sociales y laborales y el planteamiento de ciudad, Almeida y el PP de Madrid están más cerca de Vox que de Cs.
¿Cómo se quedó viendo las imágenes de Díaz Ayuso en la entrevista en Telemadrid hablando del nuevos hospital sin saber de donde saldrán los médicos?
Es muy interesante ver quién estaba al lado de esa cámara. Cuando se dio cuenta de que era absolutamente incapaz de responder a la pregunta, empieza a ponerse nerviosa y a entrar en barrena ante la evidencia de que no sabe y la valentía de la periodista que le repregunta. Saca la mirada de la cámara y se dirige a un lugar indeterminado, donde claramente está Miguel Ángel Rodríguez diciéndole que tiene que repetir que es una buena noticia. En mi opinión, lo que demuestra esa entrevista y tanto sus declaraciones como gestiones es una profunda incapacidad para el enorme reto que tiene por delante. Ha tratado de suplir esa incapacidad de gestión con un extra de ideología y polarización, con esa tradicional táctica de los malos dirigentes que es convertirlo todo en un ataque y en ser víctima. Nos hemos pasado con una presidenta y un alcalde meses que se han dedicado a decir “ustedes me odian”. Esa visión entre paranoica y victimista que trata de no aceptar ninguna crítica.
Se vivieron una semanas de espectáculo político hasta que se decretó para Madrid el estado de alarma, ¿cómo lo vivió? ¿Intentó Díaz Ayuso emular las posturas del procés?
En ese género victimista y arrogante a la vez creo que se parece mucho a esos dirigentes del procés que ella dice rechazar tanto. Aquellas semanas fueron un esperpento y un bochorno para los madrileños. Ver cómo iba creciendo la curva mientras Ayuso y Almeida se dedicaban un día tras otro a descalificar, contraprogramar y poner palos en las ruedas. No había discurso que no fuera “Sánchez esto, Sánchez lo otro”.
¿Le preocupa que esto dañe la imagen de Madrid en España e internacionalmente?
Y en el resto del mundo. Han instalado una dicotomía que no existe entre salud y economía. Lo que está claro es que van juntas. ¿Quién va a querer venir a Madrid? ¿Cuánto vamos a tardar en recuperar la confianza como ciudad y foco de interés para el turismo y las inversiones? Somos una ciudad que ha ocupado portadas día tras día como el epicentro del coronavirus por segunda vez en Europa. Ese daño reputacional lo han causado directamente en esta segunda ola las políticas, por acción o por omisión, de Ayuso y Almeida. Vamos a tardar mucho tiempo en recuperarlo.
El alcalde de Madrid pide disciplina y que la gente no salga de puente el 1 de noviembre, pero hemos visto unas polémicas imágenes en una entrega de premios del regidor sin mascarilla. ¿Qué le pareció?
No hay ningún discurso que haga Almeida que no termine culpando a los jóvenes por el coronavirus. Según él, el único foco de contagio que hay en Madrid son los botellones. Y al final ves ese botellón legal de políticos y empresarios del Ibex 35 sin mascarilla en un espacio cerrado. Es un insulto y una hipocresía. No sé qué tenía en la cabeza quien organizara aquello o quien participó, pero ha reducido mucho el crédito de los dirigentes que estaban allí para culpar y señalar a nadie.
¿Qué le parece el papel de Ignacio Aguado? ¿Por qué cree que no rompe el Gobierno con Ayuso?
Lo principal que he sentido sobre él es desconcierto. Parece que ve cada vez más claro que forma parte de un Gobierno incapaz de gestionar lo que tiene encima y que quedarse pegado a eso puede implicar un hundimiento político personal. De ahí, un cierto cambio de estrategia. Sea por lo que sea, me alegro. Es mejor al menos que haya una posición razonable. Pero Ignacio Aguado no es un comentarista ni un analista ni un tertuliano, es un político con capacidad de gestión y vicepresidente de Madrid. Las pocas cosas de gestión que le hemos visto hacer han consistido en el autobús automático que se estrelló unos días después o en la inauguración del hidrogel en el metro seis meses después de comenzar la pandemia. Lo que espero de un vicepresidente no son comentarios o buenas ideas, sino políticas públicas.
¿Por qué el PSOE no da el paso y presenta una moción de censura?
Creemos que hay que pensar bien en el tiempo. Desde Más Madrid, Mónica García ha puesto en marcha esa mesa de emergencia nacional para ir dando los pasos para un cambio de Gobierno. Hay que pensar también en los tiempos porque también el pico de una pandemia concretamente no es el momento exacto para ponerlo en marcha ahora. Desconozco cuál es el objetivo del PSOE, pero en todo caso está absolutamente desaparecido.
También se escucha hablar de temas nacionales a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís. ¿Cómo está desarrollando su función?
Se mueve entre sus dos vinculaciones: una que tiene que ver con mantener el Gobierno de Madrid sin molestar mucho a Vox porque dio la Alcaldía y con sus sujeciones de partido. Lo que creo es que ha respaldado de forma clara a Almeida y a Ayuso. En Madrid tenemos dos gobiernos bastante divididos y con muy poca capacidad e iniciativa de gestión. Están más interesados en la bronca política y en la contraprogramación de ruedas de prensa que en hablar y trabajar por Madrid.
Si fuera la alcaldesa hoy, ¿cuáles serían las tres primeras medidas que aprobaría para luchar contra el covid dentro de sus competencias?
En primer lugar, Madrid ciudad, a través de Madrid Salud y de los contratos que pueda hacer el Ayuntamiento, tendría que haber empezado a construir su red de rastreadores, dado que la comunidad no lo está haciendo. Estoy segura de que lo hubieran hecho Carmena y Gallardón también. Hay que trabajar políticamente para el refuerzo sanitario. Madrid Salud tiene centros en cada uno de los distritos de Madrid, que tienen poca actividad. Hay que ponerlos a ayudar. Y tercero: la ciudad tiene que volcarse en la emergencia social. Llevamos seis meses de pandemia, seis meses de paro, seis meses de precariedad, seis meses de ERTEs. En Madrid no se ha dado ni una sola tarjeta monedero de las que pactamos hace meses.
¿Ninguna?
Bueno, tres. La del alcalde, la de la vicealcaldesa y la del delegado en la presentación de la tarjeta. No hay más, no hay una ayuda económica del Ayuntamiento para lo más básico.
Se ha visto en el Congreso y en otras instituciones un tono bastante bronco en el debate, se ha perdido en algunas ocasiones la educación. Tuvo mucho eco en las redes el episodio en la comisión de Cultura con la delegada Andrea Levy. ¿Qué le pareció?
Es algo incomprensible lo que hizo. Tiene que ver con una incapacidad notable para aceptar las críticas y eso es una responsabilidad muy importante cuando uno gobierna. No solo hay que tener cintura, sino tomarse en serio las críticas. La oposición está para criticar lo que hace mal el gobierno. Me parece que el tono que tuvo fue inaceptable. Seguimos esperando sus disculpas con nuestra concejal Pilar Perea. Hace un flaco favor al buen debate político.
¿Deberían celebrarse las uvas en la Puerta del Sol el 31 de diciembre?
Ni se me había ocurrido, he descartado todas las cosas buenas que podían pasar en la Navidad. Diría que en principio, no. Tendremos que ver la evolución. Son una actividad en espacio abierto pero diría que no estamos para juntarnos miles de personas en la Puerta del Sol.
¿Teme el cansancio psicológico de los ciudadanos después de tantos meses?
También lo sufro como ciudadana. Creo que no hay nadie que pueda afirmar que está normal y tranquilo, se nos van acumulando los meses. Estamos todos agotados, no sólo del presente, sino de lo que en mi opinión asusta más: no tener horizonte. No hay otra. Creo que a pesar del cansancio y del hartazgo, la gente está dispuesta a seguir cumpliendo. Si medimos quién ha puesto más en la balanza de la responsabilidad, gana por goleada el comportamiento ciudadano.
Viniendo a la entrevista, es desoladora la imagen de la Plaza Mayor. ¿Tiene Madrid un modelo fallido de ciudad que se ha visto cuando no llegan los millones de turistas al centro? ¿Tiene que repensarse?
El centro efectivamente es un barrio y un modelo económico pensado casi cien por cien para el turismo. Es que en el centro de Madrid no hay casi nada abierto porque no hay nadie para consumir. Eso es malo. Al menos esta crisis nos ha permitido ver algunas de las debilidades que tenemos. Un gobierno valiente aprovecharía como han hecho otras ciudades para analizar las debilidades y reconvertirlas. Hemos planteado propuestas para que las actividades salgan a la calle, con refuerzo de transporte público y Bicimad… Pero tenemos un alcalde que no tiene ideas ni un modelo moderno e innovador en la cabeza para la ciudad.
¿Qué le parece la decisión de retirar la placa de Largo Caballero por parte del Ayuntamiento?
Vamos a pelearlo en los tribunales, creemos que la actuación fue irregular. No se ha enseñado ni un sólo papel sobre quién y cómo se ha tomado la decisión. Esa placa está protegida. Ha sido una muy buena visibilización del precio que cuesta el sillón de alcalde, es el precio de Vox.
Muchas veces cuando se retira una placa, luego no se suele recolocar, como ha sucedido y han pedido ustedes con la de La Veneno en el Parque del Oeste. ¿Cómo está la situación?
Llevamos meses con esa cuestión después del vandalismo que sufrió. Tenemos un gobierno de derechas apoyado por la extrema derecha que no tiene un interés muy grande por reponer esa placa.
¿Rita Maestre alcaldesa en 2023?
Portavoz en 2020 en una circunstancia extraordinariamente complicada y especial como la que vivimos y sin ninguna capacidad e interés en pensar ya en las cuestiones electorales.