Eduardo Rubiño: "No se pueden defender los derechos LGTBI de la mano de la ultraderecha"
El senador de Más Madrid y diputado en la Asamblea llama a "una movilización demócrata que pare los pies a quienes quieren que volvamos 50 años atrás".
Es una de los diputados más jóvenes que ha pisado la Asamblea de Madrid. Pertenece a la generación del 15-M, movimiento del que formó parte activa con el colectivo Juventud Sin Futuro. Eduardo Rubiño (Madrid, 1991) es ahora senador de Más Madrid y, como miembro del colectivo LGTBI, cree que tiene una “responsabilidad” de dar visibilidad y representar a las personas que pertenecen a él.
Siguió “impactado” el debate sobre el matrimonio igualitario en España, cuando sólo tenía 14 años y aún no tenía clara su propia sexualidad. Tras años de activismo, ha seguido los pasos de quienes le precedieron y a quienes admira, como Pedro Zerolo, para llevar esta lucha también a la política.
¿Qué le ha parecido lo ocurrido en el debate de la Cadena Ser? ¿Deberían haberse levantado de la mesa antes Mónica García y Ángel Gabilondo?
La actitud de Monasterio ha sido completamente inadmisible. Estamos en una escalada peligrosa que están llevando a cabo desde hace tiempo y que ha tomado por objeto durante demasiado tiempo a mujeres, personas LGTBI, migrantes... A la gente más vulnerable. Ante eso, hay que hacer un llamamiento a todos los demócratas a movilizarse, a mandar un mensaje claro en las urnas el próximo 4-M y traducirlo en un Gobierno que desbanque a la señora Ayuso. Estamos ahora mismo en un momento en el que Ayuso ha repetido en varias ocasiones que está dispuesta a incluir en su Gobierno a la señora Monasterio y eso es una amenaza democrática que no estamos dispuestos a permitir. Por eso nosotros seguiremos defendiendo una alternativa verde, feminista y de justicia social que encabeza a la perfección Mónica.
Mónica ha dejado claro que no va a participar en más debates que no cumplan las condiciones mínimas que pasan por que no veamos un show como el que hemos visto en la Ser, y creo que eso ha quedado clarísimo y en cuanto se ha tomado una decisión se ha comunicado.
El racismo y la homofobia están ya en las instituciones. ¿Cómo se combate?
Lo que estamos viendo es que en otros lugares de Europa donde está habiendo un auge de fuerzas que atentan contra derechos básicos de diversos grupos, están siendo precisamente el movimiento LGTBI y el movimiento feminista los que plantan cara de una manera más clara a la ultraderecha. Eso es algo que estamos viendo también en España pero, sobre todo, tenemos que generar anticuerpos democráticos que sean transversales y que devuelvan los consensos que intentan romper. Ante eso, creo que es importante también mirar el ejemplo de las fuerzas verdes. Porque en Europa hemos comprobado que son las fuerzas que hablan de lo que de verdad importa, que intentan centrar los debates en las cosas que afectan a la vida cotidiana, los que hablan de poner en el centro los derechos sin necesidad de gritar o de ponerse al nivel de la ultraderecha.
Es uno de los senadores más jóvenes de Madrid. ¿Qué propuestas tiene para este colectivo en Más Madrid?
Desde luego, los datos de paro juvenil y precariedad son escandalosos en España. Pero Madrid no se queda atrás. Hablamos de que los jóvenes tienen que pagar hasta el 110% de su sueldo para tener una vivienda y, ante esta realidad, no se les ofrecen oportunidades laborales en ningún sentido. Nosotros pensamos que cualquier mejora de la situación de los jóvenes pasa por un cambio radical del modelo productivo. Para eso es fundamental el modelo de transición ecológica. Si apostamos por la innovación verde, por generar empleos de alto valor añadido y por un modelo productivo que vaya orientado a los retos que de verdad tiene nuestra región en el futuro, entre los que está la lucha contra el cambio climático, tenemos muchísima más capacidad para retener talento, para ofrecer esas oportunidades y esos trabajos de calidad. No puede ser que incluso los jóvenes que tienen trabajo sean trabajadores pobres y parezca que eso no les garantiza ni siquiera hacer planes de futuro y tener una mínima estabilidad, sin la cual es imposible vivir con dignidad.
Entonces, ¿hay futuro para los jóvenes en Madrid?
Si apostamos por un cambio de modelo productivo basado en la transición ecológica, sí. En ese sentido, Más Madrid tiene muchas propuestas porque para nosotros no es una cuestión sectorial, sino transversal en todo el programa. Y eso pasa por la rehabilitación de viviendas hasta transformar la formación profesional para orientar la oferta y que se adapte a los nuevos empleos, reorientar la formación profesional y bajar las tasas universitarias.
¿Es Madrid segura para el colectivo LGTBI?
Madrid afortunadamente, gracias a una lucha histórica de décadas del movimiento LGTBI en España, que tuvo uno de sus epicentros aquí, ha conseguido ser una ciudad que puede estar orgullosa de muchas cosas. Lo cual no quiere decir en absoluto que no quede mucho por lograr, porque Madrid sigue teniendo cerca de 300 agresiones por LGTBIfobia cada año, y uno de los problemas es que hay discursos como el de Vox que son gasolina para esa violencia.
Lo que pasa es que, desgraciadamente las instituciones no siempre han acompañado este proceso. La Comunidad de Madrid lleva 26 años en manos de un partido político que mandó el matrimonio igualitario al Tribunal Constitucional, que se ha opuesto a muchos de los avances que han tenido lugar en este país y que, a día de hoy, vemos que es prisionero de la agenda de la ultraderecha y ha vuelto a postulados de los que recordábamos hace años en el PP. Por ejemplo, la señora Ayuso ha dicho claramente que había que pensar si derogar determinados aspectos de la ley LGTBI porque forman parte de la “tiranía progre”. No son buenas noticias para las personas LGTBI. El horizonte de un Gobierno del PP junto con la ultraderecha es de retroceso de derechos y debemos hacer todo lo posible por pararlo.
En vuestras listas va Jimena González, la primera mujer trans que ha podido presentarse con su verdadero nombre. ¿Qué importancia tiene la Ley Trans de Igualdad? ¿Cree que saldrá adelante?
Es un orgullo que en estas elecciones concurra en la lista electoral mi compañera y amiga Jimena. Ha sido una excelente noticia porque, hasta prácticamente el día que se publicó la lista, no sabía cómo la Junta Electoral iba a responder a su demanda, que era absolutamente acorde con la ley trans de la Comunidad de Madrid de 2016. Jimena ha podido hacer valer ese derecho y sienta un precedente. Significa que otras personas trans podrán hacer referencia a este caso para hacer valer sus derechos.
Pero también es muy significativa la importancia de una ley trans estatal, porque si muchas personas trans en este momento necesitan recurrir a este tipo de cuestiones, es porque todavía es complicado hacer algo tan sencillo como rectificar su DNI. No puede ser que a día de hoy se siga reclamando un larguísimo proceso de hormonación, un proceso patologizante y largo para una cosa que debería ser elemental como es que se reconozca el género real y el nombre de una persona que está manifestando su identidad.
En ese sentido y por otras muchas cuestiones la ley trans es urgente. Más País ha presentado en el Congreso el proyecto de ley trans junto con colectivos trans y otros partidos para acelerar los trámites porque no entendemos por qué se está retrasando en esa cuestión. Hemos reclamado al Gobierno que avance con esta cuestión y no entendemos los obstáculos que ponen por parte del PSOE.
¿Es el PSOE tránsfobo?
Claramente, si quieren hacer justicia a una historia en la que creo que han estado siempre empujando en favor de los derechos LGTBI, deberían reconsiderar y poner coto a este tipo de cuestiones que hacen daño a las personas trans y que alejan a gran parte del colectivo LGTBI del partido. Esta grieta no tiene sentido y que el PSOE tendría que reconsiderar su postura para ponerse del lado del avance histórico que nos toca. Cada generación tiene que asumir sus pasos adelante. En este momento es inequívoco que la prioridad sobre los derechos trans es central y esta legislatura es una oportunidad histórica que no podemos dejar pasar. No se entendería que se intentaran poner obstáculos para que la ley se quede en un cajón y no salga adelante.
Como miembro del colectivo, sus referentes políticos hace años, cuando no existían Más Madrid o Podemos, estarían en el PSOE, como Pedro Zerolo.
En general, todas las personas que ejercen visibilidad traen oxígeno a las instituciones y al espacio público. Y, para mí, Pedro Zerolo fue un referente. Yo era muy pequeño y recuerdo cómo asistí al debate del matrimonio igualitario con auténtica perplejidad. En ese lado había personas reconocibles que estaban peleando por nuestros derechos. Y también vimos escenas totalmente bochornosas de una derecha reaccionaria que se oponía y se resistía con uñas y dientes a los avances. Lamentablemente, ahora vemos que esa misma derecha camina de la mano con Ayuso y está intentando que demos pasos hacia atrás. Hay que ser claros: la historia no sólo avanza hacia el progreso, también se pueden dar retrocesos. Lo hemos visto en el resto de Europa y lo podemos ver en España y en Madrid. Y para eso es esencial que exista esa movilización demócrata que pare los pies a quienes quieren que volvamos 50 años atrás.
¿Cómo salió del armario en política? ¿Sigue habiendo baches para el colectivo?
La pregunta es curiosa porque dice “cómo saliste en política”. Eso es importante porque al final las personas LGTBI no salimos del armario una vez, sino muchas veces. De hecho, hay gente que sale del armario en un entorno y de repente entra en un trabajo en el que piensa que no lo puede manifestar con libertad y vuelve al armario. Eso es algo muy revelador sobre todo lo que queda por conseguir para las personas LGTBI.
En mi caso, yo ya había salido del armario en mi entorno, pero es verdad que hay un momento en el que públicamente se pone sobre la mesa. Fue al hilo de una anécdota con un diputado del PP que, mi primer día en la Asamblea de Madrid me dijo aquello de “ya verás lo complicadas que son las mujeres” y yo le dije: “creo que te has equivocado, a mí me gustan los hombres”. La anécdota acabó en redes sociales y así fue mi salida del armario improvisada.
No siento que me haya afectado negativamente. Lo que sí que siento es la responsabilidad de ejercer esa labor de visibilidad que yo puedo ejercer gracias a que otros abrieron ese camino previamente. Eso significa que ser LGTBI en política acarrea un compromiso. No tiene ningún sentido celebrar sólo que haya personas LGTBI en política, porque hay personas del colectivo en otros partidos que no están en absoluto comprometidos con estos derechos. Precisamente con lo que nos ha costado abrirnos espacio en un medio tan hostil y dominado por hombres cis heterosexuales de una edad avanzada y en unos parlamentos que no reflejaban la diversidad, tenemos la obligación y el deber de estar comprometidos con los derechos de los que estamos disfrutando en primera persona.
¿Qué piensa entonces del apoyo de Ciudadanos al colectivo?
He sido muy claro con Ciudadanos. Lo fui antes de las elecciones pasadas y creo que el tiempo me ha dado la razón. Dije que si querían ser liberales o decir que defendían los derechos LGTBI, eso no se podía hacer de ninguna manera de la mano de la ultraderecha. Y creo que, dos años después, es evidente que los pactos con la ultraderecha han sido malísimos para el conjunto de la ciudadanía, sobre todo para las personas LGTBI, pero desde luego también han sido muy malos para el partido Ciudadanos, que ahora mismo está al borde de la desaparición. Han perdido toda credibilidad en ese sentido y más cuando lo que ha manifestado el candidato de Ciudadanos es que persistiría en el error y volverían a ir a un Gobierno con Ayuso y la ultraderecha que es lo que está ahora mismo en el horizonte si no hay una movilización de las fuerzas progresistas. Y, aún así, les hemos tendido la mano en todo momento para que rectificaran y plantearan una alternativa que demostrara de qué lado están: del lado bueno de la historia o del lado de la involución.
Si llegase Más Madrid a pactar con Ciudadanos, ¿cedería en materia LGTBI?
En ningún caso. Para nosotros los derechos LGTBI han sido una bandera que llevamos en el ADN. Desde luego, hemos planteado una oposición frontal a todos los retrocesos. Por ejemplo, la amenaza del veto parental. Esa censura educativa que quieren imponer y que cercena los derechos de los niños y niñas a algo que dice la Constitución, que es el libre desarrollo de la personalidad. La educación tiene la obligación de garantizar este libre desarrollo. Eso significa que los niños y las niñas tienen que crecer en libertad y poder ser educados en libertad. Eso es radicalmente incompatible con que a los niños y niñas se les quiera imponer los prejuicios de sus padres. Los padres tienen derecho a transmitir a sus hijos sus valores y nadie pone eso en duda, pero no a imponerles sus prejuicios. Los niños y las niñas LGTBI se encuentran en las escuelas con espacios que no siempre son seguros, con acoso escolar... Y para eso, tenemos que garantizar que las escuelas son un instrumento de libertad, de apertura al mundo, en el que los niños y las niñas pueden ser quienes quieren ser. En ese sentido tenemos una deuda pendiente con la educación afectivo sexual en nuestro país que desde luego es en la dirección completamente opuesta en lo que respecta a las políticas del veto parental. En ningún caso cederíamos ni un sólo paso atrás.
Los mítines de Irene Montero están dando mucho que hablar por usar la “e” en su lenguaje (“niñes, todes”). ¿Es práctico o da alas a la derecha y ultraderecha para ridiculizarlos?
Al final estas cuestiones avanzan lentamente. Al principio, muchas veces se ridiculiza. Pero hay que ir dando pasos para que todo el mundo se sienta representado, representada y representade por el lenguaje. Yo mismo en el mitin que hubo en las últimas elecciones generales hice uso de la palabra “todes”, precisamente porque tenemos compañeres no binaries en Más Madrid que nos han insistido mucho. De hecho, esta misma semana he estado reunido en el Senado con la Asociación No Binaries y creemos que hay que ir incorporando una realidad que se va abriendo paso y que tiene que ver con que el género no es algo tan dicotómico como se ha pretendido siempre. Hay personas que no se sienten representadas en ese espectro y que reclaman su visibilidad y un reconocimiento a su identidad, que es tan legítimo como el de cualquier otra persona.