Cristina Fallarás: “Juana ‘la Loca’ para mí es precursora y modelo”

Cristina Fallarás: “Juana ‘la Loca’ para mí es precursora y modelo”

La escritora y periodista publica 'La Loca', una novela en la que une la historia de una mujer actual a la de Juana I de Castilla, una reina que "nos ha sido escondida".

Cristina FallarásVANESA ESTEBAN PINO

Dice Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) que si queremos entender lo que le ocurrió a la reina Juana I de Castilla –más conocida como Juana ‘la Loca’– basta con observar lo que le ha pasado ahora, en pleno siglo XXI, a la cantante estadounidense Britney Spears. En pocas palabras: un padre ávido de riqueza y con pocos escrúpulos que propaga la idea de que su hija es mentalmente incapaz pero permite que siga trabajando para quedarse él con el dinero. Si ya resulta indignante que pasara en el siglo XVI, ¿qué deberíamos sentir cuando el patrón se sigue repitiendo en nuestra época? 

“Estas mujeres no fueron ‘engañadas’, ni eran tontas, ni estaban locas; han sufrido violencia económica”, sentencia Fallarás. Este es uno de los puntos que más ha sorprendido a la escritora y periodista después de investigar y de estudiar “como una burra” la figura de Juana I de Castilla, una reina “absolutamente borrada”, que “nos ha sido escondida” durante cinco siglos. ¿Por qué? “Porque la historia la escriben los hombres”, responde Fallarás con rotundidad. 

Cristina Fallarás acaba de publicar La Loca (Ediciones B), una novela en la que –como ya hizo con El evangelio según María Magdalena– desmonta el relato tradicional sobre Juana de Castilla y lo entremezcla con la historia de una mujer actual. “Lo que le pasó a Juana está súper de actualidad”, defiende la autora. 

Ni estaba loca, ni estaba enamorada de ese tío ni la habían encerrado, sino que se había encerrado ella sola

Fue precisamente escribiendo sobre María Magdalena cuando empezó a interesarse por la historia de las mujeres adineradas que, en la Edad Media y en el Renacimiento, se encerraban en conventos y allí se formaban y ejercían su influencia. “No eran monjas, eran ricas. Solían ser viudas que no querían volver a casarse ni de coña, mujeres que querían estudiar y decidían apartarse de un mundo que les era muy violento y no se lo permitía”, explica Fallarás. Fue así como llegó hasta Juana de Castilla, cuya historia la dejó “impresionada”.

“Yo quería escribir un libro sobre una mujer loca de amor a la que habían encerrado. Pero entonces descubrí que ni estaba loca, ni estaba enamorada de ese tío [Felipe ‘el Hermoso’] ni la habían encerrado, sino que se había encerrado ella sola”, lanza.

“¿Por qué coño no sabemos quién es Juana I de Castilla?”

La autora tuvo que borrar de su cabeza todo lo que había aprendido sobre Juana I de Castilla, sin poder sacar de su mente un par de ideas que todavía le rondan. La primera: “¿Por qué coño no sabemos quién es Juana I de Castilla, una reina, de las pocas que hemos tenido, que reinó casi 50 años?”. La segunda cuestión, la de la “violencia económica”; es decir, “cómo la convierten en loca para quitarle todo su poder”, empezando por su padre, Fernando el Católico –a quien su mujer no quiso dejar el reino de Castilla–, y siguiendo por su marido, Felipe el Hermoso. El tercer punto: “Cómo construyen sobre ella la idea brutal del amor romántico”.

Fallarás desmonta uno por uno los argumentos de la historia ‘oficial’ que presentan a Juana como loca de amor. “Juana era una mujer cultísima. Cuando la casaron con 16 años hablaba varios idiomas, leía a los clásicos en Latín, tenía una biblioteca impresionante, tocaba el clavicordio y el monocorde de Pitágoras, un instrumento dificilísimo, era la mejor amazona del reino, hacía danza, cantaba… era una bestia”, describe. Así que, cuando la mandan a casarse, la queja de Juana es: “¿Para qué coño me habéis hecho tan culta para encerrarme con un tío que ni siquiera me deja hablar?”, plantea Fallarás. 

Juana era una mujer cultísima. Su marido empezó a llamarla loca porque ella quería follar

La escritora afirma que las razones para llamarla “loca” no se sostienen. “Su marido empezó a llamarla loca porque ella quería follar. Él, que era un mujeriego, hace correr la historia de que ella tiene una actividad sexual tan desatada que no puede dar abasto”, comenta.  

El hecho de que, tras la muerte de Felipe el Hermoso, Juana se negara a darle sepultura y guardara consigo el ataúd Fallarás lo achaca a que, en la época, estaba prohibido que una reina volviera a casarse mientras su marido permanecía insepulto. “Con eso, Juana consigue no tener que volver a casarse, y entonces se encierra en el Monasterio de las Clarisas de Tordesillas”, razona la autora, “como hacían tantas otras mujeres ricas de la época”. 

Juana “usó su cuerpo como arma”

Juana se habría retirado, por tanto, por decisión propia. “El problema es que su padre le pone un par de torturadores que la azotan y la torturan a lo bestia, que la alimentan como a las ocas para que no se deje morir…”, sostiene Fallarás. La escritora defiende que Juana de Castilla “usó su cuerpo como arma”: si ella moría, Fernando y Felipe perdían el reino. 

Testimonios de la época como el del jesuita Francisco de Borja, que la visitó ya en la setentena, atestiguan que Juana de Castilla no estaba loca. Pero a su padre y a su marido les interesaba propagar esa versión. 

“Ella sólo vivió violencia, recibió un maltrato constante por parte de su padre y de su marido”, asegura Fallarás. De ahí que prefiriera retirarse de ese mundo. Pero su intención era seguir ejerciendo el poder desde su encierro, afirma la escritora. Y en parte lo consiguió. 

En el monasterio de las Clarisas se dedicaban a ejercer el poder desde dentro. Ríete de la nueva política

“En el monasterio de las Clarisas se dedicaban a ejercer el poder desde dentro”, explica Fallarás. “Las mujeres que había eran cultas, ricas y poderosas, se dedicaron a estudiar, hasta el punto de que a Juana la acusan de ser erasmista, seguidora de Erasmo de Rotterdam”, señala. A los hombres poderosos “les daba miedo lo que pensaban las Clarisas”, dice. “Lo que hacían era estudiar política. Su ejercicio y su reflexión política era brutal, ríete de la nueva política”, comenta jocosa Fallarás.

“Para mí es precursora y modelo”

Cuando se le pregunta si habría que reivindicar más la figura de Juana como feminista y como reina, Cristina Fallarás responde sin dudar: “Yo, a muerte”. “Fue tan moderna en la manera de ejercer el poder, fue tan moderna en sus reivindicaciones y en el uso de cuerpo, en su enconamiento y en su obsesión por apartarse a un lugar en el que sólo las mujeres podían estar tranquilas para alcanzar el conocimiento… me parece una precursora de todo lo que nosotras queremos ahora. Para mí es precursora y modelo”, sostiene. 

‘Loca’ es todavía el insulto que más recibo por la calle

Con respecto a las acusaciones gratuitas de locura, Fallarás también sabe de lo que habla. “‘Loca’ es todavía el insulto que más recibo por la calle”, cuenta. En abril de 2021, la escritora abandonó Twitter harta de recibir amenazas e insultos constantes.

“Todos los días me llamaban loca, todos los putos días”, recuerda. “Empezaron llamándome puta, pero creo que descubrieron que a mi edad lo de puta y zorra ya no pegaba”, comenta con sorna. Y de las redes, al mundo real: “Todos los insultos que me lanzaban en Twitter y todas las amenazas acabaron aterrizando en la calle, hasta el punto de que pintaron una cruz en mi domicilio, donde había dos niños dentro. Me empujaron, me escupieron, me tiraron al suelo, me negaron la entrada a restaurantes”, describe. “Pero la base siempre era la palabra loca. Algunos me llamaban roja, pero la mayoría, loca”, dice.  

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Marina Velasco Serrano es traductora de formación y periodista de vocación. En 2014 empezó a trabajar en 'El HuffPost' como traductora de inglés y francés en Madrid, y actualmente combina esta faceta con la elaboración de artículos, entrevistas y reportajes de sociedad, salud, feminismo y cuestiones internacionales. En 2015 obtuvo una beca de traducción en el Parlamento Europeo y en 2019 recibió el II Premio de Periodismo Ciudades Iberoamericanas de Paz por su reportaje 'Cómo un Estado quiso acabar con una población esterilizando a sus mujeres', sobre las esterilizaciones forzadas en Perú. Puedes contactar con ella escribiendo a marina.velasco@huffpost.es