En la cuna del independentismo van con Marruecos
Arenys de Munt, el municipio donde se celebraron las primeras consultas independentistas, vive el partido de la Roja entre la indiferencia y el apoyo a la selección marroquí.
La diferencia entre el gol del minuto 13 y el del 19 es significativa. En el primero, anotado por Boutaieb para Marruecos, se escucha un "¡Go!l" generalizado, la gente aplaude y algunos se levantan de su mesa. Sonia, que regenta el Bar La Plaça, sale a ver repetido el gol y pregunta con sorna si ha marcado España. Minutos después llega la réplica de Isco, pero sólo cosecha una ligera celebración en una de las mesas.
La Roja no levanta pasiones en Arenys de Munt, el municipio considerado por muchos la 'zona cero' del independentismo: en este pueblo de menos de 9.000 habitantes se celebró en 2009 la primera consulta ciudadana sobre la independencia. En las autonómicas del pasado diciembre, 7 de cada 10 votantes apoyaron a partidos independentistas. El llamado "bloque del 155" sólo obtuvo el 22,3% de los sufragios. Hace poco más de un mes, el alcalde del pueblo, Joan Rabasseda (ERC), anunció que se sancionaría a quien retire símbolos independentistas de las calles.
Casi todos los bares dan el partido, pero poca gente lo mira. Las calles están llenas de niños revoloteando y jugando a pelota con la camiseta del Barça. Los nombres de Neymar, Messi y Coutinho dominan las partes traseras de las equipaciones. Algunas parejas pasean por el pueblo, los ancianos charlan sentados en los bancos y el panorama recuerda al de cualquier pueblo durante un día de verano.
Nadie diría que la selección nacional juega un partido del mundial.
En el Bar La Plaça, dos de las tres mesas están ocupadas por marroquíes. "Hoy creo que casi todo el pueblo va con nosotros", sostiene Hamza El Houmrani, vecino del pueblo. Su hijo, nacido en Cataluña, también va con la selección magrebí. Habla en un perfecto catalán con sus amigos y en árabe con su padre. "Toda la gente del pueblo sigue el Mundial, pero sólo unos pocos van con selección española", remacha.
En el bar de al lado el panorama es aún más desolador para el equipo de Fernando Hierro. En el Infinit, donde también emiten el partido dentro y fuera del bar, apenas un grupo de chavales sigue el encuentro de reojo.
José, que no quiere decir su apellido, es uno de los pocos vecinos que apoya a la selección. Sigue el partido en el bar restaurante El Caliu, justo enfrente del Ayuntamiento donde se celebró la consulta secesionista en 2009. Desde dentro del local, se pueden ver dos pancartas pidiendo la libertad de los políticos catalanes colgadas en la fachada del consistorio. "Tampoco es que sea un forofo, pero me gusta que gane España", afirma con cierta apatía mientras apura una caña de cerveza. "Yo creo que la mayoría en el pueblo lo vivimos así".
Los últimos minutos del partido, con dos goles y decisión del VAR incluida, ni siquiera alteran la tranquilidad del bar. Nadie celebra el 1-2 de Marruecos. Tampoco ningún parroquiano se da cuenta del empate de Aspas ni del proceso de revisión del VAR. La gente cena o toma una cerveza, totalmente ajena al encuentro que ofrece la televisión.
"Aquí a la gente la selección le importa poco", concluye Sonia Viver, dueña de El Caliu. "Seguimos el Barça y poco más". Durante tres horas de paseo por el pueblo este periodista ni ha escuchado gritos ni ha visto una sola camiseta de La Roja. En la cuna del independentismo, el mundial de la selección española se vive con desgana.