El movimiento feminista cambia de marcha
La llegada de un Gobierno de coalición de izquierda y la irrupción de la ultraderecha coinciden con el cambio de estrategia del 8-M.
El grito que lanzaron cientos de miles de mujeres el 8 de marzo de 2018 retumbó en los despachos políticos y sindicales de casi toda España. Al eco de aquel rugido lanzado en una manifestación cuya magnitud procos previeron le siguieron el primer Ejecutivo de la historia con más mujeres que hombres; más empresas con jefas y miles de personas que ya se declaran feministas.
Dos años después, el salto es evidente. Pero el contexto de este 8-M es distinto al de los años anteriores. Esta vez no hay huelga y, en el seno del movimiento feminista, se percibe un cambio de marcha que coincide con la llegada a La Moncloa de un Gobierno de coalición de PSOE y Podemos. También influye la irrupción en el Congreso de 52 diputados de extrema derecha que niegan la violencia contra la mujer por el hecho de serlo.
La epidemia machista, mientras, sigue matando. Ya son 14 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en lo que va de 2020. Y 1.047 desde 2003, cuando comenzaron los registros. ¿Cómo afronta el feminismo esta jornada de reivindicación tras el éxito de hace dos años?
La Comisión 8-M aclara a El HuffPost que ha habido “mucho debate” en el movimiento acerca de si se tenía que convocar huelga. “Ahora queremos que se entienda que no se pueden cuestionar ni negar derechos”, advierte María Álvarez, una de las portavoces, quien matiza que, en ningún caso, el debate ha devenido en división: “Somos muchas y hay diferentes visiones. Hay que hacer entender que el movimiento no habla de quitar derechos a nadie, sino de garantizar que nadie los pierda”.
El movimiento feminista asume que los paros de 2018 y 2019 fueron un instrumento fundamental. “Nos permitió visibilizar motivos para salir a la calle. Dos años más tarde, la estrategia cambia porque ha cambiado el contexto político”, reflexiona Álvarez. Hace dos años, el PP de Mariano Rajoy sustentaba al Gobierno.
“La huelga nació para reivindicar y mostrar el papel de la mujer en el trabajo”, opina Ada Santana, presidenta de la Federación de Mujeres Jóvenes de España. Y añade: “Pero ahora no tiene el mismo sentido convocarla. El movimiento feminista debe aunar fuerzas para defender derechos. Ni un paso atrás”.
El retroceso al que se refiere Santana que tanto preocupa al feminismo lo encarna Vox. Y, según denuncia la secretaria de Igualdad del PSOE de Madrid, Lorena Morales, se está produciendo, especialmente, en las autonomías donde la ultraderecha asiste a los gobiernos del PP: Madrid, Murcia y Andalucía.
Ese es el motivo por el que la portavoz socialista en la Comisión de Mujer de la Asamblea de Madrid sí cree que hubiera sido acertada una huelga, al menos, en esos territorios: “Una parte del movimiento feminista se olvida de que las políticas de empleo están derivadas a las autonomías”, razona. Y las autonomías gestionan bastante dinero en materia de Igualdad que afecta al trabajo.
Morales pone el ejemplo de la Comunidad de Madrid y lamenta que su Gobierno adjudicara 18 millones de euros deprisa y corriendo, sin apenas planificación, procedentes del Pacto de Estado contra la violencia machista para los años 2018 (10,2 millones) y 2019 (10,5 millones) y que el Partido Popular dejó sin adjudicar en su momento.
¿Por qué este año no hay un llamamiento general a parar el país? Morales cree ha influido el hecho de que este 8-M sea domingo. Pero no sólo. También considera “probable” que un sector del feminismo no haya querido hacer una huelga general a un gobierno de izquierdas recién instalado en la sala de mandos de la La Moncloa.
Algo que no comparte la secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras, Elena Blasco: “El Gobierno de coalición, en todo caso, debe servir a las demandas del movimiento feminista. Pero el feminismo nunca se ha posicionado con un Gobierno u otro. Seguiremos manifestándonos”, explica a este diario.
El sindicato cree que el hecho de que el 8-M sea festivo pesa. “Hay sectores que trabajan los domingos, pero no es el conjunto de la masa laboral. La huelga no iba a tener la misma cobertura y seguimiento y el feminismo ha sabido leer esa realidad diferente”, precisa Blasco. CCOO espera “una nueva movilización histórica”, pero asume que “no será igual porque el contexto no lo es”.
El Gobierno de Sánchez es sensible a las reivindicaciones feministas, que pretende impulsar y plasmar en el BOE. Y esto, reconoce la Comisión 8-M, trastoca el escenario en el que se celebrarán las manifestaciones en casi todas las ciudades del país. “Es verdad que es un momento diferente”, cuenta María Álvarez.
Con la “amenaza” de Vox en el Congreso y de la violencia en la calle, la ministra de Igualdad, Irene Montero (Unidas Podemos), ha ultimado el anteporoyecto de la ley de libertad sexual que modificará, entre otras cuestiones, el Código Penal para revisar las penas por delitos sexuales y eliminar el término abuso e incluir como agravantes las agresiones en pareja y el uso de fármacos para anular la voluntad de la víctima.
El caso de la Manada y el juicio, que antecedieron al 8-M de hace dos años, fue “un despertar”, define Ada Santana, de Mujeres Jóvenes. “Hasta entonces la mujer joven estaba invisibilizada. Y ahora estamos en un momento de mucha concienciación”. Por eso, Santana aplaude la ley de libertad sexual: “Entonces pedimos a los partidos ese cambio de criterio legal”.
El proyecto de ley es bienvenido, aunque ha disparado la tensión entre Podemos y los socialistas y no despeja todas las dudas sobre las políticas que engendrará la coalición de socialistas y morados. “Aún no podemos valorar la acción del Gobierno porque apenas ha habido. Y ojo, que el año pasado también había un gobierno socialista y aun así hubo huelga”, recuerda la Comisión.
Fuentes moradas del Ejecutivo citadas por Efe aseguran que la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, ha intentado bloquear el proyecto junto con Justicia con “con excusas de cuestiones técnicas”, han comentado esas fuentes el mismo día en el que la ley conocida como la del “solo sí es sí” llegó al Consejo de Ministros.
La amenaza ultra
La idea que transmiten los diferentes colectivos feministas consultados es que el próximo 8-M debe servir para hace piña y frenar cualquier retroceso en derechos. “Vox ha cogido más fuerza de un año a otro. Es un partido que intenta acabar con algunos de ellos, especialmente los que amparan a las mujeres. Han puesto el punto de mira en nosotras al negar, por ejemplo, la violencia machista; una estupidez”, cuenta Blasco, de CCOO, quien añade: “Vox hace que todas las feministas nos unamos”.
La presidenta de la Federación Española de Mujeres Jóvenes también ve a los de Abascal como la principal amenaza: “La igualdad debe estar los 365 días al año. Es cierto que los 52 escaños de Vox son una amenaza particular y ponen en jaque algunos logros conquistados. Lo peor es que representan a una parte de la sociedad que, por ejemplo, no distingue entre violencia de género y doméstica”.
La existencia del partido de Santiago Abascal pone en alerta al feminismo. Casi todas las voces consultadas terminan citando el ejemplo del veto parental en la Educación propuesto por Vox y cómo afecta a la enseñanza de la sexualidad. “Algo fundamental, porque se trata de dar instrumentos a las y los jóvenes para que respeten a la persona con la que se relacionen a cualquier nivel e impedir cualquier desigualdad”, cuenta María Álvarez, de la Comisión 8-M.
Los avances
No obstante, a pesar del auge de Vox, una parte del feminismo hace un balance positivo de la fuerza que ha cobrado el movimiento en estos años. “Antes, en 2013, en el 8-M hacíamos una manifestación con la lectura de un manifiesto al final. Y este año hemos conseguido planificar un mes de acciones. Estamos mejor que hace siete años. Entonces convocamos a 25 personas para organizar los actos y en la última reunión han venido 300 personas”, reflexiona la Comisión 8-M.
El rugido feminista ha logrado que cada vez más personas se conciencien de la necesidad de pelear para conseguir la igualdad efectiva y real entre hombres y mujeres. Todas las fuentes consultadas sonríen por ello, pero aprietan los dientes con cada mujer asesinada, con cada mujer que no cobra lo mismo que un hombre por el mismo trabajo, por cada mujer con un director por encima... “Aún queda mucho por hacer”, advierten. Gobierne quien gobierne.