El humor de Glen Baxter contra el Brexit y el mundo baxteriano
Por Winston Manrique Sabogal
Y el urbanita londinense que había hecho realidad su sueño de ser un cowboy a través de los dibujos del farwest con indios y todo, un día viajó a Arizona, Estados Unidos, y se emocionó al ver a un indio. Al sentirse en el mundo real que él había contribuido a hacer popular en sus viñetas de humor absurdo, se acercó a él con la ilusión de que el indio tendría un nombre muy poético con un significado maravilloso que, tal vez, incluiría palabras como "Luna de algo" o "Sol de algo"..., en fin. Cuando llegó hasta él, levantó la mano derecha y le dijo:
-"Jao, I am Glen Baxter".
-"Jao, I am Clarence", contestó el indio.
Y Glen Baxter no supo qué hacer al comprobar que el mundo absurdo con su humor absurdo o sin sentido que él trataba en sus libros lo asediaba de verdad. Se sintió atrapado en él. Como si todo conspirara en su contra.
El dibujante inglés lo contó en una sesión continua de anécdotas similares que duró casi una hora en Barcelona. El mundo baxteriano hecho realidad contado por el propio Baxter. Fue durante la presentación de la nueva colección de libros ilustrados y cómics Contraseñas ilustradas, de la editorial Anagrama. Comparte el espíritu libre e irreverente de la mítica colección Contraseñas y retoma la serie ilustrada Cómics/Humor que la editorial publico entre 1981 y 1992 con autores como Delia Ephron y Edward Koren, Roal Dahal y Quentin Blake o Simon Bond y Glen Baxter.
Y es precisamente con el humorista inglés de culto que Anagrama abre esta nueva etapa. Y para ello lo trajo a Barcelona para que presentara Casi todo Baxter. Junto a él llegan esta semana a librerías Cosas que te pasan si estás vivo, del argentino Linier; y El problema de las mujeres, de la británica Jacky Fleming.
Una de las primeras revelaciones de que el coronel Baxter (Leeds, 1944), como se le conoce, estaba destinado a quedar atrapado en su mundo absurdo baxteriano antes de que este se oficializara se remonta a su niñez:
"Yo tenía una cierta tartamudez. Mi madre me mandó a comprar un botón. Ensayé y ensayé repitiendo lo que tenía que decir en la mercería sin tartamudear, y cuando lo logré, entré. Dije la frase de corrido, sin un tartamudeo. Entonces el dependiente me miró, y me dijo:
-Está muy bien, pero es en la tienda de al lado.
Suelo decir cosas en un contexto distinto".
Dos minutos después lo estaba haciendo. La presentación de Contraseñas Ilustradas fue en un hotel de Barcelona y Baxter contó lo siguiente:
"Hay gente que cree que ser inglés es una nacionalidad, pero no es verdad. Escuchen: un día, un huésped de un hotel bajó a recepción a pedirle un vaso de agua al hombre que estaba allí. Se lo dieron. A los 5 minutos volvió por otro vaso de agua. Luego, a los tres minutos, volvió, y así, varias veces, hasta que el recepcionista le dijo que si quería podía llevarse la botella de agua para su habitación. Entonces, el huésped le contestó:
-Lo que sucede es que la habitación se está incendiando.
¡Esto es la agonía de ser inglés!".
Con cara muy seria, su cabello gris como si acabara de recibir un susto, sus pequeños ojos detrás del marco grande de sus gafas y con su bigote blanco recién cortado, Glen Baxter admite y comprende que a algunas personas les cueste entender su trabajo.
Es la maldición del baxterismo que él mismo vive y comparte:
"Soy amigo de Salman Rushdie. Un día ofreció una fiesta. Yo fui, entré y lo vi en un salón rodeado de periodistas. Pasé de largo y lo saludé con la mano:
– Hola, Salman.
-Hola, Glen.
Y ya. Yo seguí por la fiesta. Al rato, un periodista me dijo:
-¿Es usted Glen Baxter? ¡Oh, lo siento! Creía que era Glen Baxter.
-Sí, yo también lo pienso todos los días".
Y así una anécdota tras otra. El coronel Baxter atrapado, emboscado por el baxterismo.
Si de niño lo inspiraron los vaqueros del cine y los libros, hoy dice que lo inspiran "el miedo a la pobreza". Y al instante corrige: "Desde la guardería hacía dibujos y figuras de arcilla. No es un don, sino una enfermedad".
Ya puesto a tono con el mundo de hoy, Glen Baxter fue un defensor de que Inglaterra permaneciera en la Unión Europea. Por eso cree que "el Brexit es algo absurdo, estúpido". No le inspira nada para su trabajo porque "es trágicamente triste. No es divertido. Han matado 40 años de integración cultural. Qué estemos más lejos de la Unión Europea y más cerca de Trump es una pesadilla", se lamenta el dibujante. "Es triste y vergonzoso. Pero es así. Londres fue una ciudad muy viva con españoles, italianos y gente de todo el mundo... Ahora será más triste".
Como era una presentación de libros, no faltó la pregunta de qué libro o libros lo influyeron. Y tuvo una respuesta muy british:
"En casa de mis padres no había libros. Bueno, sí, solo uno muy pequeño: el de la cocina inglesa".
Eso lo obligó a ir a la biblioteca. Y entre eso, el cine de vaqueros y su sueño de ser un cowboy, lo llevaron a convertirse, sin darse cuenta, en un mensajero de noticias:
"El mundo es absurdo, y lo que hago es informar al planeta".